miércoles, 6 de mayo de 2015

195. Suplemento literario.

Nota: al final de este suplemento e independiente de él, está el blog 195 de mangoconarrozdos de esta semana.

Indagación sobre las causas de la alevosía de Don Alonso Quijano, El Bueno, en la muerte de Don Quijote de la Mancha.

Realizada por el Ilustrísimo Alguacil Mayor de Su Majestad, el Rey Felipe III, por su fiel servidor Don Romel Higarrubia.

Presentación: fue mi madre, ilustre cervantina donde las haya, la primera que llamó mi atención sobre la incongruente muerte de Don Alonso Quijano, la forma que, curado de sus fantasías, razona y dispone de sus bienes, tanto en favor de su sobrina y las condiciones que le impone para tenerlos, como la avaricia que aflora en el hasta entonces desinteresado, buen amigo y mejor escudero Don Sancho Panza. También fue ella, camagüeyana,- cubana-estadounidense-, descendiente de los Peraza-, quien despertó mi amor por la Historia patria, en especial la Guerra Grande (1,868-1,878) y la de Independencia. Fueron sus libros “La más fermosa” de José Manuel Carbonell y los Episodios de la Revolución Cubana de Manuel de la Cruz, los que me iniciaron en el valor cívico y patriótico de Manuel Sanguily Garrite, los incontables sacrificios de nuestro pueblo para lograr la independencia. Tenía en esa época 14-16 años y otra lucha contra gigantes eran mis ocupaciones. Solo muchos años más tarde volví a reflexionar sobre lo dicho por ella, encontrando que algo de razón había en sus dudas. En su recuerdo y honor es que redacto este esbozo sobre el alma humana y sus contradicciones. El volumen de El Quijote, ilustrado por Gustavo Doré, citado en la obra, fue mi regalo de cumpleaños.  Nihil obstat [1].

Al lector: por un defecto entre el procesador Word y el Windows Live Writer las llamadas entre corchetes no “te llevan” o te “traen” de vuelta al texto. Sugerimos espere a terminar la lectura para leerlas. Las nº 3, 8, 16 a 19, indican que las citas proceden del volumen citado de El Quijote por lo que no es necesario abrirlas. Sin más:

“Los acerados ojos azules se fueron cerrando lentamente. Poco a poco, la plateada y hermosa cabeza patricia descendió sobre el pecho, cansada de soportar el peso del diario bregar. Quedose el duerme-vela que el final de la agotadora jornada le causaba casi siempre.

clip_image001La gran lámpara de vidrio irisado de estilo Art Nouveau[2], de Tiffany, que lo acompañara en todas sus aventuras y desventuras, arrojaba clara luz sobre el grueso volumen que se deslizo de sus manos, reposando sobre la gran mesa de la biblioteca, abierto en el “...buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento...” [3] Ilustración de Gustavo Doré.
Fuente
mauricioabout.wordpress.com

Como casi todas las cosas de su casa, el magnífico ejemplar tenía muchos años con él. Era la excelente edición francesa de 1,863, ilustrada por Gustavo Doré, de El Quijote de la Mancha, su libro de cabecera, compañero fiel en mil batallas.

Volvía al Quijote una y otra vez, buscando sabiduría, honor, auxilio, hallándolo siempre. Fue su inspiración y refugio en momentos difíciles y aún continuaba siéndolo.

Su identificación con El Quijote había surgido desde que lo leyó siendo aun un niño. Ese hombre era igual que él o él era igual que aquel. Tenían los mismos ideales de libertad, de independencia, de lucha por la justicia y a pesar de ella. Ilustración de Gustavo Doré.

El ideal libertario de El Quijote era el suyo: “...la libertad entendida como la soberanía de un individuo para decidir su vida sin presiones ni condicionamientos, en exclusiva función de su inteligencia y voluntad...”

