jueves, 30 de marzo de 2017

280. Cuento.

   
Antes del Edén. Por Arthur Clarke. (Sir Arthur Charles Clarke; 1,917 - Sri Lanka, 2,008) Escritor británico, autor de notables novelas y relatos de ciencia ficción en las que destaca la presencia de una cierta reflexión de talante filosófico. Google.

“Me parece –dijo Jerry Garfield parando los motores – que éste es el final de la línea. Con un leve suspiro, la eyección del chorro cesó gradualmente. Privado de su colchón de aire, el vehículo explorador Pecio Vagabundo se posó sobre las retorcidas rocas de la Meseta Hesperiana. [Pecio: 1. m. Pedazo o fragmento de la nave que ha naufragado. DRAE]

Delante no había camino alguno; ni con sus eyectores a chorro ni con su tractor podía el S-5 –para dar al Pecio su nombre oficial – escalar la escarpadura que tenía enfrente. El Polo Sur de Venus estaba sólo a treinta millas, pero igual podría haber estado en otro planeta. No quedaba otra solución que volver atrás y desandar el camino de cuatrocientas millas hecho a través de aquel paisaje de pesadilla.

– ¿Llamo a la astronave para comunicar que volvemos? –preguntó. –Aún no –respondió el doctor Hutchins –. Quiero pensar.

Hutchins estaba dando vueltas en la exigua cabina, examinando mapas e instrumentos. Dirigió ahora el proyector del vehículo hacia los riscos y comenzó a observarlos detenidamente con los gemelos. ¡Seguramente, pensó Jerry, no esperará conducir este trasto por ahí! El S-5 era un revoloteador de carril y no una cabra montés... Bruscamente, Hutchins encontró algo. Lanzó un suspiro que era más bien una súbita y explosiva boqueada, y se volvió a Coleman.

– ¡Mira! –gritó con voz sumamente excitada -. ¡Justamente a la izquierda de aquella marca negra! ¿Qué es lo que ves? Le tendió los gemelos, y ahora fue Coleman quien escrutó los riscos. – ¡Que me condenen si no tenias razón! –dijo al fin –. Hay ríos en Venus. Ésa es una cascada seca.

– ¡Hey, un minuto! –interpeló Jerry –. ¿Qué es todo eso de ríos y cascadas? Todo el mundo sabe que no pueden existir en Venus: nunca se produce en este vaporoso planeta el suficiente frío como para que se condensen las nubes.

– ¿Has mirado el termómetro recientemente? –preguntó Hutchins con engañosa suavidad. –He estado ligeramente demasiado ocupado conduciendo.

Pues entonces tengo noticias para ti. Está por debajo de los 230, y descendiendo todavía. No olvides que estamos en el polo, que es invierno y que nos encontramos a 18 mil metros sobre las tierras bajas. Todo esto se nota en el aire. Si baja un poco más la temperatura tendremos lluvia. El agua hervirá, desde luego..., pero será agua. Y aunque Jorge no lo admita aún, esto presenta a Venus con una fisonomía totalmente distinta. – ¡Pero es agua hirviente! –protestó Coleman –. ¡Nada puede vivir en eso!

Hay algas que lo logran en la Tierra. Y si hemos aprendido algo desde que comenzamos a explorar los planetas es esto..., que en cualquier lugar donde la vida tenga la más ligera probabilidad de supervivencia se la encontrará.

–Desearía que pudiéramos comprobar tu teoría. Pero, ya lo puedes ver por ti mismo, es imposible escalar ese risco.

Quizá lo sea en el vehículo, pero no será demasiado difícil hacerlo a pie, con los trajes térmicos.

–Bien –dijo Coleman –. Ya conoces las ordenanzas: no se puede ir solo, y alguien ha de quedarse aquí para mantener contacto con la nave. ¿Cómo lo zanjaremos esta vez: ajedrez o cartas?

El ajedrez lleva demasiado tiempo –dijo Hutchins. –Tendió la mano a la mesa de juego y tomó un naipe muy usado. Córtalo, Jerry. –Así lo haré... ¡Maldita sea, sólo un cinco de tréboles! Bueno, dad mis recuerdos a los venusianos...

