lunes, 19 de marzo de 2012

32. Cuento: Un día de estos. Gabriel García Marquez.

Hoy, lunes 19 de marzo, es en el santoral el Día de San José, padre de nuestro Señor. En España es feriado,- como no podía ser menos; también el Día del Padre. Sean para a todos los Pepes y padres, nuestras felicitaciones y el deseo que las condiciones económicas mejoren y las sociales no empeoren.

Por coincidencia, es lunes. Esto permite tener un fin de semana más largo y también, ahorrar los 1,200 millones de euros (1,600 millones de U$D) al no ser interrumpidos los procesos industriales y productivos como ocurre cuando el feriado ocurre entre días laborables.

También es el 200 aniversario de la proclamación de la Constitución de Cádiz, la primera que cambio el concepto de súbditos por ciudadanos y muchas otras cosas que la división interna, el aislamiento del resto de la Península por la ocupación francesa y otros aspectos igualmente importantes dejaron sólo como una bandera hacia el futuro. Desaparecida con la Restauración del infame y cobarde Fernando VII, que ahogo en sangre y represiones cualquier intento de liberalización de la monarquía.

Sin quitar mérito al Día del Padre, iguales honores merece aquella avanzada democrática: algo más que la simple mención oportuna.

No queríamos dejar de recordar uno y otro acontecimiento. Ahora, les ofrecemos esta narración de un grande de la literatura iberoamericana. Disfrútenla en su Día que es también el de la Pepa[1].

Gabriel José de la Concordia García Márquez (1927) es un escritor, novelista, cuentista, guionista y periodista colombiano. En 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura). Es conocido familiarmente y por sus amigos como Gabito (hipocorístico[2] guajiro para Gabriel), o por su apócope Gabo desde que Eduardo Zalamea Borda subdirector del diario El Espectador, comenzara a llamarle así.[3]

Gabriel García Márquez ha sido inextricablemente relacionado con el realismo mágico y su obra más conocida, la novela Cien años de soledad, es considerada una de las más representativas de este género literario.[4] En 2007, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española lanzaron una edición popular conmemorativa de esta novela, por considerarla parte de los grandes clásicos hispánicos de todos los tiempos. El texto fue revisado por el propio Gabriel García Márquez.[5] [6]

Gabriel García Márquez es famoso tanto por su genio como escritor, como por su habilidad de usar este talento para compartir sus ideologías políticas.[7] Su amistad con el líder cubano Fidel Castro ha causado mucha controversia en el mundo literario y político [8].

Cuando sus padres se enamoraron, el padre de Luisa, coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía, se opuso a esa relación pues Gabriel Eligio García, que había llegado a Aracataca como telegrafista, no era el hombre que consideraba más adecuado para su hija, por ser hijo de madre soltera, pertenecer al Partido Conservador Colombiano y ser un mujeriego confeso.[3] Con la intención de separarlos, Luisa fue enviada fuera de la ciudad, pero Gabriel Eligio la cortejó con serenatas de violín, poemas de amor, innumerables cartas y frecuentes mensajes telegráficos. Finalmente la familia capituló y Luisa consiguió el permiso para casarse con Gabriel Eligio... La historia y tragicomedia de ese cortejo inspiraría más tarde a su hijo la novela El amor en los tiempos del cólera.[3]

Poco después del nacimiento de Gabriel, (quedó) al cuidado de sus abuelos maternos. Dado que vivió con ellos durante los primeros años de su vida, recibió una fuerte influencia del coronel Márquez, quien de joven mató a un hombre en un duelo y tuvo, además de los tres hijos oficiales, otros nueve con distintas madres. El Coronel era un liberal veterano de la Guerra de los Mil Días, muy respetado por sus copartidarios y conocido por su negativa a callar sobre la Masacre de las bananeras, suceso en el que murieron cientos de personas a manos de las Fuerzas Armadas de Colombia durante una huelga de los trabajadores de las bananeras, hecho que García Márquez plasmaría en su obra.[3]

El coronel, a quien Gabriel llamaba "Papalelo", describiéndolo como su «cordón umbilical con la historia y la realidad», fue también un excelente narrador y le enseñó, por ejemplo, a consultar frecuentemente el diccionario..., Frecuentemente decía: «Tú no sabes lo que pesa un muerto», refiriéndose así a que no había mayor carga que la de haber matado a un hombre, lección que García Márquez más tarde incorporaría en sus novelas.[3] [2] [10]

