Autor: Edgar Allan Poe.
(Boston, 1,809 - †Baltimore, 1,849).
El barril de
amontillado*.
“Había yo soportado hasta donde me era posible
las mil ofensas de que Fortunato me hacía objeto, pero cuando se atrevió a
insultarme juré que me vengaría. Vosotros, sin embargo, que conocéis
harto bien mi alma, no pensaréis que proferí amenaza alguna. Me vengaría a la
larga; esto quedaba definitivamente decidido, pero, por lo mismo que era definitivo, excluía toda
idea de riesgo. No sólo debía castigar, sino castigar con impunidad.
No se repara un agravio cuando el castigo alcanza al reparador, y tampoco es
reparado si el vengador no es capaz de mostrarse como tal a quien lo ha
ofendido. [*El amontillado es un vino generoso propio del
Marco de Jerez,
en Cádiz y de
Montilla-Moriles, en Córdoba,
Andalucía
(España). Por sus
características enológicas se halla entre el fino y el oloroso. (1) Su nombre proviene
de la región vitivinícola de Montilla, lugar donde
nació en el siglo XVIII. Fuente: es.wikipedia.org]
Un punto débil tenía este Fortunato,
aunque en otros sentidos era hombre de respetar y aun de temer. Se
enorgullecía de ser un connaisseur en materia de vinos. En su mayor
parte, el entusiasmo que fingen se adapta al momento y a la oportunidad, a fin
de engañar a los millonarios ingleses y austriacos. En pintura y en alhajas
Fortunato era un impostor, como todos sus compatriotas; pero en lo
referente a vinos añejos procedía con sinceridad. No era yo diferente de él
en este sentido; experto en vendimias italianas, compraba con largueza todos los
vinos que podía.
Anochecía ya, una tarde en que la
semana de carnaval llegaba a su locura más extrema, cuando encontré a mi amigo. Acercóseme con excesiva
cordialidad, pues había estado bebiendo en demasía. Disfrazado de bufón,
lucía en la cabeza el cónico gorro de cascabeles. Me sentí tan contento al
verle, que me pareció que no terminaría nunca de estrechar su mano.
— Mi querido Fortunato —le
dije—, ¡qué suerte haberte encontrado! ¡Qué buen semblante tienes!
Figúrate que acabo de recibir un
barril de vino que pasa por amontillado, pero tengo mis dudas.
— ¿Cómo? exclamó Fortunato—.
¿Amontillado? ¿Un barril? ¡Imposible! ¡Y a mitad de carnaval…! Foto El VINO QUE BEBO - blogger
— Tengo mis dudas —insistí—,
pero he sido lo bastante tonto como para pagar su precio sin consultarte
antes. No pude dar contigo y tenía miedo de echar a perder un buen negocio.
— ¡Amontillado! —Tengo mis dudas. — ¡Amontillado! —Y
quiero salir de ellas.
— Como estás ocupado, me voy a
buscar a Lucresi. Si hay alguien con sentido crítico, es él. Me dirá que…
—Lucresi es incapaz de distinguir entre amontillado y jerez.
— Y sin embargo no faltan
tontos que afirman que su gusto es comparable al tuyo. — ¡Ven! ¡Vamos! —
¿A dónde? —A tu bodega. —No, amigo mío. No quiero aprovecharme de tu
bondad. Noto que estás ocupado, y Lucresi…
—No tengo nada que hacer; vamos.
—No, amigo mío. No se trata de
tus ocupaciones, pero veo que tienes un fuerte catarro. Las criptas son
terriblemente húmedas y están cubiertas de salitre. —Vamos lo mismo. Este
catarro no es nada. En cuanto a Lucresi, es incapaz de distinguir entre jerez y
amontillado.
Mientras decía esto, Fortunato
me tomó del brazo. Yo me puse un antifaz de seda negra y, ciñéndome una
roquelaure*, dejé que me llevara apresuradamente a mi
palazzo. No encontramos sirvientes en mi morada… Como les había dicho que
no volvería hasta la mañana siguiente, estaba bien seguro que todos ellos se
habían marchado de inmediato apenas les hube vuelto la espalda. [*Roquelaure: Un manto de llegar a punto, o justo por debajo,
de las rodillas, usado en el siglo XVIII. Escrito también roquelo.