Como El de la Triste Figura no creía que el orden social, el progreso, fueran funciones de la autoridad, sino obra del quehacer de individuos que, como sus modelos, los caballeros andantes y él mismo, se habían echado sobre los hombros la tarea de hacer menos injusto y más libre y próspero el mundo en el que vivían, conceptos que había tratado de trasmitir a sus alumnos.

Sí, ese luchar contra gigantes le era familiar. Donde otros sólo veían simples molinos, él comprendía que lo eran por arte de encantadores, para disimular la gran malparanza que amenazaban. Así sucedió cuando luchó contra el Tratado [4]. Fue una buena batalla de gigantes, perdida sí, pero con honor. Habían transcurrido veinte y dos años desde aquel momento, pero la recordaba y revivía como si estuviera ocurriendo en ese instante.

En aquellos días estaba enfermo. Sabía, además, que era una lucha sin posible victoria. Los gigantes habían ocultado sus brazos, aquellos con los que querían estrangular la República y su porvenir. Enmascarados por los descendientes de Merlín, ofrecían un futuro de bienestar, de seguridad económica y social.

Los había embestido con su lanza de oro: la palabra. En esa ocasión no se trataba de salvar la República, como dos años antes, cuando hubo de escoger entre dos males, la presencia de las tropas ocupantes y todo lo que ello implicaba o la vergonzante Enmienda Platt [5] a la Constitución y la implícita amenaza de una posible intervención militar en lo futuro. La fuerza de los recuerdos lo reanimó y trajo al presente, a la realidad, alejando el sueño.

El meollo de su intervención estaba en que todos sabían que el Tratado sería aprobado; sus palabras no eran más que eso: llamados a la razón y al honor.

No encontraba la clave de piedra [6] que le permitiera cerrar su intervención con un mensaje dirigido a estimular la lucha, un mensaje que significase que se había perdido una batalla, pero no la guerra. Un mensaje que moviera los corazones y pusiera en pie de guerra a los indiferentes, a los apáticos, un mensaje que, declarándose vencido, le diera la victoria para sí y para la Patria.

clip_image002Con una media sonrisa, evocó donde había encontrado la respuesta. En un intervalo en la preparación final del discurso, descansó hojeando el antiquísimo ejemplar que heredara de su familia francesa [7]. Por azar, lo abrió en el capítulo LXIV, allí donde el de la Blanca Luna, poniendo la lanza sobre la visera, dijo al de la Triste Figura:

“-Vencido sois, caballero, y aun muerto, si no confesáis las condiciones de nuestro desafío.

-Don Quijote, molido y aturdido, sin alzarse la visera, como si hablara dentro de una tumba, con voz debilitada y enferma, dijo:

-Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo, y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza y quítame la vida, pues me has quitado la honra. Imagen caprichosyberretines.blogspot.com

-Eso no haré yo, por cierto –dijo el de la Blanca Luna -: viva, viva en su entereza la fama de la hermosura de la señora Dulcinea del Toboso; que sólo me contento con que el gran don Quijote se retire a su lugar un año, o hasta el tiempo que por mí le fuere mandado, como concertamos antes de entrar en esta batalla.[8]

Cuál un relámpago en la noche oscura, se ilumino su mente: levantaría a los ciudadanos contra el injusto y perjudicial Tratado con un emotivo llamamiento a la cubanía. Por ello expresó al día siguiente en el Senado:

“... conviene que el pueblo cubano no olvide que no son los pueblos ambiciosos, instigados por la codicia, los que duran y resisten más en medio de las vicisitudes de la vida, sino los pueblos trabajadores y honrados. No dominó al mundo con el poder de sus armas y la sabiduría de su política el pueblo de Roma, porque hubiera nacido entre riquezas, cuando en humilde cabaña fórmese para el esfuerzo y la victoria el corazón romano. No en los palacios tampoco se criaron los sencillos peregrinos que fueron fundadores de la gran nación americana, ni aquella estirpe de pasmosos conquistadores que de un extremo a otro del mundo llevaban en la diestra la entonces respetada y por qué no decirlo? siempre gloriosa bandera española! Y los labradores y los esclavos, fueron quienes nos han traído sobre sus hombros, hasta esta etapa de nuestras jornadas. En el sufrimiento de esas generaciones se ha fundado la República; en el sufrimiento de estas y las venideras, mientras dure nuestro amor hacia ella, puede descansar desafiando las tempestades.

