Este blog se volverá a publicar entre el martes 8 y miércoles 9 de enero de 2013. ¡Felices fiestas y paz en el mundo!
Autor: Leopoldo García-Alas y Ureña, “Clarín”. (1852–1901) fue un escritor español.1 El 4 de octubre de 1863, a la edad de once años, Leopoldo ingresa en la Universidad de Oviedo, terminando el curso con la nota de sobresaliente.
El día 2 de octubre de 1875, el escritor firmó por primera vez como Clarín, inaugurando el espacio con el verso que el lector puede ver a continuación. De esta forma… entró en la vida literaria de la época y comenzó a lanzar duras críticas llenas de ironía contra la clase política de la Restauración. Foto: cvc.cervantes.es
Voy a inaugurar en verso
mis revistas de Madrid,
con un modesto romance
que tenga su retintín;
y voy a decir a ustedes
lo que les quiero decir,
mediante Dios, y mediante
el gobernador civil.
Clarín sigue adelante en su estilo asegurando que “el crítico que dice la verdad no medra” y que el poeta aunque sea malo “llega de redondilla en redondilla a jefe de negociado”.
El 13 de junio de 1901,… murió Leopoldo Alas, Clarín, a la edad de cuarenta y nueve años. Para ampliar su biografía recomendamos la de es.wikipedia.org, de donde también son las citas de los dioses de la narración.
Nota de los editores: esta fábula, parábola, cuento si se quiere, de Clarín, es mucho más que un ejercicio literario. La profundidad de su análisis esta dentro de la belleza de su redacción. La hondura de su pensamiento, dentro de las palabras de… El gallo de Sócrates1.
Critón2, después de cerrar la boca y los ojos al maestro, dejó a los demás discípulos en torno del cadáver, y salió de la cárcel, dispuesto a cumplir lo más pronto posible el último encargo que Sócrates le había hecho, tal vez burla burlando, pero que él tomaba al pie de la letra en la duda de si era serio o no era serio. Sócrates, al espirar, descubriéndose, pues ya estaba cubierto para esconder a sus discípulos, el espectáculo vulgar y triste de la agonía, había dicho, y fueron sus últimas palabras: -“Critón, debemos un gallo a Esculapio3, no te olvides de pagar esta deuda”. -Y no habló más.
Para Critón aquella recomendación era sagrada: no quería analizar, no quería examinar si era más verosímil que Sócrates sólo hubiera querido decir un chiste, algo irónico tal vez, o si se trataba de la última voluntad del maestro, de su último deseo. ¿No había sido siempre Sócrates, pese a la calumnia de Anito y Melito, (sus acusadores de impiedad) respetuoso para con el culto popular, la religión oficial? Cierto que les daba a los mitos (que Critón no llamaba así, por supuesto) un carácter simbólico, filosófico muy sublime o ideal; pero entre poéticas y trascendentales paráfrasis4, ello era que respetaba la fe de los griegos, la religión positiva, el culto del Estado. Bien lo demostraba un hermoso episodio de su último discurso, (pues Critón notaba que Sócrates a veces, a pesar de su sistema de preguntas y respuestas se olvidaba de los interlocutores, y hablaba largo y tendido y muy por lo florido).
Había pintado las maravillas del otro mundo con pormenores topográficos que más tenían de tradicional imaginación que de rigurosa dialéctica y austera filosofía.
Y Sócrates no había dicho que él no creyese en todo aquello, aunque tampoco afirmaba la realidad de lo descrito con la obstinada seguridad de un fanático; pero esto no era de extrañar en quien, aun respecto de las propias ideas, como las que había expuesto para defender la inmortalidad del alma, admitía con abnegación de las ilusiones y del orgullo, la posibilidad metafísica de que las cosas no fueran como él se las figuraba. En fin, que Critón no creía contradecir el sistema ni la conducta del maestro, buscando cuanto antes un gallo para ofrecérselo al dios de la Medicina.
