martes, 22 de mayo de 2018

307. Cuento.

Lino Novás Calvo fue un periodista extraordinario y destacado narrador cubano (≈7/8 libros). Nació en Grañas de Sor, provincia de La Coruña (España), el 24 de septiembre de 1903 y murió en la ciudad de Nueva York, el 24 de marzo de 1983. En 1910 fue enviado a Cuba, a vivir con un tío materno. Pertenece al grupo de escritores, poetas y cuenteros que en el primer tercio del siglo XX iniciaron la narrativa campesina y social en Cuba, sin alcanzar la autenticidad y profundidad de Juan Rulfo. Su vida merece ser uno de nuestros Personajes en un blog futuro. La Editora. De él: “El Bejuco”

Fue una de las más terribles experiencias de mi vida. Tenía entonces unos veinte años, y hacía cinco que recorría la Isla, trabajando aquí, vagando allá, siempre deseoso de dejar una faena para emprender otra, y siempre con los bolsillos vacíos. Nunca había tenido grandes tropiezos, sin embargo. Mi timidez natural me mandaba apartarme de riesgosas aventuras. Toda mi vida había sido un continuo moverse lentamente bajo el sol mientras que la fantasía me traía regalos inaprehensibles. A un ser nervioso e impresionable como yo, sólo podían estarle reservadas pequeñas emociones, escenas corrientes con el hombre y con el campo. Y sin embargo...

Era el quinto día que vagábamos de colonia* en colonia. [*Colonia: en Cuba, pequeñas haciendas, generalmente sembradas con caña de azúcar] Durante ese tiempo, el dinero se había ido agotando, y la probabilidad de obtener otro era cada vez menos segura. Yo no sé si atribuirlo a que su fama había llegado a oídos de los mayorales. Creo que así era. Desde que huyera de mi casa, yo había corrido mucho por el campo y encontrado siempre donde pegar [trabajar]. Sólo aquella vez —desde que me juntara con aquel desconocido— la suerte comenzó a irse y a no haber trabajo.

Era el comienzo de la zafra [periodo de cosecha de la caña y fabricación del azúcar]. Las manadas de haitianos pasaban, trashumantes. [Naturales de la vecina y pobrísima Haití. Ilegales. Explotados y excluidos.] Los administradores de colonias les salían al paso para convencerlos de que en sus campos había mejor caña y atraerlos. Detrás íbamos nosotros, y nos dejaban pasar, mirándonos desde el canto del ojo.

No quedaba sino esperar. La luna se levantaba sobre el cañaveral y lo doraba a plomo. A distancia se sentía el tambor de un barracón, [albergue, barraca muy humilde] donde los negros [haitianos] celebraban algún rito. Era un batir lúgubre y solemne. Un lamento fúnebre de cueros vivientes que se ahogaba en la calma sofocante de la noche. Durante largo rato estuvimos tumbados entre la caña, a poca distancia uno del otro, escuchando con la respiración contenida por el roce de los pasos que nos seguían. Poco a poco me fui arrastrando hacia él. Todavía oímos como un crujir de ruedas en la línea [del tren], un batir de herraduras sobre alguna plancha de cinc de las que había lanzado el último ciclón [borrasca]. Luego, calma. No estábamos, sin embargo, muy seguros de que no nos siguiera la rural, [despiadada policía militarizada de los campos] o tal vez, una partida formada en el batey [poblado agrícola]. Conocíamos muy bien la traición de los pies sobre una tierra húmeda y sin piedras. Poco a poco fue renaciendo la confianza en nosotros.
A la luz de un claro que se abría en torno suyo vi su rostro desencajado, y sus ojos abiertos, terriblemente abiertos, me aterrorizaron. Pensé que algo semejante le ocurriría a él respecto de mí. Cuando quise hablar, mi voz se hiló en una especie de suspiro, como si un escape interior me impidiera hacer presión en la garganta. Alargué la mano tímidamente, para cerciorarme de si el hombre que tenía delante era realmente un ser vivo, o un cadáver de varios días, como el que habíamos hallado cierta vez en el corte. Mi compañero movió ligeramente la cabeza y entonces vi que su boca se rasgaba sobre una fila de dientes de un blancor poco más intenso que el de la piel. Se pasó el anverso de la mano por la frente, ató —así— las rodillas con los brazos, y dijo, en tono triste y resignado: —Hola, hermano.