“La historia ha demostrado que los humildes, los más oscuros, son siempre los fundadores de las naciones, como ha demostrado la ciencia que míseros organismos son los que levantan en el misterio los continentes. Con su esfuerzo constante y siempre ignorado, crean los unos y los otros el granito del planeta y la grandeza humana. Pero no poseo la fuerza suficiente a decidiros desde luego. Tal vez en breve otra palabra os señalará rumbo distinto y haréis lo que ella dicte. No sentiré amargura ninguna. Lamentaré sí, por mi patria, no por mí, verme en el suelo bajo su lanza de oro; pero entonces parodiando al más generoso hidalgo que haya concebido maravillosa fantasía, yo le diría con sincero convencimiento: Me alegro de tu triunfo, como amigo: lo siento, empero, como cubano. Por esto solo, duéleme en lo íntimo del ánima; que tus armas mejores son que las mías; aunque no tu causa. ¡Sí, Caballero de la Blanca Luna, podré reconocerme derribado; pero jamás me harás confesar que no es la más hermosa dama que vieran ojos humanos, la que yo venero y bendigo desde el fondo del corazón atribulado![9]

Si, fue un buen discurso, pero su oponente “no entro al trapo [10]”. Con su habilidad de formidable orador improviso una pieza tomando como base la última novela de Emile Zola llegada a La Habana, eludiendo con sus palabras y sofismas que poco o nada tenían que ver con los hechos por él planteados. Elegantemente se fue “por los Cerros de Úbeda” [11] y allí término todo: había sido derrotada su moción y Cuba perdido una excelente oportunidad de desarrollo económico independiente.

Concluida la sesión del senado, “Sombrero en mano, pálido de ira, sudoroso y agitado, Sanguily se dirigió, con Salvador Cisneros Betancourt y Ramón Roa, al “Anón del Prado”. Pidieron unos helados. El “marqués, si por un lado bufaba, por el otro efundía contentura. [12]

Salvador Cisneros Betancourt,- Marqués Santa Lucia-, lo felicito con estas palabras: - Oye, Manuel, estuviste como nunca. Ese de hoy eres tú.

Sanguily, advirtió que alguien pretendía cubrirle los ojos con las manos. Era uno de los senadores que más había metido el brazo en favor de la aprobación del tratado. Y, acercándose a su oído, le dijo con tono zumbón:

- Quiero besar en la frente al vencido.

Cortándole bruscamente la acción, Sanguily con violento ademán, lo echó atrás, y alzando la voz para que todo el mundo lo oyera, restalló:

-Después de besarle el culo a los vencedores.”

Al siguiente día, el debate fue objeto de primera plana en todos los diarios. El Jefe de Redacción de El Mundo, su amigo, el ilustre pensador y periodista Manuel Márquez Sterling, no sólo lo comentó en La Nota Política sino que añadió un hermoso poema que algún Cide Hamete o Sansón Carrasco, con el seudónimo de Grisóstomo [13], le había enviado.

La más fermosa.

Que siga el Caballero su camino
agravios deshaciendo con su lanza;
todo noble tesón al cabo alcanza
fijar las justas leyes del destino.

Cálate el roto yelmo de Mambrino[14],
y en tu rocín glorioso altivo avanza;
desoye al refranero Sancho Panza
y en tu brazo confía y en tu sino.

No temas la esquivez de la Fortuna:
si el Caballero de la Blanca Luna
medir sus armas con las tuyas osa,

y te derriba por contraria suerte,
de Dulcinea, en ansias de tu muerte,
di que siempre será la más fermosa.