Su abuela,... "una mujer imaginativa y supersticiosa"[2] que llenaba la casa con historias de fantasmas, premoniciones, augurios y signos, fue de tanta influencia en GGM como su marido e incluso es señalada por el escritor como su primera y principal influencia literaria pues le inspiró la original forma en que ella trataba lo extraordinario como algo perfectamente natural cuando contaba historias y como sin importar cuán fantásticos o improbables fueran sus relatos, siempre los refería como si fueran una verdad irrefutable. Además del estilo, la abuela Mina inspiró también el personaje de Úrsula Iguarán que, unos treinta años más tarde, su nieto usaría en Cien años de soledad, su novela más popular.[3] [11]

Después de su graduación en 1947 (estudios secundarios), García Márquez se fue a Bogotá a estudiar derecho en la Universidad Nacional de Colombia, donde tuvo especial dedicación a la lectura. La metamorfosis de Franz Kafka «en la falsa traducción de Jorge Luis Borges»[12] fue una obra que le inspiró especialmente. Estaba emocionado con la idea de escribir, no literatura tradicional sino en un estilo similar a las historias de su abuela, en las que se «insertan acontecimientos extraordinarios y anomalías como si fueran simplemente un aspecto de la vida cotidiana». Su deseo de ser escritor crecía. Poco después, publicó su primer cuento,...

Aunque García Márquez nunca terminó sus estudios superiores, algunas universidades, como la Universidad de Columbia de Nueva York, le han otorgado un doctorado honoris causa en letras.[10]

La notoriedad mundial de García Márquez comienza cuando se publica Cien años de soledad en junio de 1967 y en una semana vendió 8 000 copias. De allí en adelante el éxito fue asegurado y la novela vendió una nueva edición cada semana, pasando a vender medio millón de copias en tres años. Fue traducido a más de veinticuatro idiomas y ganó cuatro premios internacionales. En 1969,.. fue denominado el «Mejor Libro Extranjero» en Francia. En 1970, fue publicado en inglés y fue escogido como uno de los mejores doce libros del año en EE.UU. Dos años después le fue concedido el Premio Rómulo Gallegos y el Premio Neustadt y en 1971 Mario Vargas Llosa publicó un libro acerca de su vida y obra.

En 1996 García Márquez publicó Noticias de un secuestro, donde combinó la orientación testimonial del periodismo y su propio estilo narrativo. Esta historia representa la onda inmensa de violencia y secuestros que Colombia continuaba encarando [6]. (Hemos respetado todo lo que ha sido posible la extensa e imparcial biografía de García Marquez que nos ofrece es.wikipedia.org, pero falta mucho de ella. Si desea conocerla, vaya allí. Confieso que prefiero a García Marquez, como a Carpentier, más como periodista que como escritor, pero “para gusto se han hecho colores y para olores las flores”). Leamos pues:

Un día de estos. Gabriel García Marquez

clip_image001[1](Imagen de historia12.jpg).

El lunes amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza montada aún en el molde de yeso y puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que ordenó de mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una camisa a rayas, sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado, y los pantalones sostenidos con cargadores elásticos. Era rígido, enjuto, con una mirada que raras veces correspondía a la situación, como la mirada de los sordos.

Cuando tuvo las cosas dispuestas sobre la mesa rodó la fresa hacia el sillón de resortes y se sentó a pulir la dentadura postiza. Parecía no pensar en lo que hacía, pero trabajaba con obstinación, pedaleando en la fresa incluso cuando no se servía de ella.

Después de las ocho hizo una pausa para mirar el cielo por la ventana y vio dos gallinazos[3] pensativos que se secaban al sol en el caballete de la casa vecina. Siguió trabajando con la idea de que antes del almuerzo volvería a llover. La voz destemplada de su hijo de once años lo sacó de su abstracción.

-Papá.

-Qué.

-Dice el alcalde que si le sacas una muela.

-Dile que no estoy aquí.

Estaba puliendo un diente de oro. Lo retiró a la distancia del brazo y lo examinó con los ojos a medio cerrar. En la salita de espera volvió a gritar su hijo.

-Dice que sí estás porque te está oyendo.

El dentista siguió examinando el diente. Sólo cuando lo puso en la mesa con los trabajos terminados, dijo:

-Mejor.

Volvió a operar la fresa. De una cajita de cartón donde guardaba las cosas por hacer, sacó un puente de varias piezas y empezó a pulir el oro.

-Papá.

-Qué.

Aún no había cambiado de expresión.

-Dice que si no le sacas la muela te pega un tiro.

Sin apresurarse, con un movimiento extremadamente tranquilo, dejó de pedalear en la fresa, la retiró del sillón y abrió por completo la gaveta inferior de la mesa. Allí estaba el revólver.

