martes, 30 de agosto de 2011

¡Diles que no me maten! Juan Rulfo

clip_image001Mexicano. (1917-1986) Originalmente publicado en la revista América Nº 66, agosto, 1951 (El Llano en llamas, 1953 literatura.us)

¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad.

-No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti.

-Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno. Dile que lo haga por caridad de Dios.

-No se trata de sustos. Parece que te van a matar de a de veras. Y yo ya no quiero volver allá.

-Anda otra vez. Solamente otra vez, a ver qué consigues.

-No. No tengo ganas de eso, yo soy tu hijo. Y si voy mucho con ellos, acabarán por saber quién soy y les dará por afusilarme a mí también. Es mejor dejar las cosas de este tamaño.

-Anda, Justino. Diles que tengan tantita lástima de mí. Nomás eso diles.

Justino apretó los dientes y movió la cabeza diciendo:

-No.

Y siguió sacudiendo la cabeza durante mucho rato.

Justino se levantó de la pila de piedras en que estaba sentado y caminó hasta la puerta del corral. Luego se dio vuelta para decir:

-Voy, pues. Pero si de perdida me afusilan a mí también, ¿quién cuidará de mi mujer y de los hijos?

-La Providencia, Justino. Ella se encargará de ellos. Ocúpate de ir allá y ver qué cosas haces por mí. Eso es lo que urge.

Lo habían traído de madrugada. Y ahora era ya entrada la mañana y él seguía todavía allí, amarrado a un horcón, esperando. No se podía estar quieto. Había hecho el intento de dormir un rato para apaciguarse, pero el sueño se le había ido. También se le había ido el hambre. No tenía ganas de nada. Sólo de vivir. Ahora que sabía bien a bien que lo iban a matar, le habían entrado unas ganas tan grandes de vivir como sólo las puede sentir un recién resucitado.

Quién le iba a decir que volvería aquel asunto tan viejo, tan rancio, tan enterrado como creía que estaba. Aquel asunto de cuando tuvo que matar a don Lupe. No nada más por nomás como quisieron hacerle ver los de Alima, sino porque tuvo sus razones. Él se acordaba:

Don Lupe Terreros, el dueño de la Puerta de Piedra, por más señas su compadre. Al que él, Juvencio Nava, tuvo que matar por eso; por ser el dueño de la Puerta de Piedra y que, siendo también su compadre, le negó el pasto para sus animales.

Primero se aguantó por puro compromiso. Pero después, cuando la sequía, en que vio cómo se le morían uno tras otro sus animales hostigados por el hambre y que su compadre don Lupe seguía negándole la yerba de sus potreros, entonces fue cuando se puso a romper la cerca y a arrear la bola de animales flacos hasta las paraneras[1] para que se hartaran de comer. Y eso no le había gustado a don Lupe, que mandó tapar otra vez la cerca para que él, Juvencio Nava, le volviera a abrir otra vez el agujero.

Así, de día se tapaba el agujero y de noche se volvía a abrir, mientras el ganado estaba allí, siempre pegado a la cerca, siempre esperando; aquel ganado suyo que antes nomás se vivía oliendo el pasto sin poder probarlo.

Y él, y don Lupe alegaban y volvían a alegar sin llegar a ponerse de acuerdo.

Hasta que una vez don Lupe le dijo:

-Mira, Juvencio, otro animal más que metas al potrero y te lo mato.

Y él contestó:

Mire, don Lupe, yo no tengo la culpa de que los animales busquen su acomodo. Ellos son inocentes. Ahí se lo haiga si me los mata.

"Y me mató un novillo”.

"Esto pasó hace treinta y cinco años, por marzo, porque ya en abril andaba yo en el monte, corriendo del exhorto[2]. No me valieron ni las diez vacas que le di al juez, ni el embargo de mi casa para pagarle la salida de la cárcel Todavía después, se pagaron con lo que quedaba nomás por no perseguirme, aunque de todos modos me perseguían. Por eso me vine a vivir junto con mi hijo a este otro terrenito que yo tenía y que se nombra Palo de Venado. Y mi hijo creció y se casó con la nuera Ignacia y tuvo ya ocho hijos. Así que la cosa ya va para viejo, y según eso debería estar olvidada. Pero, según eso, no lo está.

