miércoles, 2 de enero de 2013

73. Cuento: La Conciencia.

Ana María Matute Ausejo: 1925,1 novelista española, miembro de la Real Academia. Si desea conocer su extensa biografía consulte es.wikipedia.org De ella les ofrecemos: La Conciencia.

Ya no podía más. Estaba convencida de que no podría resistir más tiempo la presencia de aquel odioso vagabundo. Estaba decidida a terminar. Acabar de una vez, por malo que fuera, antes que soportar su tiranía.

Llevaba cerca de quince días en aquella lucha. Lo que no comprendía era la tolerancia de Antonio para con aquel hombre. No: verdaderamente, era extraño.

El vagabundo pidió hospitalidad por una noche: la noche del Miércoles de Ceniza, exactamente, cuando se batía el viento arrastrando un polvo negruzco, arremolinado, que azotaba los vidrios de las ventanas con un crujido reseco. Luego, el viento cesó. Llegó una calma extraña a la tierra, y ella pensó, mientras cerraba y ajustaba los postigos:

- No me gusta esta calma.

Efectivamente, no había echado aún el pasador de la puerta cuando llegó aquel hombre. Oyó su llamada sonando atrás, en la puertecilla de la cocina:

image- Posadera...

Mariana tuvo un sobresalto. El hombre, viejo y andrajoso, estaba allí, con el sombrero en la mano, en actitud de mendigar. Foto: diariodenavarra.es

- Dios le ampare... empezó a decir. Pero los ojillos del vagabundo le miraban de un modo extraño. De un modo que le cortó las palabras.

Muchos hombres como él pedían la gracia del techo, en las noches de invierno. Pero algo había en aquel hombre que la atemorizó sin motivo. El vagabundo empezó a recitar su cantinela: "Por una noche, que le dejaran dormir en la cuadra; un pedazo de pan y la cuadra: no pedía más. Se anunciaba la tormenta... ".

En efecto, allá afuera, Mariana oyó el redoble de la lluvia contra los maderos de la puerta. Una lluvia sorda, gruesa; anuncio de la tormenta próxima.

- Estoy sola, dijo Mariana secamente. Quiero decir... cuando mi marido está por los caminos no quiero gente desconocida en casa. Vete, y que Dios te ampare.

Pero el vagabundo se estaba quieto, mirándola. Lentamente, se puso su sombrero, y dijo:

- Soy un pobre viejo, posadera. Nunca hice mal a nadie. Pido bien poco: un pedazo de pan...

En aquel momento las dos criadas, Marcelina y Salomé, entraron corriendo. Venían de la huerta, con los delantales sobre la cabeza, gritando y riendo. Mariana sintió un raro alivio al verlas.

- Bueno, dijo. Está bien... Pero sólo por esta noche. Que mañana cuando me levante no te encuentre aquí...

El viejo se inclinó, sonriendo, y dijo un extraño romance de gracias.

Mariana subió la escalera y fue a acostarse. Durante la noche la tormenta azotó las ventanas de la alcoba y tuvo un mal dormir.

A la mañana siguiente, al bajar a la cocina, daban las ocho en el reloj de sobre la cómoda. Sólo entrar se quedó sorprendida e irritada. Sentado a la mesa, tranquilo y reposado, el vagabundo desayunaba opíparamente: huevos fritos, un gran trozo de pan tierno, vino... Mariana sintió un coletazo de ira, tal vez entremezclado de temor, y se encaró con Salomé, que, tranquilamente se afanaba en el hogar:

-¡Salomé!, dijo, y su voz le sonó áspera, dura. ¿Quién te ordenó dar a este hombre... y cómo no se ha marchado al alba?

Sus palabras se cortaban, se enredaban, por la rabia que la iba dominando. Salomé se quedó boquiabierta, con la espumadera en alto, que goteaba contra el suelo.

- Pero yo..., dijo. Él me dijo...

El vagabundo se había levantado y con lentitud se limpiaba los labios contra la manga.

- Señora, dijo, señora, usted no recuerda... usted dijo anoche: "Que le den al pobre viejo una cama en el altillo, y que le den de comer cuanto pida". ¿No lo dijo anoche la señora posadera? Yo lo oía bien claro... ¿O está arrepentida ahora?

Mariana quiso decir algo, pero de pronto se le había helado la voz. El viejo la miraba intensamente, con sus ojillos negros y penetrantes. Dio media vuelta, y desasosegada salió por la puerta de la cocina, hacia el huerto.