-Bueno -dijo-. Dile que venga a pegármelo.

Hizo girar el sillón hasta quedar de frente a la puerta, la mano apoyada en el borde de la gaveta. El alcalde apareció en el umbral. Se había afeitado la mejilla izquierda, pero en la otra, hinchada y dolorida, tenía una barba de cinco días. El dentista vio en sus ojos marchitos muchas noches de desesperación. Cerró la gaveta con la punta de los dedos y dijo suavemente:

-Siéntese.

-Buenos días -dijo el alcalde.

-Buenos -dijo el dentista.

Mientras hervían los instrumentos, el alcalde apoyó el cráneo en el cabezal de la silla y se sintió mejor. Respiraba un olor glacial. Era un gabinete pobre: una vieja silla de madera, la fresa de pedal, y una vidriera con pomos de loza. Frente a la silla, una ventana con un cancel de tela hasta la altura de un hombre. Cuando sintió que el dentista se acercaba, el alcalde afirmó los talones y abrió la boca.

Don Aurelio Escovar le movió la cara hacia la luz. Después de observar la muela dañada, ajustó la mandíbula con una cautelosa presión de los dedos.

-Tiene que ser sin anestesia -dijo.

-¿Por qué?

-Porque tiene un absceso.

El alcalde lo miró en los ojos.

-Está bien -dijo, y trató de sonreír. El dentista no le correspondió. Llevó a la mesa de trabajo la cacerola con los instrumentos hervidos y los sacó del agua con unas pinzas frías, todavía sin apresurarse. Después rodó la escupidera con la punta del zapato y fue a lavarse las manos en el aguamanil. Hizo todo sin mirar al alcalde. Pero el alcalde no lo perdió de vista.

Era una cordal inferior. El dentista abrió las piernas y apretó la muela con el gatillo caliente. El alcalde se aferró a las barras de la silla, descargó toda su fuerza en los pies y sintió un vacío helado en los riñones, pero no soltó un suspiro. El dentista sólo movió la muñeca. Sin rencor, más bien con una amarga ternura, dijo:

-Aquí nos paga veinte muertos, teniente.

El alcalde sintió un crujido de huesos en la mandíbula y sus ojos se llenaron de lágrimas. Pero no suspiró hasta que no sintió salir la muela. Entonces la vio a través de las lágrimas. Le pareció tan extraña a su dolor, que no pudo entender la tortura de sus cinco noches anteriores. Inclinado sobre la escupidera, sudoroso, jadeante, se desabotonó la guerrera y buscó a tientas el pañuelo en el bolsillo del pantalón. El dentista le dio un trapo limpio.

-Séquese las lágrimas -dijo.

El alcalde lo hizo. Estaba temblando. Mientras el dentista se lavaba las manos, vio el cielorraso desfondado y una telaraña polvorienta con huevos de araña e insectos muertos. El dentista regresó secándose las manos. “Acuéstese -dijo- y haga buches de agua de sal.” El alcalde se puso de pie, se despidió con un displicente saludo militar, y se dirigió a la puerta estirando las piernas, sin abotonarse la guerrera.

-Me pasa la cuenta -dijo.

-¿A usted o al municipio?

El alcalde no lo miró. Cerró la puerta, y dijo, a través de la red metálica.

-Es la misma vaina. (Tomado de //cuentos-latinoamericanos.com).

LAS RECETAS DE LA ABUELA.

clip_image002[1]Ajiaco es el nombre dado a un tipo de sopas típicas de la Hispanoamérica intertropical. Consiste usualmente en una sopa o guiso a base de diversos ingredientes sólidos como legumbres o tubérculos picados en trozos, y trozos pequeños de diversas carnes. Dependiendo de la zona o el país puede incluir o no ají.

Se encuentran en el Diccionario indio del gran Tolima la siguiente consideración: Ajiaco, Especie de sancocho con condimento de ají. Sostiene que su etiología está basada en la palabra del taino "axí".

El ajiaco bogotano o santafereño consiste en una sopa de pollo que contiene diferentes tipos de papa y se puede servir sola o con crema de leche y alcaparras encurtidas, generalmente en tazones de barro cocido. El ajiaco colombiano también suele incluir mazorcas de maíz tierno. Por el importante rol cultural que juega, se le considera una tradición santafereña (por el nombre colonial de la ciudad, Santa Fé de Bogotá, antiguo nombre de Bogotá).

