jueves, 6 de agosto de 2015

206. Susurros de Mainumbí.

   
Por: Julieta María Berbel. Puerto Esperanza, Misiones, Argentina. Foto Taringa.net 

Comienza un nuevo día, el sonido del despertar del monte aparta los sueños intranquilos de una noche que parecía no tener fin. Abro los ojos y una bóveda de verdes tornasolados promete protegerme del calor que ya empieza a sentirse en mi cuerpo sudado. Como en los últimos dos días, no hay demasiado tiempo para detenerme en la selva que nos rodea.

El último trozo de sólo unas miles de hectáreas de monte natural. Miro alrededor y contemplo cómo el pequeño grupo de tres personas ya está preparado para continuar el camino. Los miro y pienso en el contraste de mi persona junto a ellos. Como si fueran parte del monte, caminan con pasos que apenas se distinguen del movimiento del viento entre las hojas.

Son del color de la tierra, de la corteza de los árboles y de las hojas caídas que nos cobijaron anoche. Ramón, el más anciano de los tres, mira el monte, como leyendo las palabras que la selva garabatea en el follaje. Él puede leerlo todo en el monte, la tierra y las huellas que en ella se esconden, los indicios de agua para descubrir una vertiente cristalina y fresca, los aromas y los sonidos. Su especialidad son los yuyos* y sus dones. Por eso está viajando con nosotros. Él fue quien encontró a Ará tendida en la tierra, y es el único de la comunidad con la capacidad de mantenerla con vida en el monte, mientras nos dirigimos al puesto de salud del pueblo más cercano. [*Yuyo. (Del quechua yuyu, hortaliza). 1. m. Arg., Bol., Chile, Par. y Ur. Hierba medicinal. DRAE]

Yo había llegado a pensar que Ramón todo lo podía curar con los yuyos del monte, pero el anciano supo reconocer que aquello que consumía el cuerpo de la niña no era algo que supiera curar el monte, porque no era una enfermedad de aquí. La sabiduría milenaria transmitida por los padres y abuelos de Ramón era ilimitada, en cuanto a los secretos de las plantas se tratara, y podían curar todos los males conocidos y estudiados por ellos a lo largo de su historia como pueblo.

Pero esta enfermedad, que se llevaba el aire de Ará no se curaba con yuyos, porque no era una enfermedad de esta tierra. Y Ramón nos decía que es un mal del hombre blanco, y por eso ellos son quienes tienen la cura. Sabía que la comunidad, indirectamente, me consideraba responsable por la vida de Ará. Yo que soy “blanca”, soy responsable de sus miserias y dolores, de sus ultrajes y de estas enfermedades que no les pertenecen y que les trajimos junto a muchos otros dolores y atrocidades.

Hasta yo misma me sentía responsable, más aún porque podía reconocer la enfermedad de Ará. Una enfermedad que yo suponía extinta y vencida. Una enfermedad para la que existía vacuna, y para la cual, muchos en las ciudades ya no vacunaban a sus hijos porque, se suponía, ya había sido erradicada del planeta. Y me encontraba aquí, extraña, ajena y responsable, por el dolor de una comunidad que veía morir sus niños con este mal “extinto”. Un mal que les golpeaba el pecho y les arañaba la garganta hasta hacerlos escupir sangre. En este rincón del planeta, en este, quizá único, rincón del planeta donde el monte albergaba vida humana ancestral, aquí y ahora, los niños morían de tuberculosis.

Una seña de Ramón me devuelve al presente. Hoy me toca el primer turno, junto a Juanjo para cargar la camilla de Ará. Como si los árboles se movieran, debo caminar con sumo cuidado entre las raíces escondidas. Cada tropezón es un retraso de este tiempo que vuela y no perdona… Trato de concentrarme en el suelo que piso, pero mis ojos se encuentran una y otra vez con los de Ará. Me miran con una transparencia tal, que por un instante siento que puedo asomarme directo a su alma. No hay reproche en su mirada, sino calma, la calma de quien comprende muchas cosas, que están aconteciendo. La miro y me cuesta recordar su rostro antes de que la tuberculosis la tomara. Con sus catorce años, ya es considerada una adulta en su comunidad, las niñas con las que creció ya tienen un compañero e hijos. Foto: pib.socioambiental.org