Fuente: diccionario-internacional.com]
Saqué dos antorchas de sus anillas y,
entregando una a Fortunato, le conduje a través de múltiples habitaciones hasta
la arcada que daba acceso a las criptas. Descendimos una larga escalera de
caracol, mientras yo recomendaba a mi
amigo que bajara con precaución. Llegamos por fin al fondo y pisamos
juntos el húmedo suelo de las catacumbas de los Montresors.
—El barril —dijo. —Está más
delante —contesté—, pero observa las blancas telarañas que brillan en las
paredes de estas cavernas. Se volvió hacía mí y me miró en los ojos con
veladas pupilas, que destilaban el flujo de su embriaguez. — ¿Salitre?
—preguntó, después de un momento. —Salitre —repuse—. ¿Desde cuándo
tienes esa tos?
El violento acceso impidió a
mi pobre amigo contestarme
durante varios minutos. —No es nada —dijo por fin. —Vamos —declaré con
decisión—. Volvámonos; tu salud es preciosa. Eres rico, respetado, admirado,
querido; eres feliz como en un tiempo lo
fui yo. Tu desaparición sería lamentada,… Volvamos, pues, de lo
contrario, te enfermarás y no quiero tener esa responsabilidad. Además está
Lucresi, que…
Esta tos no es nada y no me matará.
No voy a morir de un acceso de tos. — dijo Fortunato—. —Ciertamente que
no —repuse—. No quería alarmarte innecesariamente. Un trago de este Medoc
nos protegerá de la humedad.
Bebe —agregué,
presentándole el vino y mirándome de soslayo, alzó la botella hasta sus labios.
Brindo —dijo— por los enterrados que reposan en torno de nosotros. —Y yo
brindo por que tengas una larga vida. —Estas criptas son enormes —observó
Fortunato. —Los Montresors —repliqué— fueron una distinguida y
numerosa familia. —He olvidado vuestras armas. —Un gran pie humano
de oro en campo de azur; el pie aplasta una serpiente rampante, cuyas garras se
hunden en el talón. — ¿Y el lema? —Nemo me impune
lacessit [«Nadie me ofende impunemente»
es.wikipedia.org]. — ¡Muy bien! —dijo Fortunato.
Chispeaba el vino en sus ojos y
tintineaban los cascabeles. Dejamos atrás largos muros formados por esqueletos
apilados, entre los cuales aparecían también barriles y pipas, hasta llegar a la
parte más recóndita de las catacumbas.
— ¡Mira cómo el salitre va en
aumento! —dije—. Abunda como el moho en las criptas. Estamos debajo del
lecho del río. Ven, volvámonos antes de que sea demasiado tarde. La
tos…
—No es nada —dijo Fortunato—. Sigamos
adelante, pero bebamos antes otro trago de Medoc.
Rompí el cuello de un frasco de De
Grâve y se lo alcancé. Lo vació de un trago y sus ojos se llenaron de una luz
salvaje. Riéndose, lanzó la botella hacia arriba, gesticulando en una forma que
no entendí. Lo miré, sorprendido.
¿No comprendes? —No —repuse.
—Entonces no eres de la hermandad. — ¿Cómo? - No eres un masón. — ¡Oh,
sí! —exclamé—. ¡Sí lo soy! -Haz un signo —dijo él—. Un signo.
—Mira —repuse, extrayendo de entre los pliegues de mi roquelaure
una pala de albañil. —Te estás burlando —exclamó Fortunato,…
—. Pero vamos a ver
ese amontillado. —Puesto que lo quieres —dije, guardando el utensilio y
ofreciendo otra vez mí brazo a Fortunato, que se apoyó pesadamente. Continuamos
nuestro camino en busca del amontillado. …, llegamos a una profunda cripta,
donde el aire estaba tan viciado que nuestras antorchas dejaron de llamear y
apenas alumbraban.
En el extremo más alejado de la
cripta se veía otra menos espaciosa,… Parecía haber sido construida sin ningún
propósito especial, ya que sólo constituía el intervalo entre dos de los
colosales soportes del techo de las catacumbas, y formaba su parte posterior la
pared, de sólido granito, que las limitaba.