El ajiaco típico bogotano tiene tres tipos de papa que le brindan crémosidad[4] gracias a los diferentes niveles de cocción; el tipo de papá más importante en el ajiaco es la papá criolla que es pequeña y de color amarillo vivo y se deshace dándole el color amarillo sangre que lo caracteriza (los otros dos tipos de papa que incluye la receta, son variedades regionales que se conocen localmente por los nombres de papa pastusa o r-12, y papa sabanera). El componente fundamental del ajiaco es una hierba llamada guasca; esta hierba es la que da al ajiaco bogotano su sabor más característico. Es de agregar que a diferencia de lo que pudiera creerse, el ajiaco colombiano no es picante.

El plato suele servirse acompañado de una porción de arroz blanco y una tajada de aguacate.

Actualmente el ajiaco bogotano está convirtiéndose en unos de los platos colombianos más conocidos internacionalmente , dada la relativa facilidad para conseguir los ingredientes y realizar su preparación (aunque elementos como la guasca, la papa pastusa y sobre todo la papa criolla, pueden ser difíciles de conseguir fuera de Colombia), convirtiéndolo en un referente de la cultura colombiana además de que es muy delicioso.

En Chile: Esta sopa puede ser preparada con sobras de asado. Pero si no tiene, se prepara con lomo o posta, se aliña con ajo, pimienta y sal. Luego se asa al horno y se corta en tiras de 4 cm.

Fría la cebolla de pluma[5] en aceite, agréguele sal, ají de color, comino y ajo molidos y una pizca de orégano; agregue a la fritanga papas cortadas a lo largo, luego la carne con su jugo y, cuando todo esté doradito y el aroma indique su punto culminante, traslade el frito a una olla, donde se agrega agua hirviendo o caldo de huesos; se deja la olla en el fuego durante 30 minutos.

Antes de dar por terminada esta obra, se añade un ají verde despepitado, partido en dos y perejil picado.

En el fondo de una sopera se colocan rodajas de huevo duro y sobre ellas se vierte esta sabrosa preparación.

clip_image003[1]La receta de la abuela: Ajiaco[6] latino (Centroamérica y el Caribe).

(Foto de mycubantraumas.blogspot.com)

5 cucharadas de aceite.
5 dientes de ajo grandes.
200 g de boniato (patata dulce).
200 g de calabaza.
½ kg. de carne de cerdo.
½ kg (1 lb.) carne de res.
2 cebollas medianas.
1 pizca de comino molido.
220 g de malanga (tubérculo muy consumido en Centroamérica y el Caribe*).
1 hoja de laurel.
220 g de patatas.
2 pimientos rojos medianos.
250 g de plátano vianda pintón (no muy maduro).
3 tomates maduros grandes.
200 g de yuca (tubérculo muy consumido Centroamérica y el Caribe*).
2 mazorcas de maíz tierno.
*Tanto la malanga, como la yuca son fáciles de comprar en los mercados latinos.

Modo de proceder:

1.-Se sofríen la carne de cerdo y de ternera, previamente cortadas en trozos, junto con la cebolla, el pimiento, el comino y el ajo.

2.-Se agrega agua hasta que cubra las carnes. Cuando estén blandas se le incorporan todas las viandas: el maíz (cortado en ruedas) y el resto de los ingredientes.

3.- Se deja hervir lo suficiente para que las viandas tomen el sabor de las carnes y de todos los elementos saborizantes, rectificar de sal y servir.

(Receta modificada de cocinacubana.com)

Nota: Salvando las distancias, el Ajiaco Latino, es una variante del resopón español cuya receta publicaremos en el próximo blog.

clip_image004[1]

(Imagen de 4bp.blogspot.com)
Honor es mi condición
y por eso, aquí, doy fe
de que es veraz el "mesié"

encomiando el resopón.
Para cenar, un tazón
del referido guisote
que me zampé, más que al trote,
con tropiezos de ave y huevo,
me hizo quedar como nuevo,
tras comer como un coyote.

(Tomado de lascosasdetannhuer.blogspot.com)

PARA REFRESCAR…

En el Día del Padre, nos parecen adecuados estos poemas para recordar que no hay uno sin dos. Colaboración de Angels T.)

Poema escrito por él y respuesta de ella. ¡Qué feliz soy amor mío! Pronto estaremos casados, el desayuno en la cama,
un buen jugo y pan tostado.

Con huevos bien revueltitos,
todo listo bien temprano.

Saldré yo hacia la oficina y tú rápido al mercado.

Pues en sólo media hora
debes llegar al trabajo,
Y seguro dejarás
todo ya bien arreglado.

Tu bien sabes que en la noche
me gusta cenar temprano.