"Yo entonces calculé que con unos cien pesos quedaba arreglado todo. El difunto don Lupe era solo, solamente con su mujer y los dos muchachitos todavía de a gatas. Y la viuda pronto murió también dizque de pena. Y a los muchachitos se los llevaron lejos, donde unos parientes. Así que, por parte de ellos, no había que tener miedo.

"Pero los demás se atuvieron a que yo andaba exhortado y enjuiciado para asustarme y seguir robándome. Cada que llegaba alguien al pueblo me avisaban:

"-Por ahí andan unos fureños[3], Juvencio.

"Y yo echaba pal monte, entreverándome entre los madroños[4] y pasándome los días comiendo verdolagas[5]. A veces tenía que salir a la media noche, como si me fueran correteando los perros. Eso duró toda la vida. No fue un año ni dos. Fue toda la vida."

Se había dado a esta esperanza por entero. Por eso era que le costaba trabajo imaginar morir así, de repente, a estas alturas de su vida, después de tanto pelear para librarse de la muerte; de haberse pasado su mejor tiempo tirando de un lado para otro arrastrado por los sobresaltos y cuando su cuerpo había acabado por ser un puro pellejo correoso curtido por los malos días en que tuvo que andar escondiéndose de todos.

Por si acaso, ¿no había dejado hasta que se le fuera su mujer? Aquel día en que amaneció con la nueva de que su mujer se le había ido, ni siquiera le pasó por la cabeza la intención de salir a buscarla. Dejó que se fuera sin indagar para nada ni con quién ni para dónde, con tal de no bajar al pueblo. Dejó que se le fuera como se le había ido todo lo demás, sin meter las manos. Ya lo único que le quedaba para cuidar era la vida, y ésta la conservaría a como diera lugar. No podía dejar que lo mataran. No podía. Mucho menos ahora.

Pero para eso lo habían traído de allá, de Palo de Venado. No necesitaron amarrarlo para que los siguiera. Él anduvo solo, únicamente maniatado por el miedo. Ellos se dieron cuenta de que no podía correr con aquel cuerpo viejo, con aquellas piernas flacas como sicuas[6] secas, acalambradas por el miedo de morir. Porque a eso iba. A morir. Se lo dijeron.

Desde entonces lo supo. Comenzó a sentir esa comezón en el estómago que le llegaba de pronto siempre que veía de cerca la muerte y que le sacaba el ansia por los ojos, y que le hinchaba la boca con aquellos buches de agua agria que tenía que tragarse sin querer. Y esa cosa que le hacía los pies pesados mientras su cabeza se le ablandaba y el corazón le pegaba con todas sus fuerzas en las costillas. No, no podía acostumbrarse a la idea de que lo mataran.

Tenía que haber alguna esperanza. En algún lugar podría aún quedar alguna esperanza. Tal vez ellos se hubieran equivocado. Quizá buscaban a otro Juvencio Nava y no al Juvencio Nava que era él.

Caminó entre aquellos hombres en silencio, con los brazos caídos. La madrugada era oscura, sin estrellas. El viento soplaba despacio, se llevaba la tierra seca y traía más, llena de ese olor como de orines que tiene el polvo de los caminos.

Sus ojos, que se habían apeñuscado[7] con los años, venían viendo la tierra, aquí, debajo de sus pies, a pesar de la oscuridad. Allí en la tierra estaba toda su vida. Sesenta años de vivir sobre de ella, de encerrarla entre sus manos, de haberla probado como se prueba el sabor de la carne.

Se vino largo rato desmenuzándola con los ojos, saboreando cada pedazo como si fuera el último, sabiendo casi que sería el último.

Luego, como queriendo decir algo, miraba a los hombres que iban junto a él. Iba a decirles que lo soltaran, que lo dejaran que se fuera: "Yo no le he hecho daño a nadie, muchachos", iba a decirles, pero se quedaba callado. "Más adelantito se lo diré", pensaba.

Y sólo los veía. Podía hasta imaginar que eran sus amigos; pero no quería hacerlo. No lo eran. No sabía quiénes eran. Los veía a su lado ladeándose y agachándose de vez en cuando para ver por dónde seguía el camino.

Los había visto por primera vez al pardear de la tarde, en esa hora desteñida en que todo parece chamuscado. Habían atravesado los surcos pisando la milpa[8] tierna. Y él había bajado a eso: a decirles que allí estaba comenzando a crecer la milpa. Pero ellos no se detuvieron.