Grisóstomo [15]

Bello poema que desvió la discusión sobre el Tratado cuando fue acusado de ser un plagio de otro poeta español.

clip_image004Su agitada mente, saltó a otro de sus temas preferidos y recurrentes: las transformaciones de Sancho Panza y el capítulo de la muerte de Alonso Quijano, El Bueno, que ya no el Quijote.

Don Miguel había construido un personaje que se transformó a lo largo de la obra, sin dejar su esencia: hombre de pueblo, sin instrucción, pero no sencillo criado, ni bufón de corte. Sancho Panza fue leal en todas las venturas y desventuras del Quijote, a riesgo de su vida en ocasiones. Hábil, inteligente y sensato. Demostrando en el ejercicio de su cargo de gobernador, en los juicios salomónicos en los que debió quedar en ridículo, ser sabio y paciente, buen juez y buen dueño. ¿Por qué Don Miguel lo anula, lo reduce a sus raíces en la muerte de Alonso Quijano, El Bueno? Todo lo que obra allí es “...hacer pucheros y derramar lágrimas.” Peor aún, “...se regocijaba Sancho Panza; que esto de heredar algo borra o templa en el heredero la memoria de la pena que es razón que deje el muerto [16].” No lo comprendía. Grabado de Paul Gustavo Doré (1,832-1,883). Alonso Quijano en su lecho de muerte.

Todavía más, ¿Por qué Don Quijote de la Mancha se torna en Alonso Quijano, El Bueno? Acaso El de la Triste Figura hubiera obligado a su sobrina a que “...se case con hombre de quien primero se haya hecho información que no sabe qué cosas sean libros de caballerías; y en caso que se averiguare que lo sabe, y, con todo eso, mi sobrina quisiera casarse con él, y se casare, pierda todo lo que le he mandado...[17]

No, absolutamente no. Jamás el noble caballero hubiera negado el derecho al amor, ni lo castigaría con la pérdida de vulgares peculios. Esas cosas las hacen los hombres mediocres y Don Quijote no lo era.

Él, que había escrito decenas de libros y pronunciado cientos de discursos, conocía, como Don Miguel, que el comienzo y final de una obra es lo más difícil de concebir y realizar: retener la atención del lector y dejarlo satisfecho es todo un arte y para tal, había maestros, artesanos y aprendices.

¡Genial inicio aquel de: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor [18]”! Pero el final, ese último capítulo, no estaba en correspondencia con el resto de la obra: era, en su juicio, la negación de todo lo antes dicho.

Tal vez fuera ese el propósito velado de Don Miguel: hacer amar más al loco-cuerdo que al cuerdo-hombre. Solamente un gran corazón podía decir sensatamente: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida...[19]

Su mente, inconscientemente, continúo buscando una explicación a aquella incongruencia inexplicable. Cabía otra posibilidad: no fue Don Miguel quien dio ruin y bellaca muerte al de la Triste Figura, sino Alonso Quijano. Sí, continuo mezclando lo leído y lo deseado, debió ser éste, celoso de la justa fama alcanzada por Don Quijote, el que hiciera negación del mismo, de su ejecutoria caballeresca y de su lucha por el bien. Igual hizo con Sancho, que comenzó siendo simple paleto transformándose bajo el influjo del Caballero, en un idealista, fiel y desinteresado amigo, consejero y compañero. Sí, ahora no tenía duda,- en su desvarió-, el responsable de esa conducta indigna de ambos era Alonso Quijano, que ya no lo podía calificar de “El Bueno”.

Con esta convicción en su mente, cerró los ojos, seguro de que El Quijote continuaba cabalgando por los empolvados caminos, deshaciendo entuertos, aplicando justicia. Así seguiría mientras existiesen caballeros en el mundo. Agotado definitivamente, quedó dormido para siempre aquel que con adarga antigua y en rijoso y desalado corcel aventuró la vida por la libertad en los campos de Cuba.”

