domingo, 9 de diciembre de 2012

70. Cuento: El Halcón.

Giovanni Boccaccio (1313 – 1375). Escritor italiano del siglo XIV que escribió la colección de cuentos El Decamerón, que consta de cien historias de estilo pícaro y licencioso (erótico). Con El Decamerón, el cuento, como género, empieza a tomar su propia forma.

Años después, estos cuentos inspirarían al inglés Geoffrey Chaucer (1340 - 1400) quien escribió su obra Cuentos de Canterbury con el mismo estilo pícaro de Boccaccio.

En esta página presentamos uno de sus mejores relatos: El Halcón, claro ejemplo del cuento erótico, con personajes masculinos que demuestran lo que es la pasión por una mujer.

clip_image002“De cómo puede ser tan grande el amor de un hombre por una mujer:

Hace ya tiempo vivía en Florencia un joven llamado Federico Alberighi, hijo de micer Felipe Alberighi, con el que ningún otro doncel de la nobleza toscana podía rivalizar en porte gentil y cortesía. El cual, como suele ocurrir con los jóvenes de su edad y condición, se enamoró de una noble dama llamada Juana, que por esos tiempos era tenida por una de las mujeres más hermosas y amables de Florencia.

Todo lo que Federico podía hacer para conquistar el amor de ella, lo hizo; en fiestas, en torneos, en magníficos regalos gastó sus recursos sin moderación; pero Juana, que no era menos honesta que bella, no se dio por enterada de tales agasajos ni prestó por eso mayor atención a quien los hacía.

Continuó Federico gastando su fortuna sin conseguir nada, hasta el punto de que pronto las riquezas escasearon y él se volvió pobre, sin otro bien que una pequeña alquería cuyas rentas apenas si le alcanzaban para vivir, y un espléndido halcón que era el único legado de sus fastos pasados; por lo cual, más enamorado que nunca y viendo que ya no podía desempeñar dignamente el papel de ciudadano de Florencia, fuese a Campi, donde se hallaba su alquería.

Allí, sin pedir nada a nadie, se entretenía cazando pájaros con su halcón, y soportaba su indigencia del mejor modo posible. Sucedió un día, entonces, cuando Federico ya tocaba la pobreza más extrema, que el marido de monna Juana enfermó y viéndose en trance de morir, hizo testamento; riquísimo como era, nombró heredero suyo a su hijo, ya grandecito, dejando constancia, además, que su bien amada esposa se convertiría, a su vez, en heredera, si el muchacho muriese sin dejar descendencia. Ya viuda monna Juana se retiró al campo durante el verano, como era costumbre, a una propiedad muy cercana a la de Federico, por lo cual sucedió que el muchacho trabó amistad con Federico; y no tardó en jugar con los perros y pájaros de éste; y como veía a menudo volar el halcón de Federico, se prendó del ave, y le entraron deseos de poseerla, aunque no se atreviese a pedírsela a su nuevo amigo debido a la estimación que éste le demostraba.

Tanto inquietó al muchacho que terminó por enfermarse, con lo cual su madre quedó muy preocupada, pues no lo tenía más que a él, y se pasaba el día rondando en torno a su cama; sin alcanzar a confortarlo, no cesaba de preguntarle qué era lo que le causaba su mal, y le rogaba que le dijese cuál era el objeto o cosa que deseaba, que ella se lo procuraría de cualquier manera. El muchacho, luego de haber oído repetidas veces esos ofrecimientos dijo:

"Querida mamá, si usted consigue para mí el halcón de Federico, creo que podré curar en seguida". La dama en cuanto hubo oído esto, comenzó a reflexionar sobre la actitud que habría de tomar. Sabía que Federico la había amado por mucho tiempo, sin que ella le hiciese la menor concesión; por eso, se decía:

"¿Cómo podré pedirle ese halcón que, si me atengo a lo oído, es el mejor de cuantos volaron jamás, y que, por lo demás, es su único sostén? ¿Y cómo podré yo privar a ese caballero del único motivo de gozo que le queda en el mundo?" Y así quedó muy perpleja, con la convicción de que lo obtendría si llegaba a pedirlo; y como no sabía qué decir ni decidir, nada le contestó al hijo. Finalmente, el amor maternal triunfó de todas sus vacilaciones, y terminó por prometer al muchacho, que no había cesado de insistir en que el halcón habría de ser su único medio de curación que ella misma iría a buscarle el pájaro diciendo:

"Hijo mío, tranquilízate y piensa solo en recobrar la salud, pues te prometo que lo primero que haré mañana es ir yo misma a buscar el halcón y a traértelo". Con lo cual el niño se alegró y mostró inmediatamente señales de restablecimiento.