El día amaneció gris, pero la lluvia había cesado. Mariana se estremeció de frío. La hierba estaba empapada, y allá lejos la carretera se borraba en una neblina sutil. Oyó detrás de ella la voz del viejo, y sin querer, apretó las manos una contra otra.

image- Quisiera hablarle algo, señora posadera... Algo sin importancia.

Mariana siguió inmóvil, mirando hacia la carretera.

- Yo soy un viejo vagabundo... pero a veces, los vagabundos se enteran de las cosas. Sí: yo estaba allí. Yo lo vi, señora posadera. Lo vi, con estos ojos… Foto: odisea2008.com

Mariana abrió la boca. Pero no pudo decir nada.

- ¿Qué estás hablando ahí, perro?, dijo. ¡Te advierto que mi marido llegará con el carro a las diez, y no aguanta bromas de nadie!

- ¡Ya lo sé, ya lo sé que no aguanta bromas de nadie!, dijo el vagabundo. Por eso, no querrá que sepa... nada de lo que yo vi aquel día. ¿No es verdad?

Mariana se volvió rápidamente. La ira había desaparecido. Su corazón latía, confuso. "¿Qué dice? ¿Qué es lo que sabe...? ¿Qué es lo que vio?" Pero ató su lengua. Se limitó a mirarle, llena de odio y de miedo. El viejo sonreía con sus encías sucias y peladas.

- Me quedaré aquí un tiempo, buena posadera: sí, un tiempo, para reponer fuerzas, hasta que vuelva el sol. Porque ya soy viejo y tengo las piernas muy cansadas. Muy cansadas...

Mariana echó a correr. El viento, fino, le daba en cara. Cuando llegó al borde del pozo se paró. El corazón parecía salírsele del pecho.

Aquél fue el primer día. Luego, llegó Antonio con el carro. Antonio subía mercancías de Palomar, cada semana. Además de posaderos, tenían el único comercio de la aldea. Su casa, ancha y grande, rodeada por el huerto, estaba a la entrada del pueblo. Vivían con desahogo y en el pueblo Antonio tenía fama de rico. “Fama de rico”, pensaba Mariana, desazonada. Desde la llegada del odioso vagabundo, estaba pálida, desganada. “Y si no lo fuera, ¿Me habría casado con él, acaso?”. No, no era difícil comprender por qué se había casado con aquel hombre brutal, que tenía catorce años más que ella. Un hombre hosco y temido solitario. Ella era guapa. Sí: todo el pueblo lo sabía y decía que era guapa. También Constantino, que estaba enamorado de ella. Pero Constantino era un simple aparcero, como ella. Y ella estaba harta de pasar hambre, y trabajos, y tristezas. Sí; estaba harta. Por eso se casó con Antonio.

Mariana sentía un temblor extraño. Hacía quince días que el viejo entró en la posada. Dormía, comía y se despiojaba descaradamente al sol, en los ratos en que éste lucía, junto a la puerta del huerto. El primer día Antonio preguntó:

- ¿Y ése, que pinta ahí?

- Me dio lástima, dijo ella, apretando entre los dedos los flecos de su chal. Es tan viejo... Y hace tan mal tiempo...

Antonio no dijo nada. Le pareció que se iba hacia el viejo como para echarle de allí. Y ella corrió escaleras arriba. Tenía miedo. Sí: tenía mucho miedo...”Si el viejo vio a Constantino subir al castaño, bajo ventana. Si le vio saltar a la habitación, las noches que iba Antonio con el carro, de camino... ". ¿Qué podía querer decir, si no, con aquello de lo vi todo, sí, lo vi con estos ojos?"

Ya no podía más. No: ya no podía más. El viejo no se limitaba a vivir en la casa. Pedía dinero ya. Había empezado a pedir dinero, también. Y lo extraño es que Antonio no volvió a hablar de él. Se limitaba a ignorarle. Sólo que, de cuando en cuando, la miraba a ella. María sentía la fijeza de sus ojos grandes, negros y lucientes, y temblaba.

Aquella tarde Antonio se marchaba a Palomar. Estaba terminando de uncir los mulos al carro, y oía las voces del mozo mezcladas a las de Salomé, que le ayudaba. Mariana sentía frío. "No puedo más. Ya no puedo más. Vivir así es imposible. Le diré que se marche, que se vaya. La vida no es vida con esta amenaza". Se sentía enferma. Enferma de miedo. Lo de Constantino, por su miedo, había cesado. Ya no podía verlo. La sola idea le hacía castañetear los dientes. Sabía que Antonio la mataría. Estaba segura de que la mataría. Le conocía bien.