Como si la Providencia anduviera en el ajo, en cuanto Critón se alejó unos cien pasos de la prisión de Sócrates, vio, sobre una tapia, en una especie de plazuela solitaria, un gallo rozagante, de espléndido plumaje. Acababa de saltar desde un huerto al caballete de aquel muro, y se preparaba a saltar a la calle. Era un gallo que huía; un gallo que se emancipaba de alguna triste esclavitud. Foto: full.visitagratis.com
Conoció Critón el intento del ave de corral, y esperó a que saltase a la plazuela para perseguirle y cogerle. Se le había metido en la cabeza (porque el hombre, en empezando a transigir con ideas y sentimientos religiosos que no encuentra racionales, no para hasta la superstición más pueril) que el gallo aquel, y no otro, era el que Esculapio, o sea Asclepios, quería que se le sacrificase. La casualidad del encuentro ya lo achacaba Critón a voluntad de los dioses.
Al parecer, el gallo no era del mismo modo de pensar; porque en cuanto notó que un hombre le perseguía comenzó a correr batiendo las alas y cacareando por lo bajo, muy incomodado sin duda.
Conocía el bípedo perfectamente al que le perseguía de haberle visto no pocas veces en el huerto de su amo discutiendo sin fin acerca del amor, la elocuencia, la belleza, etc., etc.; mientras él, el gallo, seducía cien gallinas en cinco minutos, sin tanta filosofía.
“Pero buena cosa es, iba pensando el gallo, mientras corría y se disponía a volar, lo que pudiera, si el peligro arreciaba; buena cosa es que estos sabios que aborrezco se han de empeñar en tenerme por suyo, contra todas las leyes naturales, que ellos debieran conocer. Bonito fuera que después de librarme de la inaguantable esclavitud en que me tenía Gorgias5, cayera inmediatamente en poder de este pobre diablo, pensador de segunda mano y mucho menos divertido que el parlanchín de mi amo”.
Corría el gallo y le iba a los alcances el filósofo. Cuando ya iba a echarle mano, el gallo batió las alas, y, dígase de un vuelo, dígase de un brinco, se puso, por esfuerzo supremo del pánico, encima de la cabeza de una estatua que representaba nada menos que Atenea.
-¡Oh, gallo irreverente! -gritó el filósofo, ya fanático inquisitorial, y perdónese el anacronismo. Y acallando con un sofisma pseudo6-piadoso los gritos de la honrada conciencia natural que le decía: “no robes ese gallo”, pensó: “Ahora sí que, por el sacrilegio, mereces la muerte. Serás mío, irás al sacrificio”.
Y el filósofo se ponía de puntillas; se estiraba cuanto podía, daba saltos cortos, ridículos; pero todo en vano.
-¡Oh, filósofo idealista, de imitación! -dijo el gallo en griego digno del mismo Gorgias; -no te molestes, no volarás ni lo que vuela un gallo. ¿Qué? ¿Te espanta que yo sepa hablar? Pues ¿no me conoces? Soy el gallo del corral de Gorgias. Yo te conozco a ti. Eres una sombra. La sombra de un muerto. Es el destino de los discípulos que sobreviven a los maestros. Quedan acá, a manera de larvas, para asustar a la gente menuda. Muere el soñador inspirado y quedan los discípulos alicortos que hacen de la poética idealidad del sublime vidente una causa más del miedo, una tristeza más para el mundo, una superstición que se petrifica.
-“¡Silencio, gallo! En nombre de la Idea de tu género, la Naturaleza te manda que calles”.
-Yo hablo, y tú cacareas la Idea. Oye, hablo sin permiso de la Idea de mi género y por habilidad de mi individuo. De tanto oír hablar de Retórica, es decir, del arte de hablar por hablar, aprendí algo del oficio.
-¿Y pagas al maestro huyendo de su lado, dejando su casa, renegando de su poder?
-Gorgias es tan loco, si bien más ameno, como tú. No se puede vivir junto a semejante hombre. Todo lo prueba; y eso aturde, cansa. El que demuestra toda la vida, la deja hueca. Saber el porqué de todo es quedarse con la geometría de las cosas y sin la substancia de nada. Reducir el mundo a una ecuación es dejarlo sin pies ni cabeza. Mira, vete, porque puedo estar diciendo cosas así setenta días con setenta noches: recuerda que soy el gallo de Gorgias, el sofista7.
-Bueno, pues por sofista, por sacrílego y porque Zeus lo quiere, vas a morir. ¡Date!
-¡Nones! No ha nacido el idealista de segunda mesa que me ponga la mano encima. Pero, ¿a qué viene esto? ¿Qué crueldad es esta? ¿Por qué me persigues? Foto: dejaestar.wordpress.com
-Porque Sócrates al morir me encargó que sacrificara un gallo a Esculapio, en acción de gracias porque le daba la salud verdadera, librándole por la muerte, de todos los males.