Al día siguiente la señora, acompañada sólo por otra mujer, se dirigió, como si pasease, hacia la casita de Federico, a quien hizo llamar a su llegada. En aquel momento el joven, como no era día para salir de caza con el halcón, se encontraba en su jardín haciendo algunos trabajos menudos; y, en cuanto oyó que monna Juana llamaba a su puerta, se asombró de ello, y corrió entusiasmado hacia la entrada, donde estaba la dama; la cual, viéndolo venir, lo saludó de modo muy gracioso y femenino, luego de que él le hubiese dirigido una respetuosa reverencia, y tras las cortesías de rigor, le dijo: "Señor Federico, he venido a resarcirte de los perjuicios que has tenido por mi causa, debido a que me amaste más probablemente, de lo necesario; por lo cual la recompensa que te ofrezco es que nos clip_image003[1]invites, a esta dama que me acompaña y a mí, a comer contigo". Foto: article.wn.com

A lo cual Federico respondió humildemente: "No recuerdo, señora, haber sufrido daño alguno por vuestra culpa; por el contrario, creo que si en cierta oportunidad hice cosas de mérito, ello lo debo al amor que supisteis despertar en mí; y, por cierto, la gracia que me hacéis al venir me es tan cara que no la cambiaría por todos los bienes que, pobre ahora, he perdido". Y mientras esto decía, la hizo entrar a su casa, y la condujo hasta el jardín, y como no encontrara a otra persona que la jardinera para hacerle compañía, le dijo:

"Noble señora, os dejo con esta mujer, esposa de un trabajador que es de mi confianza, en tanto voy a poner la mesa". Federico pese a lo extremo de su pobreza, nunca como aquel día había lamentado haber dilapidado sus riquezas, y no poder agasajar dignamente a la mujer amada.

Rabiaba ahora contra sí mismo, maldecía su fortuna y, ya completamente fuera de sí, recorría todos los cuartos en busca de algún dinero u objeto para empeñar, sin hallar nada en ninguna parte. Como ya la hora de comer se acercaba, y su deseo de honrar a la dama querida era grande, sin que se le pasase por las mentes pedir alguna cosa a su jardinero, fijó de pronto sus miradas en el apreciado halcón, que descansaba en su jaula; y como no le quedaba otra alternativa, lo tomó, lo sopesó y, encontrándolo carnoso, dedujo que sería adecuada merienda para una dama como la que allí esperaba.

Entonces, sin pensarlo dos veces, le retorció el cuello, lo desplumó y rápidamente lo puso a asar; y puesta la mesa con blanquísimos manteles, que aún conservaba, volvió con alegre expresión al jardín, donde la dama lo esperaba, y la invitó a que pasara al comedor junto con su compañera. A lo cual se levantaron las dos señoras, entraron en la casa y se sentaron en la mesa, y sin saber qué comían y mientras Federico las servía diligentemente, se almorzaron el excelente halcón. Concluido el ágape, y mientras se entretenían en amable charla, a la dama le pareció que había llegado el momento de explicar el verdadero motivo de su venida, y habló así:

"Federico, si recuerdas tu vida pretérita y mi honestidad, a la que tal vez consideraste crueldad y dureza, indudablemente te maravillarás al enterarte del propósito que me trae aquí; pero si tuvieras hijos, o los hubieses tenido alguna vez, y supieras hasta donde llega el amor paternal, estoy segura que sabrías excusarme. Y así como tú no los tienes, yo tengo uno, y no puedo eludir las leyes comunes entre las madres; todo lo cual me obliga, aun contra mi voluntad y violentándome mucho, pedirte un don que sé te es íntimamente caro, porque la naturaleza no te ha dejado ningún otro consuelo; y ese don es tu halcón dilecto, del que mi hijo se ha encaprichado de tal manera, que si no se lo llevo la enfermedad que sufre puede agravarse hasta quitarle la vida. Y por esto te ruego, no por tu amistad, que jamás la he merecido, sino por tu noble y cortés carácter, que hace que sobresalgas entre los demás hombres, que me des el halcón, para que yo pueda conservar la vida de mi hijo, y te quede eternamente agradecida".

Federico, al escuchar el pedido y dándose cuenta de que no lo podía satisfacer puesto que acababan de comerse el halcón, se echó a llorar antes de poder articular palabra.

La dama creyó primero que este llanto obedecía a la pena que causaría al caballero el desprenderse del halcón, y estuvo tentada de retirar su pedido; pero en seguida se contuvo y esperó, después del llanto, la respuesta de Federico. El cual le habló de esta manera:

"Señora, sabe Dios que desde que en vos puse mi amor los hechos de mi fortuna me han sido adversos en todos los órdenes; sin embargo, todas mis penurias pasadas son leves comparadas con las que atravieso ahora, cuando me visitáis en mi humilde casita —sin que nunca me hayáis visitado antes, en mis ricas mansiones— y me pedís un menudo don, que no puedo concederos de ninguna manera, por el motivo que sigue: en cuanto escuché que queríais almorzar en mi casa, y teniendo en cuenta vuestra excelencia y vuestra nobleza, estimé que sería digno y conveniente que os agasajara, de acuerdo con mis posibilidades, de la mejor manera y por encima de lo que uno hace con los huéspedes comunes.