Cuando vio el carro perdiéndose por la carretera bajó a la cocina. El viejo dormitaba junto al fuego. Le contempló, y se dijo: "Si tuviera valor le mataría". Allí estaban las tenazas de hierro, a su alcance. Pero no lo haría. Sabía que no podía hacerlo. "Soy cobarde. Soy una gran cobarde y tengo amor a la vida". Esto la perdía: "Este amor a la vida... ".

- Viejo, exclamó. Aunque habló en voz queda, el vagabundo abrió uno de sus ojillos maliciosos. "No dormía", se dijo Mariana. "No dormía. Es un viejo zorro".

Ven conmigo le dijo. Te he de hablar.

El viejo la siguió hasta el pozo. Allí Mariana se volvió a mirarle.

- Puedes hacer lo que quieras, perro. Puedes decirle todo a mi marido, si quieres. Pero tú te marchas. Te vas de esta casa, en seguida...

El viejo calló unos segundos. Luego, sonrió.

- ¿Cuándo vuelve el señor posadero?

Mariana estaba blanca. El viejo observó su rostro hermoso, sus ojeras. Había adelgazado.

- Vete, dijo Mariana. Vete en seguida.

Estaba decidida. Sí: en sus ojos lo leía el vagabundo, Estaba decidida y desesperada. Él tenía experiencia y conocía esos ojos. "Ya no hay nada que hacer", se dijo, con filosofía. "Ha terminado el buen tiempo. Acabaron las comidas sustanciosas, el colchón, el abrigo. Adelante, viejo perro, adelante. Hay que seguir".

- Está bien, dijo. Me iré. Pero él sabrá todo.

Mariana seguía en silencio. Quizás estaba aún más pálida. De pronto, el viejo tuvo un ligero temor: “Esta es capaz de hacer algo gordo. Sí: es de esa gente que se cuelga de un árbol o cosa así”. Sintió piedad. Era joven, aún, y hermosa.

- Bueno, dijo. Ha ganado la señora posadera. Me voy... ¿qué le vamos a hacer? La verdad nunca me hice demasiadas ilusiones... Claro que pasé muy poco tiempo aquí. No olvidaré los guisos de Salomé ni el vinito del señor posadero... No lo olvidaré. Me voy.

- Ahora mismo, dijo ella, de prisa. Ahora mismo, vete... ¡Y ya puedes correr, si quiere alcanzarle a él! Ya puedes correr, con tus cuentos sucios, viejo perro...

El vagabundo sonrió con dulzura. Recogió su cayado y su zurrón. Iba a salir, pero, ya en la empalizada se volvió:

- Naturalmente, señora posadera, yo no vi nada. Vamos: ni siquiera sé si había algo que ver. Pero llevo muchos años de camino, ¡tantos años de camino! Nadie hay en el mundo con la conciencia pura, ni siquiera los niños. No: ni los niños siquiera, hermosa posadera Mira a un niño a los ojos, y dile: "¡Lo sé todo! Anda con cuidado...". Y el niño temblará. Temblará como tú, hermosa posadera.

Mariana sintió algo extraño, como un crujido, en el corazón. No sabía si era amargo, o lleno de una violenta alegría. No lo sabía. Movió los labios y fue a decir algo. Pero el viejo vagabundo cerró la puerta de la empalizada tras él, y se volvió a mirarla. Su risa era maligna, al decir:

- Un consejo, posadera: vigila a tu Antonio. Sí: el señor posadero también tiene motivos para permitir la holganza en su casa a los viejos pordioseros. ¡Motivos muy buenos, juraría yo, por el modo como me miró!

Fuente: http://www.cuentocuentos.net

LAS RECETAS DE LA ABUELA.

Según la RAE pastel o tarta es una “masa de harina y manteca, cocida al horno, en el que ordinariamente se envuelve crema o dulce, y a veces fruta, pescado o carne”.

(…) Sin embargo en los viejos libros de cocina española el nombre de pastel se aplica solamente a aquel que tiene la masa de hojaldre; si es de otro modo (generalmente con masa semejante a la del pan y relleno salado), se llama empanada, y en algunos, “empanada a la inglesa”. Según el tamaño, se distinguía entre el pastelillo (pequeño), el pastel (individual) y el pastelón (para varias personas).