A pesar de la seguridad de Hutchins, resultaba tarea ardua el escalar la escarpadura. El declive no era muy pronunciado, pero el peso del aparato de oxígeno, el traje térmico refrigerado y el equipo científico alcanzaban un peso de más de cien libras (47 kg) por hombre. La menor gravedad –un 13% más débil que la de la Tierra –proporcionaba una ligera ayuda, pero no mucha, cuando se afanaban por pedregales en declive, descansaban brevemente en los bordes para recuperar aliento y volvían a trepar a través del crepúsculo submarino. Habían escalado más de seiscientos metros antes de que el terreno se nivelara en un suave declive, surcado aquí y allá por costurones que eran canales claramente tajados por el correr del agua. Al cabo de una breve búsqueda llegaron a una hondonada lo suficiente ancha y profunda como para merecer el nombre de lecho de río, y echaron a andar por ella.

Habían cubierto quizá tres millas en dirección al polo, siguiendo los meandros del lecho del río, cuando Hutchins se detuvo para hacer observaciones y recoger muestras. – ¡Sigue descendiendo la temperatura! – Ha bajado ya de los 199; es, con mucho, la menor registrada jamás en Venus. Quisiera poder llamar a Jorge y comunicárselo. –Eso es aún mejor –dijo Hutchins, ahora con auténtica excitación en su voz–. La concentración de oxigeno ha aumentado... quince partes en un millón. En el vehículo era sólo de cinco, y en las tierras bajas apenas se podía detectarlo. – ¡Pero quince en un millón! –protestó Jerry –. ¡Nada podría respirar eso!

Inviertes la cuestión –manifestó Hutchins –. Nadie ni nada lo respira: algo lo hace. ¿De dónde crees que proviene el oxígeno de la Tierra? Todo él está producido por la vida..., por las plantas en desarrollo. Antes de que hubiese plantas en la Tierra, nuestra atmósfera era semejante a esta..., una mezcla de anhídrido carbónico y amoníaco y metano. Luego evolucionó la vegetación y lentamente convirtió nuestra atmósfera en algo que los animales podían respirar. Algo no lejos de aquí, se halla produciendo oxígeno..., y la vida vegetal es la explicación más simple.

–Y donde hay plantas –reflexionó Jerry – es de suponer que más pronto o más tarde haya animales. –Eso es –dijo Hutchins, recogiendo sus cosas y comenzando a remontar la hondonada –, aunque el proceso lleva unos cuantos millones de años. Puede ser que hayamos llegado aún demasiado pronto..., aunque espero que no.

Jerry estaba aún rumiando la cuestión cuando llegaron al lago. La primera ojeada le hizo pensar ya no en la vida que estaban buscando, sino en la muerte. Semejante a un negro espejo, yacía en medio de un pliegue de los cerros; su orilla extrema se hallaba oculta en la bruma eterna, y fantasmales columnas de vapor remolineaban y danzaban sobre su superficie. Todo lo que necesitaban, se dijo a sí mismo Jerry, era la barca de Caronte en espera de llevarlos a ellos a la otra orilla... en guardia de la entrada del averno...

– ¿Hay algo en ellas? –preguntó ansiosamente Jerry. –Si lo hay es demasiado pequeño para verlo con este instrumento. Te diré algo más cuando volvamos a la nave.

No había caminado Hutchins más de una docena de metros a lo largo de la orilla del lago cuando volvió a detenerse, tan súbitamente que Garfield estuvo a punto de tropezar con él. – ¿Qué sucede? preguntó Jerry –. ¿Has visto algo? –Aquella mancha oscura de allí. La advertí antes de que nos detuviéramos en el lago.

Miró a la roca. Estaba a unos ciento cincuenta metros, creyó calcular, aunque en aquella difusa luz esmeraldina resultaba enormemente difícil estimar distancias y dimensiones. La roca o lo que fuese parecía una losa horizontal de un material casi negro, situada cerca de la cresta de un risco bajo. Había una segunda mancha, mucho más pequeña, de material semejante, cerca de ella. Jerry intentó medir y registrar en la memoria el espacio que existía entre ambas a fin de poder tener una referencia que le permitiera descubrir cualquier cambio.

Aun cuando vio que aquel espacio iba estrechándose, no sintió ninguna alarma..., sólo una perpleja excitación. No fue hasta que hubo desaparecido totalmente que experimentó en su corazón una espantosa sensación de desamparado terror. No había allí rocas crecientes o movientes: lo que contemplaban era una oscura marea, una alfombra serpeando que iba extendiéndose inexorablemente hacia ellos sobre la cresta del risco.