Habíamos intentado saquear la tienda de una colonia cercana. Ni aún sé su nombre, y jamás me he vuelto a personar por allí. Fue una tentación horrible. La noche anterior dormíamos en un barracón vacío y en la mañana fuimos a la Administración a pedir trabajo. Mientras hablábamos con el jefe —un hombrecillo curtido de mirada muy aguda— tiramos un vistazo a la ventana del fondo. Era todo lo que deseábamos. Cuando nos hubimos separado algunos metros del lugar, sin haber logrado nada, mi compañero me dio ligeramente con el codo y me dijo: —No hay que afligirse. Mañana tendremos cobrado.

Y lo que son las cosas. Allí estábamos los dos, en medio del cañaveral, con los ojos vueltos hacia el cielo vacío y lunar de la noche. No habría cobro. No habría nada como no fuera una batida de machete o un balazo en la cabeza. El administrador aquel debió de adivinar nuestros planes o el azar fue quien lo preparó así. Debo advertir que yo no había sido nunca ladrón. El primer intento me embargó de tal modo que antes de que mi compañero pusiese los pies en la tienda ya yo me daba a rastrear con las manos sobre las cajas.

Quizá a tal imprudencia se debió que se diera la alarma, pues tropecé y caí, y el jefe se presentó ante nosotros. Quizá, yo no sé. Ni sé cómo los hombres que aparecieron como por encanto armados, en torno suyo, no nos troncharon allí mismo con sus mochas. Sin embargo, nos dieron de patadas; con el machete plano [Parecido a un sable corto, con filo por un lado, que se utiliza para cortar la caña], pero apenas si nos sacaron sangre. Estábamos rodeados de ellos y, de pronto, uno se apartó para dejarnos paso.

Era un hombre bajito, lo recuerdo muy bien. Uno piensa en esas almas anónimas que hacen el bien sin ninguna esperanza de recompensa y entonces se siente tentado de amar a la humanidad. Aquel hombre nos salvó la vida, y quién sabe cuánto le habrá costado a él.

Corrimos. Atravesamos líneas, campos de espartillo, saltamos tranqueras... No sé. Corrimos mucho tiempo y a todo meter. Acaso todo fue alucinación nuestra; pero a cada salto sentíamos que el tropel nos seguía más de cerca. Cuando caímos, rendidos, nos pareció que el galope continuaba ante nosotros. Luego todo quedó en calma. Sólo se oía el tambor lejano y el canto lúgubre, medio católico, medio africano, de los haitianos.

Hola —dije al fin, acercándome más a él—. ¿Herido? —No. Sólo algunos rasguños. Sus labios se cerraron y una larga inhalación de aire le hinchó el pecho. —Estamos de malas. —Estamos de malas —afirmó de nuevo, levantando la vista por encima del inmenso mar de caña que se alomaba en la distancia. Sus ojos chinoides parecían clavados en el rostro. Acuclillado como estaba, igual que yo, la camisa pegada a la piel, el pelo en desorden, su figura tenía todas las apariencias que debieron caracterizar a los primitivos habitantes de Cuba.

Era un hombre de mediana edad, pálido, flaco, y de movimientos excesivamente rápidos. Sus largos dedos se entreveraban sobre las canillas y sus pies juntos daban la impresión de estar sujetos por unos grillos invisibles. En ese momento el batir del tambor cesó un instante, y los dos nos quedamos observando mutuamente, pendiente cada uno de la resolución del otro.

Muchacho —dijo al fin—, la cosa ha terminado. Calló en seco y volvió a menear la cabeza: — ¡La Cosa! ¿Sabes tú lo que es eso? Somos seres errantes, apedreados en un lado, magullados en otro. El hombre debiera ser como el árbol, tener raíces como el árbol. Pero el hombre es como una rueda y una vez impulsado no cesa hasta deshacerse.

Fuente condensada y foto: http://www.literatura.us/lino/bejuco.html

LAS RECETAS DE LA ABUELA.
La gastronomía de Cuba es una fusión de las costumbres taína, la cocina española, africana y caribeña. Las recetas cubanas comparten las sabidurías de la combinación entre las especias y las técnicas heredadas, con unas ciertas influencias caribeñas en especias y sabores. Existen influencias de los esclavos africanos que cultivaban la mayoría en las plantaciones de caña de azúcar, a pesar de que en la mayor parte de las ciudades constituyeron la minoría.