Pero no Ará. Ella se estaba reservando, por su interés especial en “las cosas” de Ñamandú*. Acompañaba a Ramón en sus expediciones por la selva, aprendía de él a reconocer las flores y los yuyos curativos, y distinguirlos de aquellos que, aunque atractivos, escondían una dulzura venenosa. Era ella quien lo ayudaba a preparar los remedios, pisando los ingredientes en un mortero y la que disponía todo cuando la luna señalaba la hora de un nuevo nacimiento. Ella, con sus escasos catorce años, era quien más conocía los secretos de la salud y de la enfermedad de su pueblo, la única de la aldea a quien Ramón había volcado sus conocimientos. Pero ninguno de aquellos conocimientos había alcanzado cuando la encontró inconsciente sobre los yuyos que recogía en el monte…

[* Ñamandú (el primero; el origen y principio) es el dios principal de la mitología guaraní. Definido como invisible, eterno, omnipresente y omnipotente, reside en la Morada Eterna (Yvága) donde se encuentran los seres vivos originales. Los guaraníes o guachimis o avá, según su auto-denominación étnica original que significa "hombre", son un grupo de pueblos indígenas sudamericanos que se ubican geográficamente en Uruguay , Paraguay , noreste de Argentina (1), sur y suroeste de Brasil y sureste de Bolivia. Condensado de es.wikipedia.org]

Este es el último tramo, el último pedazo de monte espeso antes de llegar al camino del blanco”. Quedamos en silencio un instante, tomando fuerzas para el último tirón,… Repentinamente recuerdo lo que las ancianas de la aldea me han contado sobre esta parte del monte. El último retazo de selva virgen a orillas de la carretera, cargada de secretos. Este lugar está cargado de mística para los pobladores de la aldea y hasta los hombres blancos le temen
De pronto, un zumbido casi imperceptible comienza a acercarse. Puede que no sea nada, más que mi imaginación jugando con las historias de las abuelas de la aldea. Pero parece que no soy la única que escucha el pequeño zumbido, porque Ramón y Juanjo se miran,… A mi izquierda, de refilón, veo un destello, muy pequeño, entre las hojas. Sigo caminando, tratando de parecer concentrada en la tierra que piso, pero el destello aparece y desaparece, un poco más adelante, un poco por detrás. Escucho la voz susurrante de Ramón “mainumbí”, es decir “colibrí”.

Nos detenemos, y no debo preguntar por qué. Este pequeño pajarito, quizá el más pequeño de la selva, es un animalito sagrado. Se acerca a nosotros, nos rodea con su danza suave pero electrizante, como suspendida en el tiempo y el espacio. Sus diminutas plumas de colores cristalinos, parecen alimentarse de retazos de sol. Ramón lo mira fijamente, sigue los movimientos de su pequeño cuerpo en el aire, como queriendo descifrar el mensaje que su aleteo deja en una estela invisible. El pequeño ser se detiene, por un instante fugaz y eterno, sobre el cuerpo inmóvil de Ará. Se posa en su pecho y sacude sus alas, antes de revolotear y desaparecer velozmente en la espesurafoto www.enimal.org

Algo ha cambiado en nosotros, y descubro dentro mío que aunque el futuro de Ará, el nuestro, incluso el de la aldea que dejamos atrás hace una eternidad, es incierto, algo ya no es lo mismo. Algo ya nunca será lo mismo, porque algo nuevo está naciendo,… Y ya no importa lo que suceda, no importa qué nos espere en la ruta, no importa si llegamos al pueblo, ni al puesto de salud. En los ojos de Ará sólo hay felicidad, y tampoco le importan ya los remedios del blanco. Porque esto nuevo que nos brota a borbotones del pecho, sólo puede llamarse ESPERANZA.

Nota: en muchas culturas indoamericanas el colibrí es un ser con poderes especiales. Es sacrificado en ofrendas de santería. Su visita es símbolo de grandes cambios. La Editora.
Condensado de: http://servicioskoinonia.org/cuentoscortos/articulo.php?num=100

LAS RECETAS DE LA ABUELA.

El locro es una especie de estofado o guiso típico de Argentina y toda la región andina (esta receta también es popular en Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador). Se realiza con una especie de sopa con maíz, patatas, frijoles y calabaza; la patata que se utiliza para esta receta es una variedad que sólo se consigue en esta región llamada “papa chola”. Claro que esta receta también incluye carne, bifes y chorizo son las más típicas. Se estima que el consumo per cápita de carne en Argentina es de 100 kg por año, por lo que, seguramente, encontrarás carne en la mayoría de las recetas de Argentina.