El momento de pánico total, irrazonable, no duró por fortuna más allá de unos pocos segundos. El primer terror de Garfield comenzó a desvanecerse tan pronto como reconoció su causa..., es decir, que aquella marea que avanzaba le había recordado en los primeros momentos, muy vívidamente, una historia que había leído hacía muchos años sobre el ejército de hormigas del Amazonas y la manera como destruían todo cuanto encontraban a su paso... –Por el amor del cielo –dijo al fin, cuando aquella alfombra viviente se halló a sólo cien metros, y Hutchins no había pronunciado aún una palabra ni movido un solo músculo –. ¿Qué es eso?

Lo siento, te olvidé por completo. Es una planta, desde luego. Cuando menos, me parece que deberíamos darle este nombre. – ¡Pero se está moviendo! – ¿Y qué hay de las plantas de plancton en el mar? Ellas pueden nadar cuando lo necesitan. Jerry cedió; de todos modos, el prodigio que se aproximaba le había privado de palabras.

Siguió pensando en aquella cosa como una alfombra espesa, orlada en los bordes. Variaba de espesor al moverse; en algunas partes era tenue como una película, y en otras tenía treinta y más centímetros de grosor. Al aproximarse más, Jerry pudo comprobar su tejido, y lo comparó al terciopelo negro. Se preguntó cómo sería al tacto..., recordando luego que como menos quemaría sus dedos, aun cuando no les hiciera nada más. Otro pensamiento vino en persecución de éste, movido por la delirante reacción nerviosa que a menudo sigue a una repentina conmoción: «Si existen venusianos, jamás podremos estrechar nuestras manos con las de ellos; nos las quemarían, y nosotros se las helaríamos».

De pronto, cuando estuvo sólo a diez metros, la marea aterciopelada se detuvo en su frente, aunque siguió extendiéndose a los lados. –Estamos siendo rodeados –dijo Jerry ansiosamente –. Será mejor retroceder hasta asegurarnos de que es inofensiva. Para su alivio, Hutchins retrocedió al instante. Tras una breve vacilación, la cosa prosiguió su avance estirando su línea frontal.

Termofobia –dijo Hutchins –. Una reacción puramente automática. No le gusta nuestro calor. – ¡Nuestro calor! –protestó Jerry –. ¡Pero si somos témpanos en comparación con ella! –Desde luego..., pero nuestros trajes no lo son, y eso es todo cuanto ella nota.

Vamos a ver ahora cómo reacciona a la luz –dijo Hutchins. Encendió su lámpara pectoral, y el verde resplandor boreal fue ahuyentado al instante por el blanco y puro destello. La transformación fue tan pasmosa, que ningún hombre hubiera podido reprimir una exclamación de asombro. Como en un chispazo, la negrura de la espesa alfombra aterciopelada desapareció a sus pies, dejando en su lugar un satinado tejido de brillantes y vivos rojos con áureas estrías.

– ¿Estás seguro de que esto... no es peligroso? –preguntó Jerry, volviendo a reafirmarse en él algo de su precaución. – –dijo Hutchins en respuesta a la observación de Jerry sobre el particular –. Así es cómo se nutren los líquenes: segregan ácidos que disuelven la roca. Pero nada de preguntas, por favor, hasta que estemos de vuelta a la nave. Tengo aquí trabajo para varios días, y disponemos solamente de un par de horas para hacerlo.

Aquello fue casi botánica a la carrera... El borde sensitivo de la inmensa planta podía moverse con sorprendente velocidad cuando intentaba evadirlos. Era como si estuviese contendiendo con una hojuela animada de unos cuatro mil metros cuadrados de extensión. No se producía en ella reacción alguna –aparte la automática evitación del calor despedido por sus trajes – cuando Hutchins cortaba muestras o tomaba pruebas. Aquel objeto fluía constantemente, progresando sobre cerros y valles, guiado por algún singular instinto vegetal.

Un hambre canina y la fatiga les obligaron finalmente a efectuar un alto. La criatura que estaban estudiando podía seguir, si lo deseaba, su camino nutritivo en torno a Venus –aunque Hutchins creía que no iba nunca mucho más allá del lago, aproximándose de cuando en cuando al agua e introduciendo en ella un largo zarcillo tubular–; los animales de la Tierra necesitaban descansar.