Fue inútil que Fortunato, alzando su
mortecina antorcha, tratara de ver en lo hondo del nicho. La débil luz no
permitía adivinar dónde terminaba. —Continúa —dije—. Allí está el amontillado. En cuanto a
Lucresi…
—Es un ignorante —interrumpió mi amigo, mientras avanzaba
tambaleándose y yo le seguía pegado a sus talones. En un instante llegó al fondo
del nicho y, al ver que la roca interrumpía su marcha, se detuvo como atontado.
Un segundo más tarde quedaba encadenado
al granito. Había en la roca dos argollas de hierro,… Pasándole la cadena
alrededor de la cintura, me bastaron apenas unos segundos para aherrojarlo.
Demasiado estupefacto estaba para resistirse. Extraje la llave y salí del
nicho.
Pasa tu mano por la
pared —dije— y sentirás el salitre. Te aseguro que hay mucha humedad. Una
vez más, te imploro que volvamos. ¿No quieres? Pues entonces, tendré que
dejarte. Pero antes he de ofrecerte todos mis servicios. Foto: El amontillado 123RF
— ¡El amontillado! —exclamó mi amigo,
que no había vuelto aún de su estupefacción. —Es cierto —repliqué—. El
amontillado.
Mientras decía esas palabras, fui
hasta el montón de huesos de que ya he hablado. Echándolos a un lado, puse en
descubierto una cantidad de bloques de piedra y de mortero. Con estos materiales
y con ayuda de mi pala de albañil comencé vigorosamente a cerrar la entrada del
nicho. Apenas había colocado la primera hilera de mampostería, advertí
que la embriaguez de Fortunato se había disipado en buena parte. La primera
indicación nació de un quejido profundo que venía de lo hondo del nicho. No era el grito de un borracho.
Siguió un largo y obstinado silencio. Puse la segunda hilera, la tercera y la
cuarta; entonces oí la furiosa vibración
de la cadena. El ruido duró varios minutos, durante los cuales, y para poder escucharlo con más comodidad,
interrumpí mi labor y me senté sobre los huesos. Cuando, por fin, cesó el
resonar de la cadena, tomé de nuevo mi pala y terminé sin interrupción la
quinta, la sexta y la séptima hilera. La pared me llegaba ahora hasta el pecho.
Me detuve nuevamente y, alzando la antorcha sobre la mampostería, proyecté sus
débiles rayos sobre la figura allí encerrada.
Una sucesión de agudos y
penetrantes alaridos, brotando súbitamente de la garganta de aquella forma
encadenada, me hicieron retroceder con violencia. Vacilé un instante y temblé.
Desenvainando mi espada, me puse a tantear con ella el interior del nicho, pero
me bastó una rápida reflexión para tranquilizarme. Apoyé la mano sobre la sólida
muralla de la catacumba y me sentí satisfecho. Volví a acercarme al nicho y
contesté con mis alaridos a aquel que clamaba. Fui su eco, lo ayudé, lo
sobrepujé en volumen y en fuerza. Sí, así lo hice, y sus gritos acabaron por
cesar.
Había completado la octava, la novena
y la décima hilera. Terminé una parte de la undécima y última; sólo quedaba por
colocar y fijar una sola piedra. Luché con su peso y la coloqué parcialmente en
posición. Pero entonces brotó desde el
nicho una risa apagada que hizo erizar mis cabellos. Le sucedió una voz
lamentable, en la que me costó reconocer la del noble Fortunato.
— ¡Ja, ja… ja, ja! ¡Una excelente
broma, por cierto… una excelente broma…! ¡Cómo vamos a reírnos en el
palazzo… ja, ja… mientras bebamos… ja, ja! — ¡El
amontillado!—dije.
— ¡Ja, ja…! ¡Sí… el amontillado…!
Pero… ¿no se está haciendo tarde? ¿No nos estarán esperando en el palazzo… mi
esposa y los demás? ¡Vámonos!
—Sí —dije. Vámonos.
—Sí —dije. Vámonos.
— ¡Por el amor de Dios, Montresor!
Sí —dije—. Por el amor de Dios. Esperé en vano la respuesta a mis
palabras. Me impacienté y llamé en voz alta: — ¡Fortunato! Silencio. Llamé otra vez. —
¡Fortunato!