Las plantaciones de tabaco fueron habitadas principalmente por los campesinos españoles pobres, sobre todo de las Canarias. La parte oriental de la Isla también recibió cantidades masivas de inmigrantes franceses, haitianos y del Caribe, principalmente durante la Revolución haitiana, así como los trabajadores estacionales para la cosecha de la caña de azúcar, sobre todo españoles, durante la década de 1850. Esto implicó que la cocina cubana se convirtiera en algo localmente tradicional. En las mesas cubanas se solía servir un plato muy exquisito y típico llamado flan de plátanos maduros.

A la llegada de los europeos, los nativos cosechaban tubérculos existentes tales como la yuca, y el boniato o batata. Otras plantas que formaban parte del conuco (campo cosechado en las villas indocubanas) eran a saber, el maíz, la calabaza y el quimbombó. Entre las frutas originarias de la Isla se mencionan desde tiempos pretéritos, entre otras, la guayaba.

Entre las especies es muy importante mencionar el ají, nombre de origen taíno con el cual se le llaman en Cuba a los pimientos, ya sean dulces o picantes. La lista más amplia se encuentra dentro de los cárnicos, ya que era muy usual el consumo de especies marinas como tiburones, lisas, manjuaríes, careyes, kawamas (caguamas), Cobos, rabirrubias y chernas. Especies de agua dulce como la jicotea y biajaca, así como gran cantidad de aves y reptiles de gran tamaño como las iguanas y el cocodrilo cubano.

Los colonizadores españoles adoptaron todos los elementos descritos, subsistiendo hasta hoy en día platos antiguos como el casabe y el ajiaco. Posteriormente integraron a la dieta cubana las legumbres, el arroz, y los cítricos tales como naranjas y limones así como el ganado vacuno y porcino.
Los esclavos africanos incorporaron alimentos africanos como el ñame (una especie de tubérculo).

A partir del año 1,950 aproximadamente en Cuba aparecieron muchos restaurantes de origen asiático (chinos) que introdujeron platos muy al gusto de los cubanos, entre ellos el arroz frito, que hoy perdura pero que no tiene que ver para nada con aquel arroz frito chino ni con el que se come actualmente en otras partes del mundo.

ARROZ FRITO A LO CUBANO


INGREDIENTES:
3 tazas de arroz.
2½ tazas de agua.
3 cdas de aceite.
3 dientes de ajo.
1 cdta de raíz de jengibre fresco, seco, o rallado.
½ kg (1 lb) de carne de puerco ahumada o sin ahumar, jamón, mortadela, butifarra, mariscos, pescados etc. o la proteína que tenga a mano.
6 huevos cocinados en revoltillo o tortillas finitas.
4 cdas de salsa china.
2 tazas de col cruda cortada en hebras finas o de frijolitos chinos*
2 tazas de cebollinos bien picaditos.
*Renuevos o brotes.

PROCEDIMIENTO:
1.-Cocine el arroz de modo que resulte bien desgranado y déjelo enfriar. Es mejor hacerlo de un día para otro, sin sal ni grasa.

2.-Si va a usar mariscos, pescado o pollo, cocínelos primero y luego córtelos en tiras finas o pedacitos. Lo mismo debe hacer con la carne de puerco, jamón o mortadela.

3.-Los huevos bátalos bien y prepáralos en forma de tortillas.

4.-Lave y limpie bien los frijolitos y cebollinos. Si no tiene frijolitos, puede usar col cruda cortada en hebras y también otros vegetales como pimientos, pepinos, etc. y cortados en tiras.

5.-Caliente bien el aceite (para esta receta debe ser de maíz, maní, girasol, soya, etc., pues no tienen un sabor tan definido como el aceite de oliva que cambia el sabor del arroz frito.)

6.-Sofría los dientes de ajos machacados y cuando se empiecen a ver dorados añada el arroz frío y comience a revolverlo hasta que usted observe que el arroz está caliente.

7.-Añádale poco a poco y mientras lo revuelve, todos los ingredientes más o menos en el mismo orden en que aparecen en la receta. Si es posible, la raíz de jengibre se debe rallar directamente sobre el arroz y siempre lo último son los cebollinos.
Sírvalo caliente acompañado de salsa china adicional para que cada persona pueda añadirle la cantidad a su gusto.


EL HOGAR Y ALGO MÁS.
Menta spicata (Crantz, sinónimo M. viridis (L.)) conocida popularmente como hierbabuena o yerbabuena, es una especie del género Mentha, una hierba aromática muy empleada en gastronomía y perfumería por su sabor y olor. La forma más común de usar la hierbabuena es haciendo infusión con sus hojas. De esta forma se ayuda a tratar los problemas de indigestión, gases intestinales y las inflamaciones del hígado, actúa sobre la vesícula biliar ya que activa la producción de la bilis, además alivia los mareos y dolores.