-¿Dijo Sócrates todo eso?
-No; dijo que debíamos un gallo a Esculapio.
-De modo que lo demás te lo figuras tú.
-¿Y qué otro sentido, pueden tener esas palabras?
-El más benéfico. El que no cueste sangre ni cueste errores. Matarme a mí para contentar a un dios, en que Sócrates no creía, es ofender a Sócrates, insultar a los Dioses verdaderos... y hacerme a mí, que sí existo, y soy inocente, un daño inconmensurable; pues no sabemos ni todo el dolor ni todo el perjuicio que puede haber en la misteriosa muerte.
-Pues Sócrates y Zeus quieren tu sacrificio.
-Repara que Sócrates habló con ironía, con la ironía serena y sin hiel del genio. Su alma grande podía, sin peligro, divertirse con el juego sublime de imaginar armónicos la razón y los ensueños populares. Sócrates, y todos los creadores de vida nueva espiritual, hablan por símbolos, son retóricos, cuando, familiarizados con el misterio, respetando en él lo inefable, le dan figura poética en formas. El amor divino de lo absoluto tiene ese modo de besar su alma. Pero, repara cuando dejan este juego sublime, y dan lecciones al mundo, cuán austeras, lacónicas, desligadas de toda inútil imagen con sus máximas y sus preceptos de moral.
-Gallo de Gorgias, calla y muere.
-Discípulo indigno, vete y calla; calla siempre. Eres indigno de los de tu ralea. Todos iguales. Discípulos del genio, testigos sordos y ciegos del sublime soliloquio (reflexión en voz alta y a solas. RAE) de una conciencia superior; por ilusión suya y vuestra, creéis inmortalizar el perfume de su alma, cuando embalsamáis con drogas y por recetas su doctrina. Hacéis del muerto una momia para tener un ídolo. Petrificáis la idea, y el sutil pensamiento lo utilizáis como filo que hace correr la sangre. Sí; eres símbolo de la triste humanidad sectaria. De las últimas palabras de un santo y de un sabio sacas por primera consecuencia la sangre de un gallo. Si Sócrates hubiera nacido para confirmar las supersticiones de su pueblo, ni hubiera muerto por lo que murió, ni hubiera sido el santo de la filosofía. Sócrates no creía en Esculapio, ni era capaz de matar una mosca, y menos un gallo, por seguirle el humor al vulgo.
-Yo a las palabras me atengo. Date...
Critón buscó una piedra, apuntó a la cabeza, y de la cresta del gallo salió la sangre...
El gallo de Gorgias perdió el sentido, y al caer cantó por el aire, diciendo:
-¡Quiquiriquí! Cúmplase el destino; hágase en mí según la voluntad de los imbéciles.
Por la frente de jaspe8 de Palas Atenea10 resbalaba la sangre del gallo. Tomado de: es.wikisource.org
1) Sócrates de Atenas;470 -399 a. C.)123 fue un filósofo clásico ateniense considerado como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de la universal. Fue maestro de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo, siendo estos tres los representantes fundamentales de la filosofía de la Antigua Grecia.
2) Critón de Atenas, fue un filósofo griego del siglo V a.n.e. Es conocido por ser amigo y discípulo de Sócrates, y por ser personaje de algunas obras de Platón.
3) Esculapio. En la mitología griega Asclepio o Asclepios,- Esculapio para los romanos-, fue el dios de la Medicina y la curación, venerado en Grecia.
4) Paráfrasis. 1. f. Explicación o interpretación amplificativa de un texto para ilustrarlo o hacerlo más claro o inteligible. RAE
5) Gorgias. (c. 487 - c. 380 a.n.e.) Filósofo griego. La vida de Gorgias,… (Vivió 108 años en perfecta salud física), estuvo marcada por fuertes alternancias de éxitos y fracasos: viajó por toda Grecia ejercitando con gran éxito el arte retórico, acumuló una ingente fortuna económica y dirigió la formación de numerosos seguidores. Lo acompañó una merecida fama de dialéctico capaz de desarrollar razonamientos aplastantes para sostener opiniones muy alejadas del buen sentido y de los comunes valores; por ejemplo, que nada existe, su tesis más célebre,… Gorgias fue el más admirado maestro de retórica de la antigua sofística. Los sofistas, literalmente los sabios, es el nombre que recibió un grupo de intelectuales que en la Atenas de mediados del siglo V a.n.e. empezó a hacer del saber una profesión impartiendo, con gran escándalo de los filósofos, lecciones de retórica y elocuencia a los jóvenes de la clase dirigente que pretendían dedicarse a la carrera política. Dado que la prestación de servicios pagados estaba mal considerada por los ciudadanos atenienses de buena condición social, los sofistas fueron tratados con desprecio por la élite intelectual.