Epílogo.

Sobre la transfiguración de El Quijote en Alonso Quijano, El Bueno, en la hora de su muerte. Muchos escritores se han preguntado si se trata de la metamorfosis de una crisálida en mariposa, convirtiéndose en un hombre común, con todos los defectos,- y las pocas virtudes-, de la especie Humana.

Es incongruente, e indigno, el final de la obra con la personalidad, bondad e inteligencia que a lo largo de ella han demostrado Sancho y El Quijote.

Es posible que Don Miguel estuviera en aprietos pecuniarios, como tantas otras ocasiones a lo largo de su vida, y decidiese dar ese infeliz y apresurado término a tan maravillosa aventura del caballero y su escudero. Las vulgares necesidades diarias se imponen sobre el arte y la literatura.

En el prologo a la XXI edición del Diccionario de la Real Academia Española, el gran escritor Vargas Llosa [20] realiza un análisis literario similar al presente, aunque muy posterior a la creación de este relato. Es que el final llama poderosamente la atención de cualquier lector que lo analice.

Sobre Manuel Sanguily Garrite: fue coronel en la Guerra Grande (1,868-1,878) participando en numerosos combates, entre ellos, el de Palo Seco siendo teniente coronel, parte del cual nos permitimos transcribir del gran narrador de esa guerra, Manuel de la Cruz:

“Su corcel [21], “...rijoso y desalado, rompió las bridas y huyó hacia el grueso de la caballería enemiga.” Nada menos que el Batallón de Valmaseda con más de 700 hombres. Fue una carrera loca, sin posible control ni guía de la bestia, a través de los jinetes españoles y del batallón desplegado en combate contra el ejército mambí. Lo que para él tenía valor no era haber supervivido, pues en muchas otras ocasiones se encontró en situaciones similares”, sino haber sido el abogado defensor de los soldados españoles prisioneros.

clip_image006“A él,- por antigüedad-, correspondió ser su abogado defensor y “...uso de la palabra, diciendo que si era legítimo y natural ejecutar los prisioneros, era más digno y más noble perdonarlos, militando a favor de esta solución las circunstancias en que se efectuó la rendición en las ruinas de Palo Seco.” Su orgullo era ese: haber contribuido a salvar la vida de los heroicos y bizarros infantes y la honra del ejército mambí.

Antes de la guerra grande fue alumno, profesor y director del Instituto de La Habana. En la República, miembro de la Asamblea Constituyente, opuesto a la Enmienda Platt que era la condición sin la cual los EE.UU. no retirarían las tropas de ocupación ni reconocerían a Cuba como un Estado independiente. Senador de la República y Secretario de Estado, cargo que desempeñó con gran dignidad y respeto por el honor de la Patria. En especial cuando el Secretario de Estado de los EE.UU. se permitió enviar una nota al de Cuba exigiendo que en 24 horas terminase la revuelta “de los negros”, donde habían muerto más de dos mil. Su respuesta fue directa: Cuba era libre e independiente desde el 20 de mayo de 1902. Como en otras ocasiones, no había sido muy diplomático, sí muy cubano.

Orador extraordinario sabía fundamentar sus convicciones, desatar las pasiones por la causa que defendiera lo cual ocurrió en muchas ocasiones.

Sirva esta ficción para rendir homenaje al Manuel de los Manueles, el Mambí de la Camisa Roja, Pico de Oro, el Quijote Cubano.”

Permitida la reproducción del presente estudio, citando la fuente y autor. r.h.z.


[1] Nihil obstat. Expresión latina que significa ‘nada se opone’, ‘no hay objeción’, usada como fórmula con la que el censor hace constar la aprobación eclesiástica de un libro para su publicación. El ‘níhil óbstat’ suele ir seguido del ‘imprimátur’ (Imprimase.)