Eso sí, nunca te olvides
que yo vuelvo muy cansado.

Por la noche, teleseries, Cinemateca barato.

No iremos nunca de Shopping,
ni de restaurantes caros, Ni de gastar los dineros, ni despilfarrar los cuartos.

Tú guisarás para mí,
sólo comida casera.

Yo no soy como a la gente que le gusta comer fuera...
¿No te parece, querida
que serán días gloriosos? y no olvides que muy pronto,
yo seré tu amante esposo.

RESPUESTA ESCRITA POR ELLA

¡Qué sincero eres mi amor!,
¡Qué oportunas tus palabras!

Tú esperas tanto de mí
que me siento intimidada.

No sé hacer huevos revueltos
como tu mamá adorada,
se me quema el pan tostado...
de cocina no sé nada.

A mí me gusta dormir
casi toda la mañana,
ir de Shopping, hacer compras
con la Mastercard dorada, Tomar té o el cafecito
en alguna linda plaza,
comprar todo de diseño
y la ropita muy cara.

Conciertos de Luis Miguel, cenas en La Guacamaya,
mis viajes a Punta Cana
a pasar la temporada.

Piénsalo bien, aún hay tiempo,
la iglesia no está pagada.

Yo devuelvo mi vestido,
y tú, tu traje de gala.

Y el domingo bien temprano para empezar la semana
pon un aviso en el diario, con letra bien destacada:

“Hombre joven y buen mozo
busca una esclava muy lerda
porque su ex futura esposa,
¡Ayer lo mandó a la mierda!”

Nota: Debido a la extensión de la biografía de García Marquez y de la Receta de la Abuela, hemos suprimido De la Ciencia, la Técnica y algo más...

Si este blog ha sido de su agrado recomiéndelo a sus amigos. Gracias. Yskra y Romel.

Fuentes: BBC; D.R.A.E.; Google; es.wikipedia.org/wiki;

Colaboraciones y sugerencias a: soyyskra@facebook.com.

Esta publicación (mangoconarrozdos) se edita entre lunes y martes; mangoconarroz miércoles a jueves; mangoconarroztres viernes a sábado.

Por razones de espacio, algunos textos de las fuentes han sido resumidos. Si desea leer completo el tema, debe ir al original. Han sido preservados los datos esenciales. Salvo que se especifique lo contrario, las negritas, itálicas, y subrayados son de los editores. El sentido de (…) es indicar que se ha consensado el texto original. Los comentarios entre ( ) son del editor.


[1]¡Viva la Pepa! es el grito con el que desde el 19 de marzo de 1812 (festividad de San José) proclamaban los liberales españoles su adhesión a la Constitución de Cádiz (proclamada ese día, y conocida popularmente como la Pepa).

La gran popularidad que tuvo el grito, su rotundidad y su facilidad de difusión incluso en circunstancias de represión política como las que llegaron entre 1814 y 1820 (restauración absolutista de Fernando VII) y entre 1823 y 1833 (Década Ominosa) lo convirtieron posiblemente el primer lema político de la edad contemporánea. En las mismas circunstancias se difundían canciones como el ¡Trágala! (para humillar a Fernando VII, obligado a jurar la constitución en 1820) y el himno de Riego es.wikipedia.org

[2] hipocorístico, ca. (Del griego, acariciador).1. adjetivo. Gramática. Dicho de un nombre: Que, en forma diminutiva, abreviada o infantil, se usa como designación cariñosa, familiar o eufemística; p. ej., Pepe, Charo.

[3] gallinazo: buitre negro americano , zamuro, zopilote, chulo tubabel.com

[4] cremoso, a: 1 Que tiene las propiedades o el aspecto de la crema: cosmético cremoso. 2 Que tiene mucha crema: leche cremosa. Gran Diccionario de la Lengua Española © Spes Editorial 2003

[5] Cebolla emincé (o pluma) Para hacer este corte hay que colocar la cebolla en la tabla con el nudo (culo) mirando para nuestro lado. Luego, con un cuchillo de chef se cortan rebanadas de 1 o 2 mm de espesor, yendo de un costado hacia el otro. recetasytecnicas.com

[6] ajiaco: 1 Guiso hecho generalmente a base de carne, patatas, pimientos picantes, cebollas y legumbres. 2 Salsa cuyo principal ingrediente es el ají: acompaña con ajiaco la carne asada. 3. Amér. Central y Merid./ COCINA. 3 Tumulto o revuelo. Cuba. Gran Diccionario de la Lengua Española © Spes Editorial 2003

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