Supuso un gran alivio hinchar la tienda sobre comprimida, meterse en ella a través de la cámara intermedia y despojarse de los trajes térmicos. Por primera vez, mientras se relajaban en el interior de su diminuto hemisferio de plástico, ocupó sus mentes la verdadera maravilla e importancia del descubrimiento. Aquel mundo que los rodeaba no era ya el mismo: Venus no era más un planeta muerto, sino que se había unido a la Tierra y a Marte. Imagen: YouTube.

Durante un rato nada se movió en la verdosidad titilante del paisaje envuelto en bruma, desierto a la vez de seres humanos y tapiz carmesí. Luego, discurriendo sobre los cerros tallados por el viento, reapareció la extraña criatura. O tal vez era otra de la misma extraña especie y nadie lo sabría jamás.

No estaba perpleja, pues no tenía mente alguna. Pero el impulso químico que la conducía inexorablemente sobre la meseta polar estaba gritando: ¡Aquí, aquí! En alguna parte próxima se encontraba el más precioso de todos los alimentos que necesitaba, el fósforo, el elemento sin el cual no podía jamás producirse la chispa de vida. Comenzó a hozar las rocas, a escurrirse entre las grietas y hendiduras, a arañar y raspar tanteando con sus zarcillos. Nada de cuanto hizo superaba la capacidad de cualquier planta o árbol terrestre..., pero se movía mil veces más rápidamente, y necesitó tan sólo unos minutos para alcanzar su meta y atravesar la película de plástico.

Y luego se regaló con el alimento, de manera más concentrada que en cualquier otra forma de vida que conociera jamás. Absorbía los carbohidratos, y las proteínas y los fosfatos, la nicotina de las colillas, y la celulosa de los vasos de papel, y la celulosa de los vasos y las cucharas de cartón. Lo trituraba todo y lo asimilaba en su extraño cuerpo sin dificultad ni perjuicio. Y asimismo absorbía todo un microcosmos de criaturas vivientes..., bacterias y virus que, sobre otros planetas, habían evolucionado de mil mortales linajes. Aun cuando tan sólo muy pocos podían sobrevivir en aquella atmósfera y temperatura, eran suficientes. Cuando la alfombra se arrastró de nuevo al lago, llevaba el contagio a todo su mundo.

Y cuando la Estrella de la Mañana puso rumbo a su lejana patria, Venus estaba muriéndose. Las películas y fotografías y muestras de que era portador triunfal Hutchins eran aún más preciosas de lo que pensaba, pues eran el único archivo que jamás existiría del tercer intento de asentamiento de la Vida en el sistema solar.

Si lo desea, puede ver este vídeo corto sobre el cuento anterior: https://www.youtube.com/watch?v=HNmEgPG7jN8

LAS RECETAS DE LA ABUELA.
La cocina británica está integrada por un conjunto de costumbres y de alimentos adaptados no solo al clima de las islas británicas sino que, debido a su historia, y a las interacciones con otras culturas europeas y asiáticas (cocina china y cocina de la India), ha recibido influencias que se pueden notar, no solo en la elaboración de los platos sino en sus ingredientes. Los platos tradicionales tienen raíces muy antiguas, tales como la elaboración de pan y el queso, las carnes asadas, pescados procedentes del mar o de los ríos, todos ellos mezclados con los chiles provenientes de Norteamérica, las especias y curry de la India y Bangladés; los fritos basados en la cocina china y tailandesa. La cocina francesa y la cocina italiana, consideradas en el pasado como algo extranjero, admiradas en la actualidad, hasta el extremo de ser copiadas. La cocina de Gran Bretaña ha sido una de las primeras en adoptar e incorporar a su filosofía cotidiana la comida rápida (fast food) procedente de los EE.UU. y esto se nota al pasear por las calles de cualquier gran ciudad británica.

Platos tradicionales incluyen el Sunday roast un plato asado, (normalmente de rosbif, cordero o pollo), las judías con tomate (baked beans), el Welsh rarebit (queso fundido sobre una tostada) o el bacon. La mayoría de los pubs ofrecen este tipo de platos. Otros platos incluyen mejillones avinagrados, el pastel de anguila, el cordero asado acompañado con salsa de menta. En Escocia destaca el haggis, una morcilla preparada con avena y cordero que se sirve con verduras y legumbres.