Tarta es el nombre dado en España al pastel dulce de cierto tamaño, sea de bizcocho o de hojaldre; por el contrario, en casi todos los países latinos se le conoce como “torta”, a excepción de México, donde torta es un sándwich de tipo salado; Colombia, donde también se le llama “ponqué o torta” (un “traspaso cultural” del término inglés pound cake).

En Ecuador prevalece el nombre de pastel y a los helados rellenos se les conoce como tortas. En Panamá se le conoce simplemente como “dulce”.

En Hispanoamérica, así como en España, también se le llama tarta o torta a un tipo de alimento de hojaldre que envuelve algo no necesariamente dulce (tarta de crema, de dulce, de fruta, de pescado o de carne). En cambio, al pastel de bizcocho (siempre de sabor dulce) se le llama en la mayoría de países hispanohablantes,-salvo España-, usando una palabra derivada “prestada” del inglés “cake”, como “queque”, “quey”, “keke”, etc.

(…) En Venezuela, un pastel por lo general suele ser salado (Ejemplos: de chucho, de atún, de cazón, etc.), mientras que la torta siempre es dulce.

En los tiempos modernos, a menudo se sirven durante celebraciones como fiestas de cumpleaños infantiles, bodas, banquetes, eventos empresariales o simplemente como agasajo en casa, con el té de la tarde… (…) Siendo desconocido el origen de la tarta de manzana, es de suponer que apareció espontáneamente en los países de Europa donde existía tradición de tartas con relleno y donde se cultivaban manzanas. Foto y texto adaptado: es.wikipedia.org

Pastel de manzana:

imageIngredientes:

1 vaso de 8 onzas azúcar = (250 gr.).
1 vaso de 8 onzas de harina= (250 gr).
1 kg. (2.2 lb) de manzanas de tamaño medio.
½ sobre de levadura = 8 gr.
2 huevos.
3 o 4 cucharadas de mermelada de melocotón o albaricoque.
Aceite de girasol o mantequilla sin sal para el molde.

Preparación:

1.-Se pelan y parten las manzanas a trozos. Se reserva una entera.

2.-Se ponen en el vaso de la batidora con la harina y el azúcar, los huevos y la levadura. Batiéndose hasta que quede una masa homogénea.

3.-Se unta un molde redondo de más o menos 26 cm de diámetro con aceite o mantequilla, y se le echa la masa resultante.

4.-Se cubre el molde con la masa, con la manzana que hemos reservado pelada y cortada en rodajitas, colocándola sobre la misma.

5.-Se rocía generosamente por encima con un poco de azúcar y se mete en el horno a unos 200ºC = 390º F. durante 30 minutos.

6.-Se comprueba que está hecho cuando al introducir la punta de un cuchillo, éste sale limpio o sea sin rastros de la masa.

7.-Al comprobar el paso anterior, se apaga el horno y se enciende el gratinador para caramelizar las rodajitas de manzana.

8.- Se deja enfriar y luego, si se desea, se le echa por encima mermelada de melocotón o albaricoque. Receta modificada de: muchogusto.net

POESÍA.
Originalmente, en las primeras reflexiones occidentales sobre la literatura, la palabra griega correspondiente a “poesía” abarcaba el concepto actual de literatura. El término “poiesis” significa “hacer”, en un sentido técnico, y se refería a todo trabajo artesanal, incluido el que realizaba un artista. Consecuentemente, era un término que aludía a la actividad creativa en tanto actividad que otorga existencia a algo que hasta entonces no la tenía.3 Aplicado a la literatura, se refería al arte creativo que utilizaba el lenguaje.

La poesía griega se caracterizaba por qué se trataba de una comunicación no destinada a la lectura, sino a la representación ante un auditorio realizada por un individuo o un coro con acompañamiento de un instrumento musical.4

Roma creó su poesía basándose en los griegos. La Eneida, de Virgilio, se considera la primera obra maestra de la literatura latina, y fue escrita pocos años antes de la era cristiana, al modo de los cantos épicos griegos, para narrar las peripecias de Eneas, sobreviviente de la guerra de Troya, hasta que llega a Italia. La Edad de Oro de la poesía latina es la de Lucrecio y Catulo, nacidos en el siglo I a. C., y de Horacio (maestro de la oda), Propercio y Ovidio. Catulo dedicó toda su poesía a una amada a la que llamaba Lesbia. Sus poemas de amor, directos, simples e intensos, admiran a los poetas de todos los tiempos.