[2] Art Novou: (arte nuevo) Es un movimiento artístico que surge a fines del siglo XIX. Muchas lámparas de cristales aplomados y coloridos se convirtieron en verdaderas obras de arte. Se expresó en joyas, edificios, etc.

[3] Todas las citas del texto de El Quijote están referidas a la edición de Joaquín Gil. Buenos Aires. 1,947.
[4] Tratado de Reciprocidad mercantil entre la República de Cuba y los EE.UU. de Norteamérica. Iniciado en 1,902 aprobado finalmente en 1,903.

[5] Enmienda Platt: Documento aprobado por el Senado estadounidense que permitía la intervención de ese país en Cuba, el cual debía ser incorporado a la Constitución de 1,902 como anexo. De no aprobarse la Enmienda como Apéndice constitucional, las tropas de ocupación no serían retiradas.

[6] piedra de clave: término utilizado en arquitectura para indicar la piedra, generalmente circular, cierra las cúpulas medievales. El peso, la fuerza y el equilibrio de toda la cúpula se ejerce sobre ella.

[7] “Hallan posible edición original de El Quijote." EFE. Un ejemplar de El Quijote de la Mancha hallado en un pueblo de Murcia podría pertenecer a la primera edición de la obra de Miguel de Cervantes. Para establecer la autenticidad del hallazgo, un comité de Expertos de la Biblioteca Nacional Española analizará el papel, la tinta y las técnicas de impresión del libro. En todo el mundo, de la edición original de 1,605 sólo quedan 18 ejemplares, de los cuales 4 en España. El hallazgo tuvo lugar en una exposición realizada en la localidad de Alhama, a la que cada alumno debía contribuir con un ejemplar de El Quijote de su biblioteca familiar. El libro pertenecía a un antepasado del niño que residió en Cuba."

8: El Quijote de la Mancha. Obra citada.

[9] La Más Fermosa. Historia de un soneto. José Manuel Carbonell, pps. 28-29. Ambos discursos de Sanguily, la poesía y mucha literatura adicional sobre el tema se encuentra en esta obra. Además, Discursos de Manuel Sanguily en dos tomos.

[10] Entrar al trapo: movimiento provocador del torero para que el toro acometa el capote.

[11] Irse por los Cerros de Úbeda. Don José Mª Iribarren, en su libro “El Porqué de los dichos” profundiza en este dicho. A los efectos de este tema “…se aplica por extensión, al que se aparta del asunto que se está tratando”.

[12] Narrado por Ramón Roa y recogido por Raúl Roa en “Venturas y desventuras de un mambí”.

[13] Grisóstomo: al parecer variante Crisóstomo. Personaje del Quijote. Pastor estudiante muerto por el amor de Maricela.

[14] Mambrino: alude al yelmo que posee el rey moro que le permite volverse invisible para sus enemigos; célebre en las novelas de caballería y popularizado por Cervantes en “El Quijote”.

[15] Enrique Hernández Miyares, además de periodista y poeta fue secretario del Instituto de La Habana donde Sanguily ejercicio de profesor y Director; envió este soneto con el seudónimo de Grisóstomo al periódico “El Mundo”. La más Fermosa. Historia de un soneto. José Manuel Carbonell. p. 44.

[16] Don Quijote de la Mancha. Obra citada.
[17] Don Quijote de la Mancha. Obra citada.
[18] Don Quijote de la Mancha. Obra citada.
[19] Don Quijote de la Mancha. Obra citada.

[20] “Este final es un anti-clímax un tanto deprimente y forzado, y, tal vez por ello, Cervantes lo despachó rápidamente, en una pocas páginas, porque hay algo irregular, incluso irreal, en que don Alonso Quijano renuncie a la “locura” y vuelva a la realidad...” Comentario Don Mario Vargas Llosa a la Edición del IV Centenario de Don Quijote de la Mancha, p. XVI.
[21] Manuel de la Cruz, Tomo II: Episodios de la Revolución Cubana [1,868-1,878].

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