Los desayunos y "brunch" (palabra formada por breakfast y lunch, significando desayuno fuerte tardío o bien almuerzo temprano, normalmente en días festivos), incluyen platos como el porridge, (gachas de avena), el kedgeree (pescado ahumado, arroz hervido, huevos revueltos...) o el desayuno inglés. Fuente: es.wikipedia.org

DESAYUNO INGLÉS.
 
Ingredientes:
2 salchichas.
100 gramos de champiñones.
2 lonchas de tocino.
150 gramos de judías cocidas.
2 huevos.
Aceite vegetal de girasol u otro. Nunca de palma.
Kétchup o salsa de tomate casera.

Preparación:
1.-Para hacer un desayuno inglés clásico comienza por colocar algo de aceite vegetal en una sartén y, cuando ésta esté bien caliente, coloca las salchichas y las cocina al punto deseado.

2.-Limpia los champiñones, córtalos en rebanadas, colócalos en la sartén con el aceite vegetal, revuelve y los giras hasta que se doren, más o menos 5 minutos. Luego colócalos en un plato tibio.

3.-Usaremos la misma sartén para dorar el tocino. Coloca las dos lonjas de tocino en la sartén caliente y las cocinas hasta que estén crujientes.

4.-Ahora es momento de llevar las judías a la sartén: vuelca la lata entera en la sartén y calienta a fuego suave hasta que rompa hervor.

5.- Finalmente, cocinaremos los huevos. Rompe un huevo primero y después el otro en una taza para evitar que, si uno está malo, te daña el desayuno. Con la sartén caliente, fríe hasta que estén cocidos con sus yemas opacas.

6.-Presenta las preparaciones de la forma que más te guste. Para acompañar, puedes hacer un par de tostadas y un jugo de naranja: una combinación infalible.


DEL HOGAR Y ALGO MÁS…
La malanga es un tubérculo [la raíz de la planta] con muchos beneficios y propiedades. Ideales dentro de una dieta equilibrada por sus riquezas en nutrientes esenciales y sus cualidades curativas y preventivas. Te desvelamos las más importantes.

Con el nombre de Xanthosoma conocemos a un género de alrededor de 50 especies de distintas plantas tanto tropicales como subtropicales que pertenecen a su vez a la familia Araceae, nativas de América, y entre las que nos encontramos con la deliciosa malanga, una especie que los europeos encontraron cuando llegaron al sur del continente, que finalmente llevaron a África desde donde se extendió su cultivo.

En aquellos tiempos consistía en un tubérculo que era consumido por los aborígenes. Sin embargo, la malanga que comemos hoy no es la misma, pudiendo distinguir entre tres variedades distintas: la blanca y la amarilla (ambas originarias de una especie perteneciente tanto a América del Sur como a áreas del Caribe), y la malanga isleña (especie asiática).

No obstante, dependiendo del país en el que nos encontremos su nombre variará. Así, mientras que en Colombia, Puerto Rico, Cuba y España es conocida con el nombre de malanga, en Venezuela tiene el de ocumo, en Panamá otoe y en la República Dominicana yautía.

Sobre sus distintos usos culinarios, lo cierto es que puede comerse sola, cocinada hervida o frita con ajos, en sopas, purés o sancochos. Incluso puede ser utilizada para la elaboración de postres y buñuelos. Pero si hablamos de una receta popular y clásica de la malanga, consiste en su preparación sazonándola con ajo, perejil y frita en aceite caliente. Eso sí, debe comerse siempre cocinada ya que cruda puede ser tóxica.

Desde un punto de vista nutricional la malanga es muy rica en vitaminas y minerales, convirtiéndose así en una opción natural para aportar a nuestros organismos esos nutrientes esenciales: Vitaminas: destaca sobre todo su contenido en vitamina C, vitaminas del grupo B (en especial la B6) y vitamina E. Minerales: destaca su aporte en potasio, magnesio, fósforo y manganeso.

La malanga es un alimento sumamente rico en fibra dietética. Una ración aporta 7 gramos de fibra (el 27% de la cantidad diaria recomendada: C.D.R.). Por tanto, se convierte en una opción natural excelente a la hora de regular el tránsito intestinal al ayudar a acelerar el proceso y hacerlo mucho más regular. Además, actúa como preventivo y tratamiento nutricional del estreñimiento.

Precisamente por su contenido –y aporte- en fibra dietética es una buena opción a la hora de disminuir los niveles elevados de grasas en la sangre, en particular los de colesterol elevado. A esta cualidad se une su bajo contenido en grasas, dado que una ración de raíz de malanga aporta sólo 1 gramo de grasa, mientras que no aporta nada de colesterol.