Este plato se disfruta todo el año, pero particularmente el 25 de mayo, día que se conmemora la formación del primer gobierno patrio argentino. El locro es un guiso que combina sabores y que posee una larga historia. Formaba parte de la dieta de los primeros pueblos aborígenes que poblaban el suelo americano, particularmente en la zona sur de este continente. Continuó siendo elaborado y adaptado hasta nuestros días.

Hay muchas maneras de prepararlo, según la región del país. En Neuquén se hace una especie de locro con arvejas y en Misiones con mandioca. También lo encontramos en Bolivia, Perú y Ecuador, en distintas variantes. Hoy les presentamos una receta proveniente del norte de Argentina, ideal para disfrutar con los primeros fríos del invierno.

Receta típica argentina de locro con choclo. (maíz)

Ingredientes:

(Para 4 porciones, abundantes.)
¼ kg de granos de choclo (maíz).
½ kg de carnaza (carne).
1 cubito o 1 lit. natural de caldo de verduras.
½ kg de patata.
¼ kg de zanahorias cortadas.
¼ kg repollo blanco.
2 cebollas.
½ kg de pimientos morrones.
3 chorizos.
1 cucharada de aceite vegetal.
Sal, pimienta, hojas de laurel, pimentón y perejil a gusto.

Preparación:1.-Poner a hervir en una cacerola grande dos litros de agua, agregar en primer lugar el cubito de caldo o el litro de caldo natural.

2.-Cuando esté hirviendo, incluir los granos de choclos (que deben ser remojados la noche anterior) y la carne cortada en cubos medianos. Dejar cocinar durante 30 minutos, a fuego lento.

3.-Agregar las patatas, la zanahoria y el repollo cortados en pequeños trozos.
4.-Picar y rehogar el morrón y la cebolla en aceite, luego incluir en la preparación. Condimentar con sal, pimienta, pimentón y hojas de laurel, a gusto. Revolver con una cuchara de madera, de tanto en tanto, para que no se queme.

5.-Por último, agregar los chorizos cortados en trozos medianos e iguales. Cocinar hasta que esté a punto.

Sugerencia: Servir en platos o cazuelas preferentemente de barro y bien caliente. Decorar con perejil y acompañar con un rico vino tinto. Fuente, foto y receta de: Fuente, fotos y receta de: www.imujer.com

Nota de la Editora: es común confundir “patata” y “batata”. La segunda es la llamada “papa dulce”, mayor que la papa y es otra planta diferente. En el Caribe recibe el nombre de boniato.


DEL HOGAR Y ALGO MÁS…

Annona muricata, la guanábana entre otros muchos nombres, es un árbol de la familia Annonaceae, cultivado en muchos países tropicales por sus frutos comestibles.

Es originario del Caribe, México, Centro y Sudamérica. Introducido y cultivado en muchos países tropicales y subtropicales, incluido China, Australia y Polinesia. (2)

La fruta es una fuente excepcional de vitamina C, y una buena fuente de vitaminas B1, B2, B3, B5, B6, hierro, magnesio y potasio. Fuente: wikipedia.org; foto de innatia.com

Informaciones útiles para mejorar nuestra salud:

Cualquier azúcar añadido es azúcar malo Algunos expertos piensan ahora que el azúcar de mesa y la miel son tan malsanos como el jarabe de maíz alto en fructosa.

La FDA ordena a la industria alimentaria que deje de usar las grasas trans artificiales La agencia otorga a los fabricantes tres años para eliminarlas de todos los alimentos vendidos a los estadounidenses.

Más investigaciones apuntan a los beneficios cardiacos del chocolate Un estudio incluyó el chocolate con leche, pero no probó causalidad. Todos los vínculos y fotos son de HealthDay, si no se especifica otra fuente.

POESÍA.
Una bella poesía anónima tomada desdeelalma.net ¡Qué la disfrute!


PARA REFRESCAR.




4. Comparaciones: ¿Qué le dice Tarzán a un ratón? - ¡Tan pequeño y con bigote! - ¿Y qué le dice el ratón a Tarzán?- ¡Tan grandote y con pañal! 5. Diabetes: ¿Por qué los diabéticos no pueden vengarse? Porque la venganza es dulce...

6. Diferencias: ¿Cuál es la diferencia entre un motor y un inodoro? En que en el motor tú te sientas para correr, y en el inodoro tu corres para sentarte. Los vínculos 1-3 son de Taringa.net y 4-6 son de chistes.yavendras.com

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