Los había visto con tiempo. Siempre tuvo la suerte de ver con tiempo todo. Pudo haberse escondido, caminar unas cuantas horas por el cerro mientras ellos se iban y después volver a bajar. Al fin y al cabo la milpa no se lograría de ningún modo. Ya era tiempo de que hubieran venido las aguas y las aguas no aparecían y la milpa comenzaba a marchitarse. No tardaría en estar seca del todo.

Así que ni valía la pena de haber bajado; haberse metido entre aquellos hombres como en un agujero, para ya no volver a salir.

Y ahora seguía junto a ellos, aguantándose las ganas de decirles que lo soltaran. No les veía la cara; sólo veía los bultos que se repegaban o se separaban de él. De manera que cuando se puso a hablar, no supo si lo habían oído. Dijo:

-Yo nunca le he hecho daño a nadie- eso dijo. Pero nada cambió. Ninguno de los bultos pareció darse cuenta. Las caras no se volvieron a verlo. Siguieron igual, como si hubieran venido dormidos.

Entonces pensó que no tenía nada más que decir, que tendría que buscar la esperanza en algún otro lado. Dejó caer otra vez los brazos y entró en las primeras casas del pueblo en medio de aquellos cuatro hombres oscurecidos por el color negro de la noche.

-Mi coronel aquí está el hombre.

Se habían detenido delante del boquete de la puerta. Él, con el sombrero en la mano, por respeto, esperando ver salir a alguien. Pero sólo salió la voz:

-¿Cuál hombre? -preguntaron.

-El de Palo de Venado, mi coronel. El que usted nos mandó a traer.

-Pregúntale que si ha vivido alguna vez en Alima- volvió a decir la voz de allá adentro.

-¡Ey, tú! ¿Que si has habitado en Alima?-repitió la pregunta el sargento que estaba frente a él.

-Sí. Dile al coronel que de allá mismo soy. Y que allí he vivido hasta hace poco.

-Pregúntale que si conoció a Guadalupe Terreros.

-Que dizque si conociste a Guadalupe Terreros.

-¿A don Lupe? Sí. Dile que sí lo conocí. Ya murió.

Entonces la voz de allá adentro cambió de tono:

-Ya sé que murió -dijo- Y siguió hablando como si platicara[9] con alguien allá, al otro lado de la pared de carrizos[10]:

-Guadalupe Terreros era mi padre. Cuando crecí y lo busqué me dijeron que estaba muerto. Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta. Con nosotros eso pasó.

"Luego supe que lo habían matado a machetazos, clavándole después una pica de buey en el estómago. Me contaron que duró más de dos días perdido y que, cuando lo encontraron tirado en un arroyo, todavía estaba agonizando y pidiendo el encargo de que le cuidaran a su familia."

"Esto, con el tiempo, parece olvidarse. Uno trata de olvidarlo. Lo que no se olvida es llegar a saber que el que hizo aquello está aún vivo, alimentando su alma podrida con la ilusión de la vida eterna. No podría perdonar a ése, aunque no lo conozco; pero el hecho de que se haya puesto en el lugar donde yo sé que está, me da ánimos para acabar con él. No puedo perdonarle que siga viviendo. No debía haber nacido nunca."

Desde acá, desde fuera, se oyó bien claro cuanto dijo. Después ordenó:

-¡Llévenselo y amárrenlo un rato, para que padezca, y luego fusílenlo!

-¡Mírame, coronel -pidió él!-. Ya no valgo nada. No tardaré en morirme solito, derrengado de viejo. ¡No me mates...!

-¡Llévenselo!- volvió a decir la voz de adentro.

-...Ya he pagado, coronel. He pagado muchas veces. Todo me lo quitaron. Me castigaron de muchos modos. Me he pasado cosa de cuarenta años escondido como un apestado, siempre con el pálpito[11] de que en cualquier rato me matarían. No merezco morir así, coronel. Déjame que, al menos, el Señor me perdone. !No me mates!, !Diles que no me maten!

Estaba allí, Como si lo hubieran golpeado, sacudiendo su sombrero contra la tierra. Gritando. En seguida la voz de allá adentro dijo:

-Amárrenlo y denle algo de beber hasta que se emborrache para que no le duelan los tiros.

Ahora, por fin, se había apaciguado. Estaba allí arrinconado al pie del horcón. Había venido su hijo Justino y su hijo Justino se había ido y había vuelto y ahora otra vez venía.