Se podría decir que la malanga es un alimento ideal para cuidar nuestra salud cardiovascular, fundamentalmente porque además de ayudarnos a cuidar nuestro corazón al reducir los niveles altos de colesterol, también es interesante para personas con tensión arterial elevada. Una ración de malanga sólo aporta 20 miligramos de sodio, lo que supone apenas un 1% de la cantidad diaria de sodio recomendada, CDR.

Dado que la digestión de la malanga por parte de tu sistema digestivo requiere y necesita de una menor cantidad de ácidos estomacales (si lo comparamos con otros tubérculos), se convierte en un alimento beneficioso para tu sistema digestivo, porque ayuda a prevenir la enfermedad de reflujo gastroesofágico, disminuyendo la sensación de ardor que aparece tanto en el pecho como en la garganta.


[Añado: en Cuba se utilizaba mucho para iniciar las primeras papillas de los bebes y también para detener sus diarreas. Para el campesino es un alimento que puede almacenar en pequeños montículos tapados con tierra sin necesidad de refrigeración. Reiteramos que es sumamente agradable al paladar y sana.]

INFORMACIONES ÚTILES PARA MEJORAR NUESTRA SALUD:
¿Podría la obesidad afectar el entrenamiento de la memoria en adultos mayores? Un estudio amplía las crecientes evidencias de un vínculo entre el peso y ciertas funciones del cerebro.

¿Puede el café activar también la salud del corazón? En pruebas de laboratorio, la cafeína bloqueó la respuesta inflamatoria, pero no probaron causalidad.

Incentivos podrían animar a familias de bajos recursos a comprar más frutas y verduras Muchas quizá no conozcan los programas que duplican el valor de los cupones de alimentos gastados en productos frescos, encuentra un estudio.

Muchas mujeres con trastornos de la alimentación se recuperan Pero podrían pasar años o más tiempo, reconocen los investigadores.

Acido fólico y usted: Batido locura de mango (receta) Fuente: Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Comida alta en grasas puede dañar a su hígado Con el tiempo, el efecto rápido de la 'carga grasa' podría contribuir a la enfermedad, advierten unos investigadores. Los vínculos son de HealthDay, si no se especifica otra fuente.

POESÍA.
 
PARA REFRESCAR.




Thor y los hechos más fascinantes de la mitología nórdica [Los cinco vínculos anteriores son de Taringa.net. Muy interesantes todos.]

1. Una pareja muy dispareja de baile en Got Talent: https://www.youtube.com/watch?v=hjHnWz3EyHs&feature=youtu.be

2. Este es un mural-mosaico realizado por 216 artistas diferentes. Cliquea en la dirección de abajo para ingresar al mural. Luego cliquea sobre los cuadrados y se ampliará la foto con los detalles de cada artista. Prueba empezar por el ojo del caballo... Lo increíble es que no hay ninguna relación entre el dibujo grande y lo que aparece en cada mosaico. Cada mosaico recibió su lugar de acuerdo a los parámetros "color" "forma" "gama".

3. Este vínculo es directo a YouTube. Allí encontrará decenas muy diversos: www.youtube.com

Curiosidades de la música:
Profundo secreto: Piotr Ilich Tchaikovski luchaba por mantener su homosexualidad en secreto. Debido a ello, intentó llevar una vida heterosexual para guardar las apariencias. Se casó, pero el matrimonio fracasó a tal grado que el músico arregló la situación para no tener que ver nunca más a su ex esposa. Debido a su sexualidad reprimida, existe la hipótesis de que su muerte se haya producido por suicidio. [El apellido “Tchaikovski” aparece indistintamente terminado en “i” o en “y”. La Academia utiliza la terminación “i”.]

Un talentoso prejuicioso: Richard Wagner era un dramaturgo con ideas políticas y sociales muy arraigadas; éstas lo llevaron a desarrollar un marcado anti judaísmo. A la fecha, la ejecución de sus obras en Israel es motivo de protestas encabezadas por los sobrevivientes del Holocausto. Uno de sus más fervientes admiradores fue Adolfo Hitler quien lo disfrutaba de un manera épica. [Ambas curiosidades son de Taringa.net]

Si este blog ha sido de su agrado recomiéndelo a sus amigos. Gracias. Yskra y Romel.

Próxima edición: 13-14 de abril.

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