Por ello, recordé que poseía el halcón que ahora me solicitáis, y juzgué que era para vos alimento adecuado; y en el almuerzo lo habéis comido, convenientemente asado, y yo supuse haberle dado el mejor de los usos posibles; pero ahora veo que lo deseabais en otra forma, y siento un dolor inexpresable por no tenerlo ya, y creo que nunca la paz volverá a mí." Y cuando terminó de decir esto, mandó traer las plumas, las garras y el pico del ave, para demostrar que no mentía.

La señora, que lo veía y escuchaba todo, le reconvino primero por la ocurrencia de haberle servido en la mesa un ave tan valiosa; pero en lo interior de sí misma le agradeció su generosidad y grandeza de alma, que la pobreza no había conseguido desterrar; después, desparecidas ya las esperanzas de poseer el halcón, y acordándose de la enfermedad de su hijo, resolvió volver a su casa. El hijo, sea porque la noticia de que nunca tendría el halcón agravase su estado, sea porque la propia enfermedad no tuviese cura, no pudo sobrevivir mucho tiempo y, días más tarde, con gran dolor de su madre, dejó este mundo. Foto: soonorlater.wordpress.com

clip_image005La señora, luego de mucho tiempo de lágrimas y amargura, recibió de sus hermanos el consejo de volver a casarse, pues era riquísima y todavía joven; y aunque no pareciese ella misma en disposición de hacerlo, pensó en Federico, en su valor y en su última magnificencia, la de haber dado muerte a un halcón tan preciado para honrarla, y terminó por decir a sus hermanos:

"Con mucho gusto quedaría viuda, si esto os agradase; pero si estimáis que debo casarme por cierto que no tomaré otro marido que no sea Federico Alberighi." Ante lo cual los hermanos, burlándose de ella, le respondieron: "¿Qué estás diciendo? ¿Cómo puedes querer a un hombre que nada tiene?" "Lo sé, hermanos míos", repuso ella, "es así como decís; pero antes bien quiero a un hombre carente de riquezas, que a unas riquezas sin hombre."

Los hermanos, al oírla, y conociendo como conocían a Federico, por más pobre que éste fuese, consintieron en dársela por esposa, junto con todas las riquezas que el primer marido le había dejado; y Federico, que así se convertía por fin en marido de la mujer que amaba, y en poder de una fortuna tan grande como la que las desventuras le habían quitado, vivió con alegría, esposo feliz y administrador más prudente, hasta el fin de sus días”. Foto de Halcón: efeverde.com Biografía y relato de: http://www.roland557.com/ficcion/boccaccio.htm. (Observación: como apunta el autor de esta biografía de Boccacccio, fue un innovador que contribuyó a que el cuento tuviera vida propia, estructura y desarrollo diferente a otros tipos de literatura. No obstante, personalmente, no considero El Decamerón erótico ni licencioso. Es la forma literaria de la época y aún posterior, muy cruda y directa. De todas formas, forme UD. su criterio.)

LAS RECETAS DE LA ABUELA.

Una albóndiga es una bola de carne picada y a veces de pescado mezclada con huevos y diversos condimentos, tales como perejil, comino, etc.; aunque también hay una variable vegetariana hecha en base a seitán.[1] La albóndiga es tan popular en las diferentes gastronomías y tiene tantas recetas que resulta ser un (nombre común) acerca de un alimento

La palabra albóndiga es término procedente del árabe al-bunduqa, “la bola”. Los árabes enseñaron a los europeos a preparar este guiso de bolas de carne…o pescado. El historiador granadino Luis del Mármol documenta el término en su Descripción general de África (1573): “Venden fideos, almojábanas y albóndigas hechas de carne picada con especias y fritas en aceite”.es.wikipedia.org Foto: cocinerosenlared.blogspot.com.

[1] El seitán es un preparado alimenticio a base de gluten de trigo. La forma tradicional de elaborarlo1 consiste en lavar una masa de harina de trigo con agua, para separar el gluten del almidón, aunque actualmente se separa industrialmente y se puede comprar el gluten en polvo, que después se hierve en un caldo con salsa de soja, alga kombu y jengibre

Albóndiga con Salsa Tártara.

clip_image007Ingredientes:

200 c.c. de salsa tártara. Equivale a poco menos de ¼ de litro.
1,5 cucharadita de sal.
8 cucharadas leche.
2 cucharadas de mantequilla.
3 cucharadas de harina.
3 cucharadas de eneldo fresco picado.
3 cucharadas de fécula de patata.
1 pizca pimienta.
500 gramos filetes de bacalao.
1 cebolla mediana.
3 patatas.
3 huevos.