Contiene mentol como principal componente activo, pudiendo actuar directamente sobre los nervios que transmiten la sensación dolorosa, amortiguando así tal sensación. También contiene mentona, felandreno y limoneno.

Estudios recientes han mostrado que la infusión de hierbabuena puede ser usada como un tratamiento leve de hirsutismo en las mujeres. Sus propiedades antiandrogénicas reducen el nivel de testosterona en la sangre. (1)​

En su uso tópico, el aceite con hierbabuena tiene acción relajante y actúa como anti irritante y analgésico con capacidad de reducir el dolor y de mejorar el flujo de la sangre al área afectada.

Al mezclar la infusión con aceite de oliva se obtiene un excelente ungüento que puede ser usado en compresas para curar las quemaduras y como calmante de calambres musculares, o como lubricante de aroma intenso y fresco. Fuente: es.wikipedia.org

INFORMACIONES ÚTILES:
Un poco de chocolate negro podría ayudar a "endulzar" la vista Opinión Bolivia. Quizá no reemplace a sus gafas recetadas, pero unos pocos cuadritos de chocolate negro podrían ofrecer una mejora ligera y temporal en la calidad de la vista, según sugiere una nueva investigación, informó HealthDay News en su portal en español. Foto: chocolate en varias presentaciones. Crédito: Morguefile.

Cómo tonificar el tobillo después de un esguince Fuente: Sociedad Americana de Ortopedia de Pie y Tobillo.


Esguinces del dedo pulgar Fuente: Sociedad Americana de Cirugía de la Mano.

Papilomatosis respiratoria recurrente o papilomatosis laríngea Fuente: Instituto Nacional de la Sordera y otros Trastornos de la Comunicación.

Colposcopia Fuente: Clínica Mayo.

POESÍA.

MIGUEL DE UNAMUNO Y JUGO (1864 - 1936). 

Poeta, dramaturgo, novelista, filósofo y ensayista español; de una sagacidad, agudeza e independencia poco frecuentes en la literatura hispánica. 

Unamuno es el mejor prototipo del pensamiento filosófico-moral que alienta y patrocina el trabajo crítico de los escritores de la Generación del 98
Fuente y foto: los poetas.com


ME DESTIERRO...
Me destierro a la memoria,
voy a vivir del recuerdo.
Buscadme, si me os pierdo,
en el yermo de la historia,

que es enfermedad la vida
y muero viviendo enfermo.
Me voy, pues, me voy al yermo
donde la muerte me olvida.

Y os llevo conmigo, hermanos,
para poblar mi desierto.
Cuando me creáis más muerto
retemblaré en vuestras manos.

Aquí os dejo mi alma? libro,
hombre? mundo verdadero.
Cuando vibres todo entero,
soy yo, lector, que en ti vibro.
PARA REFRESCAR.


Del ayer al presente: 1. Solterona. Hoy: Profesional independiente. 2. No tengo nada que hacer. Hoy: Voy al Spa. 3. “Hablar tonterías”. Hoy: Expresiones sacadas de contexto. 4. Loco de mierda. Hoy: Transgresor. 5. La tiendita de la esquina. Hoy: Mini Marquet. 6. “Ninguna mujer me da bola”. Hoy: “No encuentro mi tarjeta”. 7. Vestida “para salir”. Hoy: Fashion. 8. Humilde. Hoy: “Perfil bajo”. 9. Salir a dar una vuelta sin hacer nada. Hoy: “Voy de shopping.” 10. Sin ninguna profesión fija. Hoy: Consultor. Colaboración de Nelson L.

Impresionante. Lo hemos publicado en otro blog. Maravilloso. Colaboración de Jesús B. https://www.youtube.com/embed/NLjuGPBusxs

Viaje a Alberta, Canadá. Preciosa música y bellas vistas. Colaboración de Marcia M. https://www.youtube.com/embed/ThFCg0tBDck

Otra de Marcia M. https://www.youtube.com/embed/ThFCg0tBDck Hermosa danza, muy sensual y digna de verse.

Si este blog ha sido de su agrado recomiéndelo a sus amigos. Gracias. Yskra y Romel.

Próxima edición: 12 al 14 de junio.

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