No hubo respuesta. Pasé una antorcha
por la abertura y la dejé caer dentro. Me apresuré a terminar mi trabajo. Puse
la última piedra en su sitio y la fijé con el mortero. Contra la nueva
mampostería volví a alzar la antigua pila de huesos. Durante medio siglo, ningún
mortal los ha perturbado. ¡Requiescat in pace! [¡Descanse en paz!]
[Sigue siendo el maestro Poe, a
pesar de los más de dos siglos transcurridos desde que escribió esta maravilla.
El texto ha sido ligeramente condensado.] (“The Cask of Amontillado”, 1,846).
Originalmente publicado in Godey’s Lady’s Book (noviembre
1,846) Fuente: http://www.literatura.us/idiomas/eap_barril.html
LAS RECETAS DE LA
ABUELA.
El codillo de cerdo es una
parte del despiece del cerdo: el codillo ubicado
entre la unión de los dos huesos de la pata donde se forma el codo. El codillo tiene
un sabor fuerte, es muy aromático, contiene abundante grasa y cuando se prepara
es necesario que esté cociendo bastante
tiempo; algunas recetas hablan de varias horas.
En la cocina alemana se
conoce también bajo la denominación de Hachse, o incluso Stelze.
…, la mayoría de las veces en salazón; en Berlín se suele servir acompañado de col En el sur de
Alemania y en Austria a menudo es cocinado
en horno, soliéndose comer con sauerkraut
(guisantes). En la cocina china se cuecen
lentamente los ingredientes en salsas aromatizadas, como por ejemplo salsa de soja y vino de arroz. Uno de estos
platos es el codillo de cerdo con
azúcar que se encuentra en la región de Suchow-Wuhsi en el
noroeste de Shanghái.
En la cocina polaca, la golonka es un codillo de cerdo previamente marinado y
cocido, lo mismo que en Berlín y en el norte de Alemania. En las cartas de los
restaurantes podemos ver "golonka po Bawarsku" (a la bávara), que además está
asada al horno. Fuente:
es.wikipedia.org
Esta es una de sus variantes en la
cocina española:
Codillo de cerdo adobado al
horno:
Ingredientes: (3
raciones)
1 codillo de
cerdo.
1 vaso de vino tinto, romero, sal al gusto.
4 dientes de ajo.
1 cucharada de pimentón picante opcional.
Aceite de oliva y agua al gusto.
1 vaso de vino tinto, romero, sal al gusto.
4 dientes de ajo.
1 cucharada de pimentón picante opcional.
Aceite de oliva y agua al gusto.
Procedimiento:
1.-El día antes ponemos
el codillo en un bol; en el mortero picamos los ajos, con sal, las hierbas
aromáticas y el pimentón, mezclamos con el vino y vertemos sobre el codillo,
mantenemos al fresco hasta el día siguiente, dándole la vuelta 3 o 4 veces en
ese tiempo para que coja bien todo el sabor.
2 -Ponemos el horno a
calentar a 200ºC = 400ºF, la parte de arriba y la de abajo del horno; ponemos el
codillo en una fuente de horno y regamos con el adobo, añadimos 1 vaso de agua y
un buen chorrito de aceite de oliva.
3.-Cuando el horno haya
alcanzado la temperatura programada, ponemos el codillo y lo dejamos cocer
aproximadamente unas 2 horas, regándolo con su caldito de vez en cuando, si falta líquido vamos añadiendo mitad agua y
mitad vino.
4.-Cuando este tierno
y bien crujiente servimos acompañado de unas patatas fritas, y con un poco
de salsita.
DEL HOGAR Y ALGO
MÁS…
Las pipas, semillas de
girasol o maravillas son semillas comestibles de los
aquenios de la planta
llamada comúnmente girasol (Helianthus
annuus). Usualmente, se vende el fruto completo y se consume el
interior como aperitivo, desechando
la cáscara (pericarpio).
Existen distintas variedades de pipas, dependiendo de la variedad de girasol; además de
emplearse en alimentación humana, algunas
de ellas se emplean en alimentación animal,
especialmente de aves, en cuyo caso
no se salan.
En origen, el girasol silvestre
procede de Norteamérica y Centroamérica, aunque la comercialización de la planta
sucedió por vez primera en Rusia. No obstante, los nativos americanos emplearon diferentes
cultivos, cuya producción de pipas era diversa: las había de color miel, blanco,
y la variedad más conocida, la pipa con rayas blancas y negras. (2)
Dichos nativos empleaban las pipas de
diversa forma: podían moler la semilla y utilizarla para hacer tortas en forma
de pan. En ocasiones
mezclaban las semillas con calabaza o maíz. Es muy probable que
incluso fabricaran un aceite que utilizaran en la elaboración del pan. Otros
usos ajenos a la alimentación eran: como colorante, tiñendo ropas o
el propio cuerpo, con función decorativa; y como aceite, empleado en la
piel y el cabello. Había ceremonias
donde tanto la semilla de girasol como la propia planta eran elementos
utilizados.
Las pipas de girasol son un alimento
hipergraso, muy rico en minerales y algunas vitaminas. Contienen, por cada 100 g de producto,
49,57 g de lípidos, 8,76 g de
glúcidos y 22,78 g de
proteínas.
En cuanto a su composición en
vitaminas y minerales (por cada 100 g de producto) destacan, por su alto
contenido, el fósforo, con 705 mg; el
magnesio, con 354 mg; y la
vitamina E, con 4,5 mg.
Por todo lo cual, es muy conveniente
comer estas pipas.
INFORMACIONES ÚTILES
PARA MEJORAR NUESTRA SALUD:
¿Toxinas en los recipientes para la comida
rápida? Encuentran que las cajas y los
envoltorios contienen sustancias químicas fluoradas nocivas, según un
estudio.
¿Cuándo puedo empezar a darle mantequilla de maní a mi
bebé? Fuente: Academia Americana de
Pediatría.
Súper Tazón Fuente:
Departamento de Agricultura, Servicio de Inocuidad e Inspección de los
Alimentos.
Las parejas obesas podrían tardar más en
concebir El peso del
hombre parece también afectar el éxito del embarazo, encuentra un
estudio.
Sugerencias saludables para el corazón para su lista de la
compra Empiece por poner muchas
verduras, preferiblemente con una variedad de colores, según una cardióloga.
Los vínculos son de HealthDay, si no se especifica otra
fuente.
PARA
REFRESCAR.
5. Los 15 mitos científicos que nos seguimos
creyendo [La foto y los vínculos del 1 al 5 son de
Taringa.net.]
1. La pubertad: - Mira
Mamá, ya me están creciendo los pechos.
- Si, ya vi, tienes que empezar adelgazar un poco Manuel.
- Si, ya vi, tienes que empezar adelgazar un poco Manuel.
2. El chiste de Pocoyo:
- ¿Te sabes el chiste de Pocoyo?
- No. - Pues TAMPOCOYO.
- No. - Pues TAMPOCOYO.
3. Desconfianza
justificada: Yo no me fio de los cirujanos. Son expertos en manejar
cuchillos, se cubren la cara para no ser reconocidos y usan guantes para no
dejar huellas.
4. Doble moral divina:
Jesucristo está en la cruz gritando: - Malditos hijos de..., romanos,
cabronesss... En esto que se acerca Pedro corriendo y le dice: - Maestro,
maestro que viene la prensa. - Señor, perdónales porqué no saben lo que
hacen.
5. Un perro
extraordinario: - Mi perro es extraordinario: cuando quiere baila estilo
hawaiana, cuando quiere me recoge las zapatillas y me las trae, cuando quiere
canta como Sinatra. - ¿En serio?
- Sí, lo malo es que nunca quiere.
Los cinco chistes son de
1000chistes.com
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sido de su agrado recomiéndelo a sus amigos. Gracias. Yskra y
Romel.
Próxima
edición: 11-12 de mayo.
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ingresos por él. Sólo lo creamos para intentar brindarle información y
entretenimiento, del cual disfrutamos los Editores. Por razones de espacio
algunos textos han sido resumidos. Si desea leer completo el tema, debe ir al
vínculo al pie del texto. Han sido preservados los datos esenciales. Salvo que
se especifique lo contrario, las negritas, itálicas, y
subrayados son del Editor. El sentido de (…) y de… es indicar que se ha
condensado el original. Los comentarios entre [ ] son del Editor. Nuestros blogs
son posibles por los servicios gratuitos de diferentes empresas internacionales
de comunicación y los Alertas de Google. Gracias.