Preparación:

Picar el bacalao, junto con la cebolla, en la picadora y mezclarlo con la harina, la fécula, los huevos, el eneldo, la sal y la pimienta.

Añadir poco a poco la leche.

Tapar la mezcla y dejarla reposar una hora en un sitio fresco.

Formar albóndigas y freírlas con la mantequilla a fuego lento durante aproximadamente unos 8 minutos en cada tanda.

Acompañar con la salsa tártara y patatas fritas. Receta modificada: arecetas.com

Salsa Tártara.

La salsa tártara se elabora a partir de una mayonesa o mahonesa por lo que procuraremos darle una caducidad corta sobre todo en épocas de mucho calor. Por ese motivo es mucho mejor hacer poca cantidad, casi ajustándola solo para el plato que hayamos decido preparar.

Ingredientes:

200 gr de mayonesa o mahonesa, 1 huevo cocido, 25 gr de alcaparras, 25 gr de pepinillos, 50 gr de cebolla, 1 cucharadita de mostaza y perejil picado.

Elaboración de salsa tártara

Picar las alcaparras (ligeramente escurridas), los pepinillos en vinagre, la cebolla y el huevo cocido.

Incorporamos estos ingredientes a la mayonesa y añadimos por último el perejil picado y la mostaza. Receta: derechoalpaladar.com

DEL HOGAR Y ALGO MÁS…

clip_image008Petroselinum crispum, el perejil, es una planta herbácea de la familia Apiaceae. Se distribuye ampliamente por todo el mundo y generalmente se cultiva para ser usada como condimento. Se encuentra generalizada en huertos, jardines y a veces en márgenes de caminos, muros, cultivos, etc. de toda Europa y en parte de Asia.

Las hojas de todos los tipos de perejil son ricas en vitaminas A, B1, B2, C y D, siempre que se consuman en crudo, ya que la cocción elimina parte de sus componentes vitamínicos. Si bien el perejil suele cocinarse (mejor levemente, de modo que conserve su aroma), igualmente se puede comer crudo, por ejemplo en la ensalada "taboulé", típica de la cocina libanesa. Foto: nutricion-dietas.com (Muy fácil de cultivar en una maceta, como la nuestra y la de la foto). Fuente: es.wikipedia.org  

POESÍA.
Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo
(Buenos Aires, 1899–Ginebra, 1986) fue un escritor argentino, uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento universal. Considerado uno de los eruditos más reconocidos del siglo XX. (…) Fuente: es.wikipedia.com Poema de: poemas del alma.com; Foto: literaturauniversaliesames.blogspot.com

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El enamorado

Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero[2],
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.

Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.

Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.

Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.

[2] Albrecht Dürer (más conocido como Alberto Durero en España1 ) (Núremberg, 1471 - Núremberg, 1528)2 es el artista más famoso del Renacimiento alemán, conocido en todo el mundo por sus pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre arte, que ejercieron una profunda influencia en los artistas del siglo XVI de su propio país y en los Países Bajos. es.wikipedia.org

PARA REFRESCAR.

clip_image011¡Una imagen vale por mil palabras...!

A pesar del tiempo y las dificultades para conservar la voz de Pedro Vargas, merece la pena ver este vínculo con muchas de sus maravillosas canciones, casi todas con buena calidad.

Ambas colaboraciones de Nelson L.

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=Qu89HIJYzpU

Si este blog ha sido de su agrado recomiéndelo a sus amigos. Gracias. Yskra y Romel.

Aviso: en http://mangoconarroztres.blogspot.com publicaremos un análisis y comentarios sobre la situación de la sanidad pública española, la falsa privatización que se trama y las contradicciones entre el gobierno central y el de la Comunidad (estado) de Madrid. Además, un artículo sobre el despido de cuatro mil quinientos trabajadores y la venta de 25 aviones de la empresa bandera española Iberia.

Colaboraciones y sugerencias en el buzón del blog.

Por razones de espacio, algunos textos de las fuentes han sido resumidos. Si desea leer completo el tema, debe ir al original. Han sido preservados los datos esenciales. Salvo que se especifique lo contrario, las negritas, itálicas, y subrayados son de los editores. El sentido de (…) es indicar que se ha condensado el texto original. Los comentarios entre ( ) son del editor.


Información: Debido a defectos en el programa Windows Live Writer 2012, no está funcionando el “llamado al final del documento” y el retorno al punto original. Esto ocasiona molestias al lector. Estamos buscando una solución desde hace varias semanas. Seguiremos en ello. Les pedimos disculpas por las molestias. Y+R.

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