El relativismo cognoscitivo sostenido por los sofistas, según el cual no hay ninguna verdad absoluta sino sólo un enfrentamiento entre opiniones diversas, acabó por conceder una importancia extraordinaria a la retórica, el arte del discurso y de la persuasión, la capacidad de vencer en la polémica más allá de la intrínseca bondad de las propias razones. No hay que infravalorar la importancia del movimiento sofista en la historia del pensamiento: fueron ellos los primeros en situar los problemas del hombre en el centro de la reflexión filosófica, anticipando la inminente revolución socrática.
Los rasgos característicos de la figura de Gorgias que nos han sido transmitidos por los testimonios clásicos se encuentran admirablemente fundidos en el diálogo platónico que se titula justamente con su nombre. En Gorgias, Platón nos presenta al viejo retórico que, en la cumbre de la fama y de la gloria, se jacta con solemnidad y suficiencia de su habilidad como improvisador y exalta el poder maravilloso de la palabra, pero se niega a admitir que el justo pueda echar de menos el conocimiento de la retórica. Son después sus discípulos Polo y, sobre todo, Calicles, quienes, discutiendo con Sócrates, desarrollan con estricta lógica el indiferentismo moral implícito en la posición de Gorgias.
El prestigio de Gorgias como padre de la retórica se basaba en el hecho de que fue el primer teorizador de las reglas del buen escritor que fue oído y seguido. Su fama llegó al máximo cuando, enviado como embajador a Atenas por sus conciudadanos, para solicitar ayuda contra Siracusa, conquistó a los habitantes de la capital cultural de la Hélade, apasionados por sus bellos discursos, con su palabra elocuente y persuasiva. Consiguió reunir tal fortuna con su enseñanza que se hizo levantar en Delfos una estatua de oro macizo.
Como orador debe considerársele fundador de la oratoria llamada "epidíctica7". Los discursos que nos han sido conservados son… todos ellos en fragmentos. Nos queda,… el texto integro de los ejercicios sofísticos, el Elogio de Elena y la Apología de Palamedes. En ellos, Gorgias hace ostentación de su habilidad dialéctica. Respecto a la traición conyugal de Elena, que desencadenó la guerra de Troya, Gorgias demuestra con una fuerte vena de ironía la no culpabilidad de la imputada, argumentando que la mujer fue raptada contra su voluntad pero no con violencia, sino a través del poder ejercido sobre ella por las palabras de su seductor. La influencia de Gorgias sobre sus continuadores casi no tiene igual en la prosa antigua. (…). Fuente: biografiasyvidas.com/biografia/g/gorgias.htm
6. epidíctica, o: Uno de las tres tipos de discurso (género literario clásico en prosa) junto al discurso judicial y al discurso deliberativo. Se trata de una exposición oral realizada en público para relatar o hacer referencia hechos pasados. Es dirigido a aquellos que carecen de capacidad para influir sobre dichos sucesos y el objetivo del orador es apoyarlos o criticarlos, por lo que sus polos son, pues, el encomio (alabanza) y el denuesto (vituperio). Fuente: es.wiktionary.org/wiki/discurso_epid%C3%
7. Pseudo, seudo: 1. elemento compositivo. Significa “falso”. Seudópodo, seudocientífico. RAE
8. Sofista. 2. m. Maestro de retórica que, en la Grecia del siglo V a. C., enseñaba el arte de analizar los sentidos de las palabras como medio de educación y de influencia sobre los ciudadanos. RAE
9) Jaspe. 1. m. Piedra silícea de grano fino, textura homogénea, opaca, y de colores variados, según contenga porciones de alúmina y hierro oxidado o carbono. 2. m. Mármol veteado. RAE
10. Palas Atenea es la diosa de la sabiduría griega. Se le conoce en la romana como Minerva.
LAS RECETAS DE LA ABUELA.