Lo echó encima del burro. Lo apretaló bien apretado al aparejo para que no se fuese a caer por el camino. Le metió su cabeza dentro de un costal para que no diera mala impresión. Y luego le hizo pelos al burro[12] y se fueron, arrebiatados, de prisa, para llegar a Palo de Venado todavía con tiempo para arreglar el velorio del difunto.

- Tu nuera y los nietos te extrañarán - iba diciéndole-. Te mirarán a la cara y creerán que no eres tú. Se les afigurará que te ha comido el coyote cuando te vean con esa cara tan llena de boquetes por tanto tiro de gracia como te dieron.

Breve biografía de Juan Rulfo:”…gran escritor y fotógrafo mexicano, cuyo verdadero nombre era Juan Nepomuceno Carlos Pérez Vizcaíno, (…) de una familia acomodada, que perdió todo dclip_image003urante la Revolución. Jalisco era un estado aislado, mísero, fanático y violento.

Su niñez se vio afectada por las luchas religiosas de su país, la "guerra de los cristeros[13]", que fue particularmente violenta en el estado de Jalisco, lo que le llevó a decir: "Entonces viví en una zona de devastación. No sólo de devastación humana, sino devastación geográfica. Nunca encontré ni he encontrado hasta la fecha, la lógica de todo eso. No se puede atribuir a la Revolución. Fue más bien una cosa atávica, una cosa de destino, una cosa ilógica". (…) Desde muy joven pierde a su padre, asesinado de un disparo en la nuca, y luego a su madre, por lo que fue recluido en un orfanato de Guadalajara. También varios tíos suyos murieron en circunstancias trágicas.

Por eso, el elemento fundamental en sus relatos rulfianos será la muerte. Pocas veces se refiere a ella directamente, pero su sombra figura en cada enunciado. La muerte es el ambiente en el que los personajes viven (¿o mueren?) su historia”. (Condensado de http://antorcha.org; foto de biografiasyvidas.com)

Sabido es que Rulfo sólo escribió dos novelas: El Llano en Llamas (17 cuentos cortos) y Pedro Paramo. Lo que no es tan conocido es su extrema obsesión por utilizar la palabra justa, precisa, para decir en poco lo mucho. Una y otra vez tachaba, volvía a escribir y re-escribir un texto hasta lograr que expresará la forma de hablar, de expresarse de su pueblo. Su realidad social y política,- en especial del campesino-, aspectos que en ocasiones los críticos literarios omiten o dan por conocidos.

Don Ramón del Valle Inclán[14], vivió íntimamente los azares de la Revolución Agraria mexicana, lo que refleja de una u otra forma en su obra Tirano Banderas, donde los gachupines[15] y su poder económico ocupan importante lugar. En nuestro criterio el éxito de Rulfo y su obra está precisamente en mostrar la sordidez, corrupción, violencia, engaño de un período de la historia de México. Similar, por demás, al de muchas otras naciones latinoamericanas. Esta narración es demasiado extensa para el espacio de este blog. La acogemos como homenaje y recordación a quien escribió la verdad de una época como la hablaba y sentía su pueblo.

LAS RECETAS DE LA ABUELA.

clip_image004Estas recetas las he recogido por la práctica durante años en Cuba y España y a unos y a otros siempre les ha encantado, por lo que espero que la disfrutéis con la familia, amigos e invitados, es el deseo de los editores Y+R. ((Imagen de websiglo21.net)

Nº.1.- Flan de las tres leches.

Preparar un molde o dos previamente acaramelados, es decir, con caramelo líquido por dentro, ya sea el que se compra en los mercados o el que yo hago en casa con azúcar morena derritiéndola con un recipiente al fuego (se recomienda hacerlo con mucho cuidado, pues una gota sobre la piel deja quemaduras dolorosas)

Ingredientes:

5 huevos, (clara y yema)

¾ de litro de leche entera, (brick, pomo, etc.)

1 lata de leche evaporada,[16]

Leche condensada para endulzar a gusto,

1 pizca de sal, (la puntita de la cucharita de café)

5 gotas de vainilla líquida.

Modo de proceder:

-Encender el horno 15 minutos antes de comenzar a hacer el flan.

-Batir fuertemente los huevos hasta que queden bien ligados, añadiendo entonces las tres leches (entera, evaporada y condensada). Recuerde que ésta última es para endulzar y la cantidad depende del grado que se desee. Poner a esta mezcla la pizca de sal y las cinco gotas de vainilla líquida. Si se desea añadir frutas (melocotones, fresas frutos secos, etc.), este es el momento. Advertencia: si los frutos son dulces, deberá disminuir la cantidad de leche condensada.

Poner toda la mezcla en los moldes y estos en baño María en el horno durante 25 minutos. Antes de sacarlo del horno, introducir la punta de un cuchillo para saber si tiene la cocción necesaria: si éste sale limpio, ya tenemos listo el Flan de las tres leches.

Refrescarlo a temperatura ambiente e introducirlo en el frigorífico, si es posible hasta el otro día, pero si le pasa lo que a mí,- que el nieto llega pidiendo flan-, lo pongo en el congelador ½ hora antes, para que lo disfrute rápido. Como aprecian, no es demasiado trabajo y queda exquisito.

DE MEDICINA, CIENCIA, TÉCNICA Y ALGO MÁS…

El error de los artríticos: volverse inactivos. BBC Mundo. El camino más corto a un empeoramiento de la artritis es la inactividad. Un estudio que trabajó con pacientes con artritis entre los 49 y los 84 años descubrió que la actividad física permite controlar e incluso reducir el dolor, aparte de incentivar un mejor funcionamiento general del cuerpo.

Sin embargo, el estudio llevado a cabo por Feinberg School of Medicine, de Chicago, EE.UU., demostró que más de la mitad de las mujeres y el 40% de los hombres que sufren de artritis llevan una vida sedentaria en extremo.

Los investigadores les aplicaron a 1.000 pacientes de osteoartritis radiográfica de la rodilla un acelerómetro - un pequeño y sofisticado aparato para registrar su actividad física durante la vigilia, por el plazo de una semana. La doctora Dorothy Dunlop, profesora asociada de medicina en Feinberg y principal autora del estudio, afirma que no dejó de sorprenderla la discrepancia entre el nivel de actividad "referido" y el nivel real. "Suponíamos que la gente podría haber exagerado su nivel de actividad al reportarlo en estudios anteriores, pero nuestra sorpresa fue grande al comprobar que las tasas de actividad física eran muchísimo menores de lo que se afirmaba antes".

Algunos estudios indican que el ejercicio moderado puede demorar y hasta prevenir la inmovilidad en la gente afectada por la artritis. Las pautas generales en EE.UU. recomiendan que la persona artrítica participe en unas dos horas y media, a la semana, en ejercicios de moderada intensidad y de bajo impacto.

La doctora Dunlop afirma: "El estudio estableció que menos de uno de cada siete hombres y una de cada doce mujeres cumplían con estas pautas cuando se les aplicó esta medición objetiva que permite el acelerómetro.

"Pero el descubrimiento más alarmante es que tanta gente haya caído en la categoría de los inactivos". Los participantes eran catalogados como inactivos si no cumplían con mantener un período de 10 minutos de actividad física entre moderada a vigorosa.

Una alternativa muy segura para ejercitarse es llevar a cabo actividades de bajo impacto como nadar o andar en bicicleta. "Como todo en la vida el ejercicio es bueno siempre y cuando se haga en los límites justos", le dijo a la BBC el doctor Jesús Tornero, portavoz de la Sociedad Española de Reumatología.

El simple hecho de cambiar de mano para cepillar los dientes, obliga la estimulación del cerebro. Es una técnica para mejorar la concentración, entrenando la creatividad y la inteligencia y así realiza un "ejercicio" cerebral útil que lo ayudará a mantener eficiente y con nuevas conexiones su cerebro: una forma de combatir el posible Alzheimer.

Los autores de este descubrimiento, Lawrence Katz y Manning Rubin (2000), revelan que estos ejercicios son una forma de ejercicio proyectado para mantener al cerebro ágil y saludable, creando nuevos y diferentes patrones de actividades de las neuronas de su cerebro, mejorando la conexión entre ambos hemisferios cerebrales que tienden a especializarse en determinadas funciones. Cerca del 80% de nuestro “día a día” está ocupada por rutinas, que tienen la ventaja de reducir el esfuerzo intelectual, pero esconden un efecto perverso: limitan la actividad y capacidad del cerebro.

Para contrariar esta tendencia, es necesario practicar ejercicios, que hagan a las personas pensar solamente en lo que están haciendo, concentrándose en esa tarea. El desafío es hacer todo aquello contrario a la rutina, obligando al cerebro a un trabajo adicional

Alguno de los ejercicios:

• Ponerse el reloj en la muñeca contraria a la que normalmente lo usa;

• Cepíllese los dientes con la mano contraria a la de costumbre:

• Camine por la casa de espalda. (En la China esta rutina la practican en los parques);

• Vístase con los ojos cerrados;

• Estimule el paladar con cosas diferentes;

• Vea las fotos “invertidas”; mire la hora de su reloj en el espejo (ello fuerza al cerebro a reinterpretar la imagen.)

• Cambie de camino para ir y volver del trabajo;

• Muchos otros, dependiendo de su inventiva.

No es difícil de hacer. Lo hace difícil "la rutina cerebral". Luche contra ella a favor de su salud. Cuanto mayor de edad sea más importante es hacerlo. El Alzheimer esta rondando su cerebro esperando una oportunidad. ¡Vale la pena probar! (Colaboración adaptada de Almudena N. y Rosario M. de E.)

 

PARA REFRESCAR…

1) ¡Papá, papá! ¡Mi mamá te engaña con otro hombre!

¡Le voy a dar una paliza a esa mujer!

Después de un rato el padre regresa y le dice al hijo:

¡Hijo, me asustaste, no era con otro hombre, era con el mismo de siempre!

2) En una clase el maestro pregunta a sus alumnos qué quieren ser de mayores:

-Dime Roberto:

-Ingeniero, maestro.

-¿Y tú, Carlitos?

-Bombero.

-¿Clara, y tú?

-Yo quiero ser mamá.

-Muy bien Clara, ¿Y tú Pepito?

-¡Yo quiero ayudar a Clara a que sea mamá!

3) En la clase de Biología la maestra pregunta:

Pepito, nómbrame un mamífero que no posea dientes.

¡Mi abuelo! (Colaboraciones de Héctor F.)

Ayuda al lector: Es aconsejable ampliar el texto con el zoom a 125-150% para facilitar la lectura. Un clic lo lleva a la referencia y otro sobre ella, lo trae de nuevo al texto que leía. Igualmente, si hace clic sobre las imágenes, casi siempre aparecerá, a tamaño original, el material donde fue tomada. Si desea volver al texto, debe hacer clic sobre la flecha superior izquierda de la pantalla. Siempre que nos es posible, preservamos el “vínculo” de origen de los materiales que utilizamos, por respeto al trabajo ajeno y su divulgación.

Fuentes: BBC; D.R.A.E.; Google; es.wikipedia.org/wiki;

Colaboraciones y sugerencias a: soyromel@gmail.com. Esta publicación se edita entre lunes y miércoles de cada semana. http://mangoconarroz.blogspot.com entre miércoles y domingo.

Información: Este blog se lee en países donde algunas palabras utilizadas en España no son de uso común. Por ello, explicamos el contenido o la intención de las que pensamos necesarias. El nº delante de la palabra indica la acepción tomada del Diccionario de la Real Academia. Por razones de espacio, algunos textos de las fuentes han sido resumidos. Si desea leer completo el tema, debe ir al original. Han sido preservados los datos esenciales.

Salvo que se especifique lo contrario, las negritas, itálicas, y subrayados son de los editores. El sentido de (…) es indicar que se ha consensado el texto original.

[1] paranera: llamase así a la extensión de terreno sembrado de la planta forrajera ”Paraná” destinada a la alimentación del ganado. (mx.ansvers.yahoo.com) Al parecer, procede de “El Paraná es un río de América del Sur que atraviesa la mitad sur del subcontinente y forma parte de la extensa cuenca combinada del Plata. Esta cuenca recoge las aguas de la mayoría de los ríos del sur del subcontinente, como el Paraná, el Paraguay, el Uruguay, sus afluentes y diversos humedales, como el Pantanal, los Esteros del Ibera y el Bañado la Estrella . Es la segunda cuenca más extensa de Sudamérica”. es.wikipedia.orga

[2] 1. m. Der. Despacho que libra un juez a otro de igual categoría para que mande dar cumplimiento a lo que le pide. (Orden de detención.)

[3] El personaje de Rulfo esta “hablando” con el lenguaje propio de un hombre de campo, por tanto, “fureño” es lo que “diría,” no el gramaticalmente correcto “fuereño”. Quien pueda consultar el original, que haga la aclaración correspondiente. “1. adj. Col., C. Rica, Guat., Hond. y Méx. forastero.” DRAE. “fuereño: en México. (sustantivo/adjetivo.) forastero, proveniente de otro lugar”. (.jergasdehablahispana.org)

[4] madroño: 4. m. Árbol americano que tiene hasta diez metros de altura, con fruto amarillo de pulpa blanca y con dos o más semillas. (el madroño mediterráneo, español no se parece a este árbol, ni en sus frutos ni altura.)

[5] verdolaga: 2. f. verdura (ǁ hortaliza). (Comestible, agradable. Comida de pobres.)

[6] sicuas: cordel, soga artesanal que fabrica el campesino con el sisal, fibra del henequén, que seca e hila formando sogas fuertes y tan extensas como necesite. “El sisal, es un agave también llamada henequén o ki,[1] en lengua maya, es una planta utilizada para fines comerciales. Es cultivada en regiones semiáridas. Se usa principalmente la fibra de las hojas que se procesan especialmente para fabricar cuerdas, cordeles, sacos, telas y tapetes” es.wikipedia.org.

[7] apeñuscar: apretar, entrecerrar.

[8] milpa: 1. f. América Central y México. Terreno dedicado al cultivo del maíz y a veces de otras semillas.

[9] 1. tr. conversar (ǁ hablar).

[10] carrizo, s: 1. m. Planta gramínea, indígena de España, con la raíz larga, rastrera y dulce, tallo de dos metros, hojas planas, lineares y lanceoladas, y flores en panojas anchas y copudas. Se cría cerca del agua y sus hojas sirven para forraje. Sus tallos servían para construir cielos rasos, y sus panojas, para hacer escobas.

[11] pálpito: 1. m. Presentimiento, corazonada.

[12] “Hacer pelos al burro.” “al burro que es flojo, aunque le hagan pelos” Refrán tradicional que significa lo que enuncia. "Hacer pelos" significa en el habla coloquial, según Rubio, "azuzar, estimular, provocar". Tanto la palabra "burro" como el animal mismo está muy presente en el habla popular mexicana: es símbolo de ignorancia y muchas otras cosas relacionadas con la tontería.” .academia.org.mx

[13] “La Guerra Cristera (también conocida como Guerra de los Cristeros o Cristiada) en México fue un conflicto armado que se prolongó desde 1926 a 1928 entre el gobierno de Plutarco Elías Calles y milicias de laicos, presbíteros y religiosos católicos que resistían la aplicación de legislación y políticas públicas orientadas a restringir la autonomía de la Iglesia católica. La original Constitución mexicana de 1917 establecía una política que (…), negaba la personería jurídica a las iglesias, subordinaba a éstas a fuertes controles por parte del Estado, prohibía la participación del clero en política, privaba a las iglesias de su derecho a poseer bienes raíces, desconocía derechos básicos de los así llamados "ministros del culto" e impedía el culto público fuera de los templos. Algunas estimaciones ubican el número de personas muertas en un máximo de 250 mil, entre civiles, efectivos de las fuerzas cristeras y del Ejército Mexicano.” es.wikipedia.org

[14] Don Ramón María del Valle Inclán (1886-1936): “fue un dramaturgo, poeta y novelista español, que formó parte de la corriente literaria denominada Modernismo en España y se encuentra próximo, en sus últimas obras, a la denominada Generación del 98; se le considera uno de los autores clave de la literatura española del siglo XX.” (R+Y Vivió en México durante la tiranía de Porfirio Díaz participando en las luchas internas, su obra fue censurada. Es un personaje de leyenda, increíble y único. De su talla y calibre da fe esto): “Tal y como dispuso días antes de su muerte, en el que precisó que: "No quiero a mi lado ni cura discreto, ni fraile humilde, ni jesuita sabiondo". es.wikipedia.org.

[15] gachupín, a: gachupín, a Nombre que se da a los españoles que se establecen en América.

s./ despectivo =cachupín. Gran Diccionario de la Lengua Española © Spes Editorial 2003

[16] Leche Evaporada: ésta leche no es fácil encontrarla en los mercados pequeños, pero sí en las grandes superficies. Es una leche sin azúcar, cremosa; para tomarla como leche normal hay que agregarle la misma cantidad de agua que de leche. Para postres, se utiliza sin añadirle agua. free counters

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