El arte de combinar rítmicamente las palabras no es lo único que distingue a la poesía de la prosa, pero hasta mediados del siglo XIX constituía la mejor forma de diferenciar ambos usos del lenguaje. La versificación tiene en cuenta la extensión de los versos, la acentuación interna y la organización en estrofas.

La rima (coincidencia de las sílabas finales en versos subsiguientes o alternados) es otro elemento del ritmo, igual que la aliteración, que es la repetición de sonidos dentro del verso, como en éste de Góngora: “infame turba de nocturnas aves”, donde se repite el sonido “ur” y también se juega una rima asonante en el interior del verso entre infame y ave. La rima es consonante cuando coinciden en dos o más versos próximos todos los fonemas a partir de la vocal de la sílaba tónica. Se llama asonante cuando sólo coinciden las vocales.

(…) Por el número de sílabas, hay en la poesía en lengua castellana versos de hasta 14 sílabas, los alejandrinos. Es muy frecuente el octosílabo en la poesía popular, sobre todo en la copla. Las coplas de Manrique se basan en el esquema de versos octosílabos, aunque a veces son de siete, rematados por un pentasílabo. A esta forma se le llama “copla de pie quebrado. La irregularidad silábica es frecuente, incluso en la poesía tradicional. (…)

Las estrofas (grupos de versos) regulares, de dos, cuatro, cinco y hasta ocho versos o más corresponden a las formas más tradicionales. El soneto, una de las más difíciles formas clásicas,…

La alternancia de sílabas tónicas (acentuadas) y átonas (sin acento) contribuye mucho al ritmo de la poesía. Si los acentos se dan a espacios regulares (por ejemplo, cada dos, tres o cuatro sílabas), esto refuerza la musicalidad del poema. Mantenida esta regularidad a lo largo de todo un poema, se logra un efecto muy semejante al del compás musical.

La poesía del siglo XX (modernista, vanguardista, etc., etc., etc.) ha prescindido en ocasiones de la métrica regular y, sobre todo, de la rima. Sin embargo, la aliteración, la acentuación y, a veces, la rima asonante, mantienen la raíz musical del género poético. (…) Fuente: es.wikipedia.org

Les ofrecemos una poesía de Carilda Oliver Labra, poeta cubana nacida en Matanzas en 1924. (…) Es una personalidad destacada de la cultura isleña, y una mujer sumamente interesante en más de un aspecto, con una vida muy intensa tanto en la literatura como en su participación en la cultura de su ciudad en la cual es especialmente querida. Le han sido otorgados diversos premios y distinciones nacionales e internacionales. Poesía de: poemasde.net

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Me Desordeno, Amor, Me Desordeno.

Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada,
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.

Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada
me desordeno, amor, me desordeno.

Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;

y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.

PARA REFRESCAR.

1) Visite la Basílica de Notre Dame de Fouvière de París con 360º. Preciosas vistas. Colaboración de Francisco A.

http://www.juste-pour-voir.net/20101213LyonEglises/

2) Un magnífico enlace. Biblioteca de la UNESCO. (WORLD DIGITAL LIBRARY) Reúne mapas, textos, fotos, grabaciones y películas de todos los tiempos y explica en siete idiomas las joyas y reliquias culturales de todas las bibliotecas del planeta. Está disponible en Internet, a través del sitio www.wdl.org ¡El mundo en sus manos! Colaboración de Jesús B.

Si este blog ha sido de su agrado recomiéndelo a sus amigos. Gracias. Yskra y Romel.

Aviso: con motivo de un aniversario más del triunfo de la insurrección contra la tiranía del general Batista el 1º de Enero de 1959, publicaremos un número dedicado a Cuba y ese acontecimiento que incluye “Las generaciones perdidas y la Generación Aparcada”, además: “Cuba y sus logros antes de 1959”, más “Cubanos celebres desconocidos”. Todo lo podrá leer en http://mangoconarroztrez.blogspot.com el viernes 4 de enero. ¡Feliz 2013!

Colaboraciones y sugerencias en el buzón del blog.

Por razones de espacio, algunos textos de las fuentes han sido resumidos. Si desea leer completo el tema, debe ir al original. Han sido preservados los datos esenciales. Salvo que se especifique lo contrario, las negritas, itálicas, y subrayados son de los editores. El sentido de (…) es indicar que se ha condensado el texto original. Los comentarios entre ( ) son del editor.

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