La carne contiene vitaminas y minerales de vital importancia para el crecimiento y el desarrollo, así como para el correcto funcionamiento del organismo, especialmente las vitaminas B, sobre todo la B12, y minerales como el zinc, el yodo, el selenio y el fósforo.
En la mayoría de las culturas la carne es cocida antes de ser consumida, aunque existen platos populares que incluyen la carne cruda como por ejemplo steak tartar y el carpaccio. Las carnes ofrecen diversos aspectos dependiendo del corte y en algunas ocasiones estos cortes no sólo dependen del tipo de animal sino de la cultura culinaria de un país. Se aconseja comer la carne mediante diversas preparaciones de calor: asado, a la parrilla, barbacoa, estofado, etc. es.wikipedia.org Foto: nescafe.cl
Consejos de la Abuela: La forma más saludable de consumir la carne que tantos beneficios nos proporciona, es comerla asada con mínima grasa y una o dos veces a la semana.
Asado a la chilena.
1 kilo=2.17 lb. de carne para asado, lomo o ternera.
500 cl. = ½ litro de vino blanco.
4 cucharadas de vinagre.
3 dientes de ajo.
1 pizca de sal o al gusto.
1pizca de pimienta.
1 pellizco de orégano.
1 cucharadita de té de comino.
½ vaso de 8 onzas de aceite.
1 vaso de 8 onzas de caldo de carne o vegetales.
Preparación:
1.-Limpiar la carne, bañarla con el vino mezclado con el vinagre, añadir el ajo, el orégano, el comino, la sal y la pimienta y dejar macerar de un día para otro (adobo).
2.-Poner la carne a asar a horno medio, 180º C. (350º F)centígrados y regarla, mientras se asa, con el jugo del adobo previamente colado y mezclado con el aceite y el caldo concentrado disuelto en agua caliente.
3.-Cuando la carne esté tierna, se le añade un poco de caldo de carne o de vegetales al jugo desprendido y se sigue cocinando a fuego suave hasta que espese a nuestro gusto. Receta modificada de: arecetas.com
DEL HOGAR Y ALGO MÁS…
Los tesoros del Nuevo Mundo en imágenes. BBC. El Archivo General de Indias de Sevilla en España exhibe documentos relativos a la América colonial en la exposición "Una mirada al Nuevo Mundo".
Documentos, mapas, dibujos, escudos y retratos que han quedado como tesoros históricos testigos de los viajes y encuentros entre el Viejo y el Nuevo Mundo.
Clic Disfrute en esta galería de imágenes de los tesoros documentales del Nuevo Mundo
Una mujer autista que interactúa con las vacas. BBC. Son muchos los estudios realizados para investigar el efecto positivo que tiene la interacción con los animales para las personas que padecen autismo.
Foto: perulactea.com
Grandin, que es experta en sanidad animal y asesora del gobierno de EE.UU. en esa materia, tiene autismo y cree que experimenta el mundo de una manera parecida a como lo hace un animal. En el caso de la experta estadounidense en sanidad animal, Temple Grandin, fue ella misma quien se dio cuenta de que tenía un talento especial para los animales: conseguía relacionarse con ellos de una manera que nadie más podía.
Clic Vea las imágenes de Temple Grandin y su relación con las vacas
POESÍA.
A los lectores: Dada la extensión del relato de “El Gallo de Sócrates”, que consideramos muy profundo e interesante, sentimos no poder ofrecerles la habitual poesía de este espacio. Los compensaremos en el próximo blog.
PARA REFRESCAR.
¡El océano como nunca lo ha visto! Las maravillas submarinas de las islas Fitji y Tonga, en el Pacífico. Precioso. Colaboración de Nelson L.
http://www.youtube.com/embed/mcbHKAWIk3I
Si este blog ha sido de su agrado recomiéndelo a sus amigos. Gracias. Yskra y Romel.
Colaboraciones y sugerencias en el buzón del blog.
Por razones de espacio, algunos textos de las fuentes han sido resumidos. Si desea leer completo el tema, debe ir al original. Han sido preservados los datos esenciales. Salvo que se especifique lo contrario, las negritas, itálicas, y subrayados son de los editores. El sentido de (…) es indicar que se ha condensado el texto original. Los comentarios entre ( ) son del editor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario